La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

SEGUNDA PARTE: Incomunicados - CAPÍTULO 15

—Se está dejando morir, Dresden.

Dresden alzó su copa de vino y bebió sin contestar.

—Dresden...

—¿Qué quieres que haga?— respondió Dresden, azotando bruscamente la copa sobre la mesa.

—Si lo mantuviste vivo por meses, fue por algo, ¿vas a dejar que muera ahora?

—Lo mantuve vivo porque tú lo pediste— protestó Dresden.

—Es una pieza importante…

—Sí, sí, sí, ya me lo has dicho muchas veces. ¡La prueba definitiva! Pero ni siquiera puedo usarlo como prueba… Por mí, que se muera, no me importa. Ahora que tenemos al hacedor de mapas, ya no lo necesito.

—Éste es mucho más importante que el hacedor de mapas, y lo sabes muy bien— le espetó su consejero.

Dresden contestó con un gruñido.

—¿Recuerda algo?— preguntó Dresden, suspirando.

—Su mente está perdida desde hace mucho.

Dresden pensó por un largo momento. Tal vez Overkin tenía razón, no era conveniente que muriera ahora, justo cuando podría ser finalmente de utilidad. Sus planes se acercaban ya a su punto culminante, y necesitaba que todas las piezas estuvieran en su lugar.

—Que lo saquen de las mazmorras, que lo pongan en una habitación en el ala este del palacio.

—Necesitará atención, está muy desmejorado.

—Entonces, asígnale una sirvienta— respondió Dresden, impaciente.

—No es conveniente que sirvientes comunes tengan contacto con él.

—No asignaré soldados para esa tarea— protestó Dresden.

—Claro que no, no me refería a eso.

—¿Entonces?

—Solo digo que no podemos asignar a nadie con quien él se pueda comunicar.

—¿Me estás diciendo que quieres asignarle a Gloria?

—Creo que sería lo más acertado.

Dresden negó con la cabeza.

—Me es demasiado útil en las reuniones de Concejo.

—No tiene que estar con él para siempre, solo hasta que recupere un poco el ánimo y decida vivir.

Dresden vació su copa de vino y aceptó la propuesta de su consejero, asintiendo con un gruñido. Overkin hizo una reverencia y salió del salón comedor principal del palacio, dispuesto a hacer cumplir las órdenes del rey Dresden.

Dresden suspiró. Tenía cosas más importantes en las que pensar que en un prisionero, sí, mucho más importantes. Pensó en servirse otra copa de vino, pero juzgó de inmediato que ya había bebido demasiado. Debía estar sobrio para recibir a sus pares que no tardarían en llegar.



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En el texto hay: mundosparalelos, fantasia épica

Editado: 12.10.2019

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