—Alric era un altruista de alma, su objetivo de vida era la unión de todas las sociedades y el enriquecimiento mutuo entre las distintas culturas— continuó Marga—. No me fue difícil convencerlo de que la forma de conseguir esa unión era unificando el idioma. Alric ya venía trabajando con los lenguajes, enseñando a leer y a escribir en las aldeas del sur, lo cual le había traído ciertos problemas. Alric fue perseguido en el sur, puesto que, como adivinarás, a los nobles que están en el poder nos les interesa sacar al pueblo de su ignorancia. Esa fue una de las razones por las que vino a seguir con su tarea al norte. Cuando abrí para él las posibilidades de ampliar su trabajo para incluir a otros mundos, quedó completamente fascinado. Con la ayuda de Humberto, Alric comenzó a viajar asiduamente al mundo donde fuiste exiliado, trayendo obras literarias y pictóricas, trayendo incluso ideas científicas, pero por sobre todo, trayendo el idioma.
—¿Qué pasó con Alric, Marga? ¿Si te era tan útil, por qué dejaste que fuera ejecutado?
—Todo el incidente de Alric fue muy desafortunado— se oscureció la mirada de Marga.
—¿Quién lo delató a Bress? Y no me digas que fue Humberto o que fue Cormac, porque ya sé que ellos son inocentes en el asesinato de Alric.
—¿Qué sabes tú de Humberto, Lug? ¿Lo que él te contó?
—Sé perfectamente que el cincuenta por ciento de lo que sale de la boca de Humberto es mentira, pero no esto, así que dime la verdad. Fuiste tú, ¿no es así?
—Lug, debes comprender que mi misión era demasiado importante para dejar que…
—¡Solo admítelo!— le gritó él.
—Sí, fui yo.
—Después de todo lo que Alric hizo por ti… ¿cómo pudiste traicionarlo así?
—Fue él el que me traicionó a mí.
—¿De qué hablas?
—Alric encontró otro proyecto que lo sedujo más. Comenzó a trabajar con tetras, a relacionarse con ellos y a aprender sobre sus costumbres. Vino un día a decirme que debíamos unir los mundos y también las distintas dimensiones de los mundos. Le dije que no era posible, que debíamos seguir concentrándonos en preparar el camino para tu llegada, que tú eras la respuesta a todo, que tú eras el que podía traernos el Espiral. Pero él no lo creía así, él pensaba que los que podían romper el Círculo eran los tetras porque era uno de ellos el que lo había instituido.
—Tenía sentido— opinó Lug.
—No— negó ella con la cabeza—, no lo tenía. Wonur había salido del control de los de su especie al pactar con los humanos. Todos siempre pensaron que los tetras eran superiores a nosotros, más poderosos, mejores, pero no es así. Solo son diferentes. Los Antiguos siempre pensaron que le debían a Wonur la ampliación de sus habilidades, pero lo que Wonur hizo no fue darles más habilidades sino aprovecharse de ellas para sí mismo. En cada pacto, Wonur obtenía más poder, poder que nosotros le estábamos cediendo sin saberlo. Wonur nos usó, combinó nuestras habilidades, las desarrolló más allá de lo imaginable, y luego nos lanzó unas migajas para que creyéramos que estábamos en deuda con él.
—Aun así— objetó Lug—, ¿enviaste a Alric a la muerte por disentir contigo?
—Las cosas fueron mucho más allá que un desacuerdo. Alric puso todo en peligro.
—¿Cómo?
—Alric tenía intenciones de contactarse con Wonur.
—¿Para qué?
—Solana lo había convencido de que era posible persuadir a Wonur de liberar el Círculo. Le expliqué que no era posible, que todo lo que lograría sería exponer todo nuestro plan, poner en peligro tu misión, condenar al Círculo a su eterno estancamiento, condenarme a muerte a mí. Le dije que Solana lo estaba engañando, que solo estaba tratando de que mis planes se malograran para sostener la estructura del Círculo. Alric no quiso escuchar… no quiso entender…— la voz de Marga se apagó.
—Si crees que su ejecución fue justificada— le planteó Lug—, ¿por qué engañar a Cormac y a Humberto para ponerlos uno en contra del otro? ¿Por qué no asumir tu responsabilidad en el asunto?
—Quedé devastada con la muerte de Alric…— musitó ella—. No quería que las cosas terminaran así para él. Éramos muy amigos. No estábamos enamorados como todos pensaban, pero yo lo apreciaba mucho.
—Eso no responde a mi pregunta— la presionó Lug.
—Cormac y Humberto eran grandes amigos de Alric. Ellos no hubiesen entendido lo que tuve que hacer, me habrían odiado y repudiado si se hubieran enterado que mi mano había estado detrás de su muerte. No podía permitir eso: los necesitaba a los dos para que hicieran su parte, para que te ayudaran en tu misión. Cormac fue el más fácil de convencer. Me amaba en secreto, y su devoción por mí lo llevó a creer todo lo que le dije. Nunca me cuestionó, nunca dudó de mí ni por un instante. Ayudó también el hecho de que Humberto era un hombre más oscuro y traicionero, el chivo expiatorio perfecto. Manipular a Humberto fue, desde luego, más difícil. Intenté seducirlo, pero Humberto no sentía por mí la fascinación que tenían todos los demás, así que cambié de idea y lo acusé de intentar violarme. Ya te podrás imaginar que con eso, tuve a Cormac dispuesto a matarlo. Le di a elegir a Humberto entre su muerte a manos de Bress o de Cormac, o el exilio al otro mundo hasta que cumpliera con su parte de la profecía y te ayudara a volver. Naturalmente, eligió ayudarte.
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Editado: 12.10.2019