La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

OCTAVA PARTE: Mancomunados - CAPÍTULO 149

Lug observó al conde en silencio, se veía terriblemente cansado y estaba de muy mal humor, todo eso era bastante entendible dadas las circunstancias, pero Lug pensaba que había algo más:

—¿Estás bien?— le preguntó al conde sin preámbulos.

—De maravilla— gruñó el conde, sardónico.

—No te veo bien— le dijo Lug.

—Ser prisionero de Dresden en mi propia casa no fue exactamente relajante, tú más que nadie deberías saber eso.

—Entiendo que me culpes por eso, pero...

—No es eso— lo cortó el conde.

—¿Entonces? ¿Todavía sigues molesto por lo del fomore?— intentó Lug.

—Déjame en paz, Lug.

—Dime lo que te pasa, Viny.

—No me llames Viny— le advirtió el otro.

—De acuerdo, me disculpo nuevamente por lo del fomore, por las indignidades que te haya hecho sufrir Dresden y por cualquier otra cosa que creas que hice para causar este malestar entre nosotros, pero por favor, permíteme ayudarte, permíteme...

—No puedes hacer nada para remediarlo, Lug, excepto, tal vez, entregarme a Huber.

—Sabes bien que todos sus fomores fueron masacrados. Entre ellos estaba seguramente el que mató al campesino en tus tierras, así que creo que ya se hizo justicia en ese sentido.

—Esto no tiene que ver con fomores.

—¿Entonces?

El conde suspiró:

—Mi esposa Helga fue asesinada por la espalda en el castillo de Tiresias. Le clavaron una espada y la traspasaron de lado a lado. Arrastraron su cuerpo hasta una habitación y la dejaron allí tirada, como un despojo.

Llewelyn palideció ante el relato, recordaba perfectamente que había sido su mano la que había enarbolado la espada que mató a esa mujer que solo intentaba advertir a su padre sobre Marga. Lug permaneció en silencio por un largo momento, evitando en todo momento cruzar su mirada con Llewelyn.

—Lo siento, Vianney— murmuró Lug—. ¿Piensas que fue Huber?— preguntó, aclarándose la garganta.

—Tiresias dice que Huber fue hasta su castillo buscando a mi esposa. Al parecer, fue el último que la vio viva.

—¿Por qué Tiresias no retuvo a Huber en su castillo para aclarar el asunto?

—Su cuerpo fue encontrado después de la partida de Huber.

—¿Por qué permitió Tiresias que Huber viera a Helga?

—No lo sé. El duque dice que Helga accedió a verlo, pero si lo hizo, no creo que haya sido por gusto. Franz dice que Huber estaba bajo tu custodia la última vez que lo vio, ¿qué pasó? ¿Escapó de tus manos? ¿Sabes dónde se oculta ahora?

—Huber no es responsable de la muerte de Helga— dijo Lug, sin contestar a ninguna de sus preguntas.

—¿Ahora defiendes también a Huber?

—Huber ha hecho muchas cosas despreciables, pero no esto.

—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso estuviste ahí?— le porfió Vianney.

—Sí— suspiró Lug—, estuve ahí.

—¡¿Qué?!— gritó el otro—. ¿Qué hacías allí?

—Estaba rescatando al hermano de Ana.

—Entonces, ¿tú llevaste a Huber al castillo de Tiresias?— le gritó el conde, furioso.

—No, Huber escapó de mis manos antes de que llegáramos al castillo. Pero quién mató a Helga no fue él.

—Papá...— comenzó Llewelyn con la voz angustiada por la culpa, dispuesto a confesar su rol en el asesinato de Helga.

—Silencio, hijo, estoy hablando con el conde— lo cortó Lug abruptamente.

 Llewelyn tragó saliva y guardó silencio. Su madre le apretó la mano para tranquilizarlo.

—¿Sabes quién fue?— inquirió Vianney.

—Sí, fue un agente de Overkin.

—¿Sabes dónde está ese agente ahora? ¿Quién es?

Llewelyn tembló imperceptiblemente y su madre le apretó más la mano.

—Ya no existe— afirmó Lug—. Yo me encargué de él.

—¿Por qué la mataron, Lug?

—El castillo de Tiresias estaba tomado por Overkin. Helga cometió la imprudencia de inmiscuirse en sus asuntos. No dudo de que sus intenciones hayan sido buenas, pero las cosas no terminaron bien.

—¿Cuándo pensabas decirme esto?— le reprochó el conde.

—Cuando me dieras la oportunidad, Vianney. Desde que llegué, tu trato ha sido hostil y frío, no quería echar más leña al fuego ni aumentar tus preocupaciones.

—¿Qué hay de Overkin? ¿Sabes dónde se esconde?

—Overkin es un hombre muy peligroso. Harías bien en mantenerlo alejado de ti y de tu familia— le respondió Lug.

—No contestaste a mi pregunta.

—Vianney, por favor…

—Lo sabes, ¿no es así?

—Overkin no es lo que parece, debes dejarme lidiar con él a mí— le respondió Lug.




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