La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

OCTAVA PARTE: Mancomunados - CAPÍTULO 150

—¿Qué es eso?— preguntó Llewelyn, señalando la muralla norte del castillo, justo por sobre la puerta principal.

Lug asomó la cabeza por la ventanilla del carruaje y vio que era un cuerpo humano colgado del cuello. Cuando estuvieron más cerca, Lug reconoció el cuerpo de Dresden.

—¿Por qué el macabro espectáculo?— le preguntó Lug a Vianney— ¿Es una advertencia para los que decidan estar del lado equivocado?

—Fue idea de Filstin, los demás lo secundaron— respondió el conde.

—¿Los demás? ¿Gloria?— inquirió Lug.

—No, Gloria lo quería vivo. Sus intenciones eran mutilarlo y dejarlo padeciendo en una celda de sus propias mazmorras por el resto de su vida.

—Eso no la hubiera ayudado a superar su propio sufrimiento— meneó Lug la cabeza.

—No, Franz logró disuadirla.

—Me alegro— asintió Lug— ¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿También secundaste la idea de colgar a Dresden?

—Su ejecución fue aprobada por todo el Concejo, por unanimidad— dijo el conde, tajante.

—Ya veo.

Cruzaron el enorme arco de la puerta principal y se detuvieron en el gran patio. Vianney bajó primero del carruaje, y luego le siguieron los demás.

—Estos son mis invitados personales— les dijo el conde a dos de sus sirvientes, señalando a Lug y a su familia—. Asegúrense de proveerlos con habitaciones dignas y provéanlos con todo lo que necesiten.

—Sí, mi señor— se inclinaron los sirvientes en reverencia.

—Los veré más tarde— le dijo Vianney a Lug.

—Bien, gracias— le respondió Lug.

Mientras el conde daba más órdenes a sus guardias, Lug, Dana y Llewelyn fueron conducidos por los sirvientes hasta el segundo piso del palacio. Caminaron un buen rato por amplias y luminosas galerías hasta que llegaron a una enorme y lujosa habitación, decorada con paneles de madera y cortinas de brocado. Había una enorme cama con sábanas de seda, una mesa de mármol con patas de hierro, sillas forradas en terciopelo y una gran chimenea. A la derecha de la cama, había un biombo detrás del cual habían colocado una bañera de cobre y toallas. Junto a la chimenea, había una puerta que daba a una habitación contigua, un poco más chica pero ricamente decorada también.

—Espero que estas dependencias les resulten cómodas— les dijo uno de los sirvientes.

—Muy cómodas, gracias— le respondió Dana.

—Les haré traer agua para un baño.

—Eso sería excelente— le sonrió Dana.

Los sirvientes les hicieron una reverencia y se retiraron, cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

Dana se volvió hacia Lug:

—¿Qué fue todo eso de “podría aplastarlos con medio millón de soldados, pero no me da la gana”?— lo cuestionó.

—Tú misma lo oíste, Dana: ellos creen que su poder radica en la cantidad de soldados de los que cada uno dispone, yo solo estaba siguiendo el juego.

—¿Medio millón de soldados? ¿No te parece exagerado?

—Medio millón es suficiente para hacerlos pensar que deben comportarse con prudencia, sin que entren en pánico. Si le hubiese dejado entrever la alternativa, el miedo no los habría dejado pensar con claridad, y no podríamos negociar con ellos.

Dana asintió.

—¿Qué alternativa?— preguntó Llewelyn.

—Que en realidad, tu padre puede dejar fuera de combate a toda su milicia por sí solo, sin la ayuda de ni un solo guerrero— le explicó Dana.

—¿En serio?— preguntó Llewelyn, asombrado.

—Sí— le confirmó Lug—, pero si ellos supieran eso, no estaríamos en estas hermosas habitaciones, sino en las mazmorras o muertos, pues nos tendrían tanto miedo que no se atreverían a dejarnos vivir, y menos aun tratar de entablar relaciones con nosotros.

—Alaris no aprobaría tus amenazas a Vianney— opinó Dana.

—Te recuerdo que Alaris tuvo que huir a esconderse y no pudo mostrar su rostro por años. Este no es el momento para hablarle a esta gente sobre dónde reside el verdadero poder. Jugaremos con las reglas de sus creencias por ahora. Hay tiempo para trabajar la liberación, las cosas no pueden apresurarse— le respondió Lug.

—De acuerdo— suspiró ella.

—Dana, necesito que te comuniques con Ana. Quiero saber cómo van las cosas con Avannon y quiero que le adviertas que Vianney lo está buscando.

—¿Crees que el conde irá tras él a pesar de que le dijiste que no lo haga?

—Por supuesto que irá tras él. Ya viste el cuerpo del rey anterior colgando de la muralla. Los ánimos están muy exaltados en la ciudad, y Vianney, con toda su capacidad de raciocinio, no ha podido escapar de la sed de venganza y sangre que invade Colportor en este momento. Las cosas están a un tris de salirse de control, así que tenemos que tomar todas las precauciones posibles— dijo Lug, y luego, volviéndose hacia Llewelyn: —Y eso incluye no decir una sola palabra sobre lo que pasó en el castillo de Tiresias ni sobre quién es Marga— le advirtió.




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