La Constante Oculta de Roma

Capítulo 12: La Herida Oculta

Samuel

El aire filtrado del refugio se sentía limpio, estéril, y por lo tanto, hostil. Me había obligado a sentarme frente al mapa, con el fragmento de papel carbonizado en el que se leía "Lussuria" fijo bajo la luz halógena. La mente militar, mi única herramienta confiable, se negaba a arrancar.

Mis ojos volvían al rincón médico donde Jake trabajaba silenciosamente. Victoria permanecía inconsciente. Su rostro seguía pálido, y aunque Jake había confirmado que solo era una conmoción cerebral leve causada por la onda concusiva, el hecho de que no despertara era una afrenta directa a mi control.

Si no está herida, debería despertar. La victoria es robusta. Debería estar discutiendo la siguiente fase.

Pero no lo hacía. El polvo blanquecino de los escombros todavía se aferraba a su cabello y a la línea de su mandíbula. Era una mancha visible de vulnerabilidad que nunca le había permitido tener. Y cada minuto de silencio era un golpe al muro que yo había construido. La impotencia me carcomía.

La frustración se convirtió en una necesidad física de movimiento. Cerré el puño con tanta fuerza que mis nudillos crujieron y me levanté abruptamente, ignorando el mapa. No podía respirar en esa habitación. El recuerdo de la explosión en el Palazzo no se desvanecía, sino que se superponía al recuerdo de Kandahar: el mismo ruido blanco, el mismo vacío cuando el humo se disipaba y el mundo cambiaba para siempre.

Caminé hacia la pequeña área de almacenamiento del búnker. Necesitaba estar solo, lejos de la vista de Jake, lejos de la inmovilidad de Victoria. Abrí una taquilla, fingiendo buscar munición o un kit de primeros auxilios que no necesitaba.

—Ese no eres tú, Samuel—, dijo la voz tranquila de Jake detrás de mí.

Cerré la taquilla y me giré. Jake llevaba una toalla húmeda con la que había estado limpiando a Victoria. Su mirada no era crítica, sino analítica, como la de un médico que observa un síntoma.

—Soy el mismo. La misión falló. Fui descuidado al asumir que el peligro había pasado. Y ella... fue la consecuencia—, respondí, mi voz era áspera.

—El Teólogo es un maestro de la contra-trampa, Samuel. Es un profesional—, replicó Jake, negando con la cabeza. —Esto es diferente. Cuando pensé que la habías perdido... fue genuino. Ese miedo. Por un segundo, tu máscara se rompió. ¿Qué es lo que te consume?—

Me quedé en silencio, buscando una respuesta operativa. No había ninguna.

Jake suspiró, apoyándose contra la pared. Sabía que la vía directa no funcionaría conmigo.

—Conocí a Victoria hace once años. Tenía veintidós. Brillante, ambiciosa... e ingenua, como todos a esa edad—, comenzó Jake, hablando en voz baja, como si contara un secreto al fuego. —Estaba con Marcus. Un gran tipo. También era analista de amenazas de seguridad internacional. Él le dio estructura a su caos y ella le dio luz a su rigor—.

Me tensé. La existencia de un ex prometido era un dato que conocía de sus archivos, pero no el contexto.

—Marcus y Victoria trabajaban en el mismo proyecto, en el centro de investigaciones de la OTAN en Bruselas. Estaban prometidos. Su boda sería en tres meses—, continuó Jake. —Yo estaba allí ese día. Yo era el jefe de seguridad de bajo nivel que se suponía que debía protegerlos—.

Hizo una pausa larga, y su mirada se perdió en el pasado.

—Estaban en el garaje subterráneo. Un coche bomba. No fue un ataque a gran escala, sino algo quirúrgico, diseñado para eliminar un objetivo específico. Marcus estaba subiendo al vehículo. Victoria estaba a un metro, atándose las agujetas, una de esas pequeñas cosas que te salvan la vida. La detonación... fue idéntica a la de hoy. Una carga concusiva, diseñada para no colapsar la estructura, sino para destrozar el interior.

Sentí un escalofrío. El Teólogo había replicado el trauma exacto.

—Marcus murió al instante. La onda expansiva la lanzó contra un pilar de hormigón. Fracturas múltiples, daño interno. El mayor daño no fue el físico, sino que ella sentía una culpa tremenda. Pensó que su análisis de riesgos, su física predictiva, había fallado y que él había muerto por su descuido. Así comenzó su obsesión por la Prevención.

Jake me miró directamente.

—Ella no solo es una Doctora en Física brillante, Samuel. Es una superviviente traumatizada que ha hecho del trabajo su única forma de penitencia. Ella no es una agente, sino la analista de riesgos que falló en prevenir la muerte de Marcus. Si pensó que había fallado hoy, que no pudo prevenir la ejecución, eso pudo haberla golpeado más fuerte que el explosivo mismo.

La revelación cayó sobre mí como un peso. El Teólogo no solo había usado una trampa, había usado la memoria de Victoria. Y yo, al verla caer, había revivido la mía. Nuestros traumas eran espejos.

—Cuando pensé que... que se había ido—, murmuré, la garganta seca. Hice una pausa, la primera vez que luchaba por encontrar palabras. —No era el protocolo, Jake. Era el miedo a no... a no tenerla cerca para terminar esto. O tal vez... para empezar algo...

La negación se estaba desvaneciendo. La verdad, fea y caótica, estaba emergiendo: la conexión que sentía era real. No era profesional. Era una atracción visceral, una necesidad de anclar mi propia existencia caótica en la suya. Estaba a punto de aceptar la palabra prohibida, la palabra que destruiría mi orden.

Esto es...

En ese instante, un sonido afilado, desgarrador rompió el silencio de la base. No era el grito de una herida física, sino el aullido puro del terror.

—¡NO!

Jake y yo nos miramos, la conversación y la confesión olvidadas. Era Victoria.

Corrimos de vuelta a la sala médica. Estaba sentada de golpe, con los ojos salvajes, el cuerpo temblando violentamente y las manos cubriendo su cabeza, tratando de bloquear un sonido que solo existía en su mente.

—¡El coche! ¡Marcus, el coche!—, gritaba, su voz quebrándose.



#586 en Thriller
#270 en Misterio
#421 en Detective

En el texto hay: accion, aventura, vaticano

Editado: 27.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.