La constelación de Orión

4. Yo no miento.

A los días, la pareja de policías Rebecca y Emilio se presentaron en la casa de los tíos de Orión, después de que estos hubieran faltado a varias citaciones para la prueba de ADN del menor. 

 

— Puede pasar. — Dijo una de las enfermeras al cargo de la extracción. 

Orión se levantó de su silla y se acercó a la enfermera. 

 

— ¿Me va a doler? — Preguntó Orión con miedo y la enfermera le sonrió. 

 

— Puedes pedirle a uno de tus familiares que entre contigo. — Le dijo. 

Orión miró a sus tíos sentados en la zona de espera y a los agentes Emilio y Rebecca de pie a un lado. 

 

— Ella, ¿puede entrar ella conmigo? — Pidió Orión señalando a Rebecca. 

La mujer policía miró a su compañero y luego a los tíos del niño. 

 

— Lo que sea contar de acabar rápido. — Dijo Ivanna sin interés. 

Rebecca caminó entonces y entró en la sala de extracción detrás de Orión. Cerró ella misma la puerta y se situó donde no molestase al personal sanitario. 

 

— Vaya. — Se asombró otra de las enfermeras al verla con el uniforme.  

 

— Perdón. — Se disculpó Rebecca por el susto. 

 

— ¿Me va a doler? — Preguntó Orión de nuevo, mirando con miedo a las sanitarias que trabajaban en ese instante de espalda a él. 

 

— No van a pincharte, solo te tomarán una muestra de saliva. — Le dijo Rebecca, sosteniendo su boina de policía en las manos. 

 

— Vamos allá. — Habló una de las enfermeras que se dio la vuelta y se acercó a Orión con un hisopo en la mano. — Abre mucho la boca. — Le indicó. 

 

— ¡Espera! — Chilló Orión con miedo y extendió su brazo con la mano abierta en dirección a la mujer policía. — ¿Me da la mano? 

La enfermera miró a la agente que se acercó y le dio la mano al niño. 

 

— ¿Preparado? — Preguntó la enfermera entonces. 

Orión asintió y abrió la boca cerrando fuertemente los ojos. 

 

— Puede resultar un poquito molesto y darte arcadas. — Le avisó la enfermera y acto seguido se hizo con la muestra en dos hisopos pese a las caras raras que Orión puso durante la extracción. — Ya está. Puede regresar con sus tíos. — Le dijo a Rebecca. 

La enfermera fue a guardar debidamente etiquetados los hisopos y Orión que se bajó de la silla miró a la agente de policía. 

 

— ¿Me puedo ir contigo? — Le preguntó Orión y Rebecca lo miró. 

 

— Tienes que irte con tus tíos. — Respondió ella y Orión la abrazó efusivamente. 

 

— ¡No quiero! Me tratan mal y no me dan de comer. — Los acusó y Rebecca se soltó de él. 

 

— ¿No te dan de comer de verdad o estás mintiendo por qué no quieres irte con ellos? — Se inclinó hacia él y le advirtió. — Y recuerda que no puedes mentir a la policía. 

 

— No me dan de comer, Catalina lo hace a escondidas. 

 

— ¿Quién es Catalina? 

 

— La mujer que limpia y cocina en su casa. 

Rebecca se quedó con el rostro serio y se incorporó agarrando al niño del hombro para salir de la consulta. 

 

— Ya era hora. — Se quejó Antón que se levantó y se acercó a su sobrino. — Vámonos. — Le dijo, yendo a agarrarlo del brazo, pero Orión se escondió detrás de la mujer policía. 

Emilio se acercó cuando Antón intentó alcanzar al niño a la fuerza. 

 

— Señor… — Le llamó Emilio la atención para que parara. 

 

— ¡Por el amor de Dios! Agarralo de una vez. — Se impacientó Ivanna que esperaba para irse. 

 

— ¿Qué crees que intento? — Se quejó Antón. 

 

— ¡Señor! — Elevó Rebecca la voz. — Haga el favor de parar o lo detendré por desoír a las autoridades. 

 

— Quiero ir a casa en el coche patrulla. — Pidió entonces Orión que se asomó por detrás de Rebecca. 

 

— Si no les parece mal, mi compañero y yo lo acercaremos a casa. — Dijo Rebecca a los tíos del niño. 

 

— Lo haremos… — Dudó de ello Emilio. — Los críos disfrutan mucho en los coches patrulla. 

 

— Pórtate bien. — Le advirtió Antón que se inclinó a hablar con su sobrino y se dirigió luego a la agente. — Cuide de él, es muy importante para nosotros. 

 

— No se preocupe. Lo llevaremos sano y salvo a su casa. — Respondió Rebecca. Orión vio irse a sus tíos por el pasillo y salió de detrás de la mujer policía. — Vamos. — Le indicó ella y caminaron detrás de sus tíos. 

 

— ¿No nos meteremos en un lío si el capitán se entera de esto? — Preguntó Emilio a su compañera. 

 

— El mismo capitán nos ordenó ocuparnos de traer al niño a la clínica. 

Emilio dudó de que lo estuvieran haciendo correctamente. 

 

 

Orión subió feliz en el asiento trasero del coche patrulla y se pegó a la ventana de la puerta contraria a la que había usado para subir. Vio a sus tíos subirse en su coche, hablando disgustados y haciendo aspavientos. Hasta vio como Ivanna golpeó a su tío con el bolso. 

 

— Están peleando. — Dijo Orión, y en los asientos delanteros los dos policías miraron el espectáculo dado por los tíos del niño. 

 

— Eso tiene que doler. — Dijo Emilio al ver los golpes que Ivanna le daba a su marido con el bolso. 

Rebecca miró a su compañero. 

 

— Arranca y vámonos. Quiero llegar a la casa antes que ellos y hablar con la asistenta de hogar. — Le dijo. 

 

— ¿Para qué quieres hablar con su asistenta? 

 

— Orión dice que sus tíos no lo tratan bien y que no le dan de comer. 

Los dos policías observaron al niño que seguía mirando fuera. 

 

— Es un niño. — Emilio miró a Rebecca. — ¿Quién no ha mentido de niño solo para llamar la atención? 

 

— Emilio. Si resultara ser cierto y se descubre que lo dejamos pasar, ¿no crees que estaríamos en problemas? 



#13786 en Novela romántica
#2650 en Chick lit

En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 04.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.