A los días, la pareja de policías Rebecca y Emilio se presentaron en la casa de los tíos de Orión, después de que estos hubieran faltado a varias citaciones para la prueba de ADN del menor.
— Puede pasar. — Dijo una de las enfermeras al cargo de la extracción.
Orión se levantó de su silla y se acercó a la enfermera.
— ¿Me va a doler? — Preguntó Orión con miedo y la enfermera le sonrió.
— Puedes pedirle a uno de tus familiares que entre contigo. — Le dijo.
Orión miró a sus tíos sentados en la zona de espera y a los agentes Emilio y Rebecca de pie a un lado.
— Ella, ¿puede entrar ella conmigo? — Pidió Orión señalando a Rebecca.
La mujer policía miró a su compañero y luego a los tíos del niño.
— Lo que sea contar de acabar rápido. — Dijo Ivanna sin interés.
Rebecca caminó entonces y entró en la sala de extracción detrás de Orión. Cerró ella misma la puerta y se situó donde no molestase al personal sanitario.
— Vaya. — Se asombró otra de las enfermeras al verla con el uniforme.
— Perdón. — Se disculpó Rebecca por el susto.
— ¿Me va a doler? — Preguntó Orión de nuevo, mirando con miedo a las sanitarias que trabajaban en ese instante de espalda a él.
— No van a pincharte, solo te tomarán una muestra de saliva. — Le dijo Rebecca, sosteniendo su boina de policía en las manos.
— Vamos allá. — Habló una de las enfermeras que se dio la vuelta y se acercó a Orión con un hisopo en la mano. — Abre mucho la boca. — Le indicó.
— ¡Espera! — Chilló Orión con miedo y extendió su brazo con la mano abierta en dirección a la mujer policía. — ¿Me da la mano?
La enfermera miró a la agente que se acercó y le dio la mano al niño.
— ¿Preparado? — Preguntó la enfermera entonces.
Orión asintió y abrió la boca cerrando fuertemente los ojos.
— Puede resultar un poquito molesto y darte arcadas. — Le avisó la enfermera y acto seguido se hizo con la muestra en dos hisopos pese a las caras raras que Orión puso durante la extracción. — Ya está. Puede regresar con sus tíos. — Le dijo a Rebecca.
La enfermera fue a guardar debidamente etiquetados los hisopos y Orión que se bajó de la silla miró a la agente de policía.
— ¿Me puedo ir contigo? — Le preguntó Orión y Rebecca lo miró.
— Tienes que irte con tus tíos. — Respondió ella y Orión la abrazó efusivamente.
— ¡No quiero! Me tratan mal y no me dan de comer. — Los acusó y Rebecca se soltó de él.
— ¿No te dan de comer de verdad o estás mintiendo por qué no quieres irte con ellos? — Se inclinó hacia él y le advirtió. — Y recuerda que no puedes mentir a la policía.
— No me dan de comer, Catalina lo hace a escondidas.
— ¿Quién es Catalina?
— La mujer que limpia y cocina en su casa.
Rebecca se quedó con el rostro serio y se incorporó agarrando al niño del hombro para salir de la consulta.
— Ya era hora. — Se quejó Antón que se levantó y se acercó a su sobrino. — Vámonos. — Le dijo, yendo a agarrarlo del brazo, pero Orión se escondió detrás de la mujer policía.
Emilio se acercó cuando Antón intentó alcanzar al niño a la fuerza.
— Señor… — Le llamó Emilio la atención para que parara.
— ¡Por el amor de Dios! Agarralo de una vez. — Se impacientó Ivanna que esperaba para irse.
— ¿Qué crees que intento? — Se quejó Antón.
— ¡Señor! — Elevó Rebecca la voz. — Haga el favor de parar o lo detendré por desoír a las autoridades.
— Quiero ir a casa en el coche patrulla. — Pidió entonces Orión que se asomó por detrás de Rebecca.
— Si no les parece mal, mi compañero y yo lo acercaremos a casa. — Dijo Rebecca a los tíos del niño.
— Lo haremos… — Dudó de ello Emilio. — Los críos disfrutan mucho en los coches patrulla.
— Pórtate bien. — Le advirtió Antón que se inclinó a hablar con su sobrino y se dirigió luego a la agente. — Cuide de él, es muy importante para nosotros.
— No se preocupe. Lo llevaremos sano y salvo a su casa. — Respondió Rebecca. Orión vio irse a sus tíos por el pasillo y salió de detrás de la mujer policía. — Vamos. — Le indicó ella y caminaron detrás de sus tíos.
— ¿No nos meteremos en un lío si el capitán se entera de esto? — Preguntó Emilio a su compañera.
— El mismo capitán nos ordenó ocuparnos de traer al niño a la clínica.
Emilio dudó de que lo estuvieran haciendo correctamente.
Orión subió feliz en el asiento trasero del coche patrulla y se pegó a la ventana de la puerta contraria a la que había usado para subir. Vio a sus tíos subirse en su coche, hablando disgustados y haciendo aspavientos. Hasta vio como Ivanna golpeó a su tío con el bolso.
— Están peleando. — Dijo Orión, y en los asientos delanteros los dos policías miraron el espectáculo dado por los tíos del niño.
— Eso tiene que doler. — Dijo Emilio al ver los golpes que Ivanna le daba a su marido con el bolso.
Rebecca miró a su compañero.
— Arranca y vámonos. Quiero llegar a la casa antes que ellos y hablar con la asistenta de hogar. — Le dijo.
— ¿Para qué quieres hablar con su asistenta?
— Orión dice que sus tíos no lo tratan bien y que no le dan de comer.
Los dos policías observaron al niño que seguía mirando fuera.
— Es un niño. — Emilio miró a Rebecca. — ¿Quién no ha mentido de niño solo para llamar la atención?
— Emilio. Si resultara ser cierto y se descubre que lo dejamos pasar, ¿no crees que estaríamos en problemas?