La constelación de Orión

5. Relación extralaboral.

Orión corrió a mirar a través de una ventana al escuchar los gritos de su tía Ivanna y la vio pelear con la policía para saber dónde estaba él y el motivo por el que se lo habían llevado. 

Rebecca cerró la persiana de la ventana y Orión la miró. 

 

— Es mejor que no veas nada. — Le dijo Rebecca y lo alentó a sentarse frente a la televisión de la sala de descanso. 

 

— ¿Qué va a pasar ahora conmigo? — Preguntó Orión, caminando hasta un sofá. — No quiero ir a una casa para niños sin hogar. 

 

— Lo importante es que no regreses a esa casa si no te tratan bien. — Orión se sentó en el sofá y se frotó uno de sus ojos, teniendo lágrimas en los dos. Rebecca suspiró y se sentó con él en el sofá. — Todo va a estar bien. — Lo consoló y le acarició la espalda. 

Emilio entró corriendo en la sala y la mujer policía y el niño lo miraron. 

 

— Tus tíos están hechos unas furias. — Comentó Emilio, caminando luego hacia la máquina de café. 

Rebecca miró la televisión y agarró el mando de la mesa para subirle el volumen, luego le pidió a Orión. 

 

— Quédate aquí. 

Se levantó y caminó hasta Emilio. 

Orión se dio la vuelta en el sofá y se puso de rodillas para mirar a los policías por encima del respaldo. 

 

— Se va a investigar a fondo los malos tratos al menor y de momento el niño irá a un centro. La asistente social viene en camino. — Le contó Emilio descuidadamente a su compañera, mientras cargaba la cafetera con café en polvo.

 

— ¡No quiero ir a un centro! — Gritó Orión qué se bajó del sofá. 

Los agentes lo miraron y Emilio vio a Rebecca acercarse al niño. 

 

— ¿Quieres volver con tus tíos entonces? — Le preguntó Emilio acercándose también. 

 

— No, pero… — Sollozó Orión. 

Rebecca se agachó delante de él y le habló con calma. 

 

— En una semana se tendrán los resultados de la prueba de paternidad, si Román Forster es tu padre biológico te irás con él. 

 

— ¡No quiero ir a un centro! — Lloró Orión abrazándola y Rebecca miró a su compañero. 

 

 

— No hay necesidad de llevarlo a un centro. Todo indica que Román Forster es su padre y los resultados estarán en unos días. — Habló Rebecca, frente al capitán de la policía después de la marcha de los tíos de Orión de la Comisaría. 

 

— Rebecca… — El capitán se frotó el entrecejo. — ¿Qué estás queriendo decir? 

Rebecca miró a través de la ventana del despacho del capitán, Emilio y el resto de policías que estaban en comisaría en ese momento pasaban el rato con Orión. 

 

— Capitán. — Tomó valentía y se enfrentó al hombre al mando. — Puedo llevármelo a casa estos días. 

 

— ¿Te has vuelto loca? ¿Quieres llevarte a ese crío que no conoces de nada a tu casa? 

 

— Solo hasta los resultados. — Rebecca apretó su boina en sus manos y le suplicó. — Papá, por favor. 

 

— ¡Basta! Muchacha descarada, recuerda que aquí soy tu capitán, no tu padre. 

 

— Pues recuerda que en casa seré tu hija y que posiblemente estaré molesta por mandar a ese niño a un centro y hacerlo pasar los peores días de su vida. 

El capitán infló sus fosas nasales y soltó el aire. 

 

— Tú ganas. Voy a llamar a la asistente social y arreglar todo para que se quede contigo hasta que estén los resultados de la prueba de paternidad. 

Rebecca dio un grito de felicidad que fue escuchado por sus compañeros policías fuera del despacho. Todos ellos se rieron cuando vieron como el capitán era abrazado por su hija. 

 

— Parece que te irás unos días con Rebecca. — Le dijo Emilio a Orión tocando su cabello. 

El niño se quedó mirándolo hasta que Rebecca salió del despacho, entonces corrió hacia ella. 

 

— ¿No me van a llevar a un centro? — Le preguntó Orión y Rebecca se inclinó. 

 

— He convencido al capitán para que puedas venirte a casa conmigo hasta que todo esté resuelto. — Le contó Rebecca. Orión sonrió contento y Rebecca que se incorporó fue hasta Emilio. — Casi me da algo. — Se sinceró con él. 

 

— El capitán no puede negar nada a su niñita. — Se mofó otro policía que hacía papaleo en ese momento. — Debe de ser fácil trabajar para tu padre. Te asignaron a está comisaría, te mandan a patrullar en lugar de hacer papeleo y ahora te cumple los caprichos. 

 

— Karlos. — Quiso callarlo Emilio. 

 

— Si me mandan a patrullar en lugar de hacer fotocopias es porque valgo más que eso. — Le respondió Rebecca, siendo retenida por Emilio para que no fuese a pelear con Karlos. 

 

— Ya ya ya. Os llevaré a casa, ¿sí? — Dijo Emilio. 

Orión asintió al ver que Emilio le dirigió la pregunta a él y siguió a Rebecca cuando ella caminó indignada hacía la puerta de la comisaría. 

 

— ¡Esperame! — Gritó Orión y Rebecca le sostuvo la puerta para salir. 

 

 

— No le hagas caso, lo hace para provocarte porque sabe que el capitán no hará diferencias y te suspenderá como a cualquiera. — Intentó Emilio tranquilizar a su compañera en el coche patrulla. 

Orión iba en el asiento de detrás. 

 

— Lo odio. Me hace el trabajo imposible. — Se quejó Rebecca estrujando su boina. — Me dan ganas de meterle la pistola por… 

Emilio se puso a gritar para que Orión no escuchara el final de la frase y miró al niño con una sonrisa. 

 

— ¿Te gustan las hamburguesas? ¿Qué te parece ir a comer una? Es casi la hora del almuerzo. — Le propuso. 

 

— ¡Me gustan! — Gritó Orión feliz. 

 

— Entonces vamos a comer hamburguesas. 

 

— ¡Sí! 

 

 

Al caer la noche Orión tomó un baño y Rebecca puso una lavadora con la ropa del niño. 



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En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 04.08.2023

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