La constelación de Orión

6. Mala idea.

Rebecca apagó el secador cuando terminó de secarle el cabello a Orión y miró a Emilio sentado en el suelo junto a la puerta del balcón, bebiéndose una lata de cerveza y comiendo de los platos de picoteo que había en la mesa. 

Emilio se llevó a la boca una loncha de fiambre y vio que Rebecca le hacía señas con los ojos. 

Él le devolvió los gestos a forma de broma y Rebecca le lanzó un cojín del sofá. 

Orión los miró. 

 

— Orión. — Lo llamó Emilio, que se desplazó por el suelo hasta ponerse delante del niño. — Lo que has visto antes en la cocina… Verás, no puedes decírselo a nadie. 

Rebecca agradeció que sacara el tema con el niño. Si el capitán se enteraba de que estaban saliendo, los dos tendrían problemas en su trabajo y muy posiblemente alguno sería transferido a otra comisaría. 

 

— ¿El qué? — Preguntó Orión. 

 

— Los besos. — Le dijo Rebecca directamente y Emilio sonrió mirándola. — Habla claro para que lo entienda. 

Emilio asintió y miró a Orión. 

 

— Somos compañeros policías y no están permitidas las relaciones entre compañeros, si alguien descubre que nos damos besos iremos a la calle. — Le explicó Emilio. Orión observó a Rebecca detrás de él. — ¿Lo has entendido? — Dudó Emilio y Orión asintió. 

 

— No le diré a nadie que vienes a casa por la noche y que os dais besos. — Respondió Orión. 

 

— ¡Chico listo! — Emilio le frotó el cabello y sonrió mirando a Rebecca, aunque le habló al niño. — Ven, vamos a comer embutidos. 

 

 

Por la mañana, Rebecca y Orión salieron del pisito corriendo. Emilio ya esperaba en el coche patrulla. 

 

— Hola, Emilio. — Lo saludó Orión al subir atrás en el coche. 

 

— ¿Cómo has pasado la noche? — Le preguntó Emilio, viendo a Rebecca subir en el asiento del copiloto y cerrar la puerta del coche. 

 

— Nos hemos quedado durmiendo. — Suspiró Rebecca y al mirar a Emilio, él la besó. — Emilio.. — Le indicó el niño sentado detrás. 

 

— No te preocupes, ya nos vio ayer y no dirá nada, ¿verdad, Orión? — Sonrió Emilio al crío y Orión negó. 

 

— No le diré a nadie. — Dijo Orión.

Rebecca observó al niño y luego a Emilio. 

 

— Vamos a casa de mi madre. — Le pidió Rebecca que arrancara y Emilio lo hizo. — Mientras estoy en el trabajo te quedarás con mi madre, ¿de acuerdo, Orión? Emilio y yo pasaremos a recogerte en el coche patrulla cuando acabe nuestro turno. 

 

— Su madre es simpática y cocina de lujo, te gustará. — Le dijo Emilio mirándolo y Orión sonrió. 

 

— También fue profesora, así que te pondrá a hacer tareas para que estés entretenido y no te aburras todo el día. 

 

— ¿Y no puedo ir a la comisaría? — Preguntó Orión. 

 

— La comisaría no es lugar para los niños. — Respondió Rebecca y Emilio se rió al ver cómo el niño quería escapar de hacer tareas. 

 

 

Ivanna golpeó la cabeza de Antón con una almohada de la cama y él gritó al ser despertado. 

 

— ¿Vas a seguir mucho tiempo durmiendo? — Le reclamó Ivanna, volviendo a golpearlo con la almohada, pero Antón se la arrebató y la lanzó al suelo. 

 

— ¡Deja de molestar! Anoche estuve bebiendo y tengo resaca. 

 

— ¡Tenemos que recuperar al niño! 

Ivanna cruzó los brazos esperando una solución a sus problemas y Antón se incorporó mirándola con incredulidad. 

 

— Recuperar al niño, ¿tú me dirás cómo? Si no lo hubieras tratado tan mal no tendríamos este problema. 

Antón se levantó de la cama e Ivanna lo siguió al baño riéndose. 

 

— Si yo no lo hubiera tratado mal, ¿ahora toda la culpa es mía? 

 

— ¡La mayor parte! — La enfrentó Antón y la golpeó con un dedo en el pecho. — Ahora estamos sin nada por culpa de tu falta de delicadeza con un mocoso llorón. 

 

— ¡No me quedaré sin nada! 

Antón se dobló por la mitad al reírse y la miró después con crudeza. 

 

— ¿Y qué vas a hacer? Ya nos han quitado a Orión y en cuanto salgan las pruebas de paternidad volará derechito a Román Forster. 

 

— Me colaré en la clínica y cambiaré las muestras si es necesario. — Dijo Ivanna e iba a irse, pero Antón la agarró de un brazo. 

Sus ojos brillaban viendo la solución a sus problemas. 

 

 

La madre de Rebecca agarró a Orión de las mejillas y miró a su hija vestida con el uniforme de la policía. 

 

— Yo cuidaré de este pequeño, vete tranquila. — Le dijo Julieta. 

Rebecca asintió a su madre y se inclinó para despedirse de Orión. 

 

— Nos vemos a la tarde. — Orión asintió y le dio un efusivo abrazo. Rebecca sonrió y le acarició la espalda, luego se marchó de la casa de sus padres y subió en el coche patrulla. — Podemos irnos. — Le dijo a Emilio y al mirarlo descubrió una extraña mirada en su compañero. — ¿Qué? 

 

— Si el día de mañana nos casamos y tenemos hijos, así sería. — Habló Emilio y Rebecca observó la casa de sus padres. 

 

— ¿Qué estás diciendo? — Se rió de él volviéndolo a mirar y Emilio arrancó el motor. 

 

— No se puede ser romántico hoy en día. — Expulsó el aire de sus pulmones por los orificios de la nariz a modo de indignación y Rebecca sonrió. 

La radio policial dio señal y los dos agentes atendieron al aviso de un intento de allanamiento y robo. 

Rebecca agarró la radio del coche y habló por ella. 

 

— Aquí Emilio y Rebecca, vamos para allá. 

 

— ¡Vamos allá! — Repitió entonces Emilio, poniendo el coche en movimiento. 

 

 

Sentada en un sofá de la sala de descanso de la clínica médica, Ivanna levantó la barbilla con dignidad cuando vio llegar a los agentes Rebecca y Emilio. 



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En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 04.08.2023

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