Ciudad Cristal estaba a una buena distancia y, para llegar, debíamos atravesar un bosque muy bucólico, del cual se decía que habitaban fantasmas y otros seres sobrenaturales.
Temblé de miedo al pensar que podríamos toparnos con algún monstruo extraño. Morgan no paraba de decirme una y otra vez que esas cosas no existían y que a lo único que debíamos temer es a los vivos. ¡No ayudas en nada, Morgan!
Por suerte, pudimos viajar cómodamente en el carro de Ami, quien decidió acompañarnos hasta ese lugar. Era una mujer muy amigable, tanto que no entendía cómo podía llevarse bien con Morgan debido a que eran muy opuestos.
Cuando se lo pregunté, Ami me dijo:
— No te dejes llevar por las apariencias. Morgan es de esos hombres que ya no existen más: caballeroso, atento y valiente. Demuéstrale que eres una persona confiable y te abrirá su corazón.
Recordé entonces cuando me recogió en su cabaña y trató mis heridas. También, cuando nos protegió a mí y a Jason del alud, con su cuerpo. Y cómo olvidar la pelea que tuvo con esos bandidos y con lord Zero. Ami no mentía al decir que Morgan era un hombre de verdad, casi es difícil encontrar a alguien tan extraordinario como él.
A medida que nos introducíamos en el bosque, nuestros ánimos bajaron. La niebla se volvió muy espesa y la yegua que estiraba del carro pronto se inquietó.
— Tranquila, Princesa – le dijo Ami al equino, mientras movía las riendas.
— ¿No quieres que te ayude? – le preguntó Morgan a Ami.
— Estoy bien, no te preocupes por mí – le respondió Ami, desde el asiento del chofer – Quizás debamos detenernos por un rato, mi yegua está alterada por algo.
— Lo mejor será continuar – dijo Jason, quien lucía bastante preocupado – tengo un mal presentimiento…
De pronto, la rueda trasera del carro se atoró en un bache. Morgan y yo caímos por la puerta, estrellándonos en el suelo. Ami también estuvo a punto de caer del asiento de chofer, cuando fue atendida por Jason, quien logró sostenerla a tiempo.
— Gracias, Jason – le dijo Ami, sintiéndose avergonzada por su desliz.
Jason no comentó nada. Simplemente, se bajó del carro y se fijó en la rueda afectada por el bache. Morgan también se levantó y se acercó a él, mientras le preguntaba a Ami:
— ¿Tienes algún repuesto? Tu rueda se ha roto por el impacto.
— Sí, tengo una rueda de repuesto – respondió Ami – pero necesitamos levantar el carro para colocarlo. Solo aguarden, ataré a mi yegua a un árbol y luego…
Mientras hablaba, unas flechas atravesaron el techo del carro. El animal se inquietó aún más, por lo que se soltó de las riendas y corrió en lo más profundo del bosque.
— ¡Princesa! – gritó Ami, corriendo tras su fiel animal.
— ¡Espera, Ami! – dijo Morgan, siguiéndola.
Al final, solo quedamos Jason y yo, protegiendo el carro de cualquier bandido que pudiera robar el dinero que a Ami le costó tanto sacrificio ganarlo. Pero no veíamos a nuestro nuevo enemigo, ya que estaba bien resguardado por la niebla.
Debido a los nervios, comenté:
— Esto nos recuerda a cuando nos conocimos por primera vez. ¿No es así, Jason?
— No recuerdo haber sido tan insolente – respondió Jason, quien no estaba dispuesto a bromear – Quien sea que nos esté acechando, planeó muy bien la emboscada. ¡Estoy seguro!
Más flechas salieron volando. Luego, una boleadora fue lanzada sobre mí y rodeó mi cuerpo, inmovilizándome por completo.
— ¡Ricardo! – exclamó Jason quien, como siempre, prefería obviar mi título de la realeza cuando me mencionaba.
— ¡Estoy bien! Creo – le dije, intentando moverme – Ok, esto es extraño. ¿Puedes ayudarme?
Jason hizo amago de acercarse, pero otra boleadora fue lanzada, esta vez, directo hacia él. Sin embargo, logró esquivarla y, sin dudarlo, disparó sus flechas directo hacia donde se dirigía el ataque.
— ¡Ouch!
Escuché un quejido, por lo que supuse que Jason logró acertar a alguien. Inmediatamente, aparecieron un par de figuras entre la niebla. No pude precisar si eran personas o fantasmas, dado que sus rostros estaban ocultos tras la oscuridad. Pero Jason parecía conocerlos porque, en lugar de preguntarles quiénes eran, simplemente preguntó:
— ¿Qué es lo que quieren?
Una voz femenina proveniente de una de las figuras le respondió:
— ¡Oh, Jason! ¡Pero qué agradable coincidencia! Solo queríamos jugar, querido amigo. ¿Es que no nos has extrañado?
— Quizás sus nuevos amigos le resultan más interesantes que nosotros. ¡Qué decepción! – comentó otra figura, quien tenía una voz masculina - ¿En verdad somos reemplazables?
— ¿De qué hablan? ¡Ustedes siempre han sido como una piedra en el zapato para mí! – les dijo Jason, sin dejar de apuntarles con sus flechas - ¡Mejor piérdanse y regresen del agujero que nunca debieron salir!
Las dos figuras comenzaron a reírse, lo que molestó aún más a Jason. Luego, vi que poco a poco comenzaron a difuminarse, mientras la voz femenina decía:
— Nos volveremos a ver, Jason.
Una vez que se marcharon, vi cómo la niebla comenzó a disiparse, hasta desaparecer por completo. Aún era de día y el bosque lucía realmente pacífico en relación con hace un par de instantes.
Jason se acercó a mí, me quitó la boleadora del cuerpo y me pidió:
— Por favor, no le digas a Morgan y Ami lo que pasó.
— ¿Acaso los conoces? – le pregunté - ¿Quiénes son?
— Zack y Jully – me respondió, mientras presionaba sus puños y evitaba hacer contacto visual – ellos son… del clan “Sombra”.
— ¿Qué?
Antes de hacerle más preguntas, vi que Morgan regresaba con Ami y la yegua, ya calmada. Al ver las flechas atravesando diferentes partes del carro, se acercó rápidamente a nosotros y nos preguntó:
— ¿Se encuentran bien? ¿Nos han robado algo?
— Estamos bien – dije – no nos robaron nada, por suerte Jason logró detenerlos.