El día del torneo llegó. Ami y yo fuimos en las gradas y elegimos un buen lugar donde pudiéramos ver mejor la pelea. Por suerte, Ami también llevaba consigo unos binoculares, los cuales me los prestaba cada tanto para que visualizara mejor a los participantes.
En la arena había un total de 50 hombres sin camisas, todos grandes y fornidos, provenientes de distintas localidades. Recordando que los guardias no permitían el ingreso a la ciudad con armas, supuse que sería un combate cuerpo a cuerpo, lo cual me alivió un poco porque tenía miedo de que Jason y Morgan se vieran en desventaja por estar desarmados.
Hablando de ellos, los vi en medio de todo el batallón de gigantes musculosos. Por ahí cerca también estaban otros tres sujetos, que señalaban a Jason mientras se reían de él. Era cierto que, a diferencia de los demás combatientes, nuestro guía lucía muy enclenque. Pero no tienen ni idea de lo que es capaz de hacer para derrotar a sus contrincantes.
El presentador subió a una tarima situada al extremo de la arena. Estaba vestido con una toga romana, unos laureles en la cabeza y un megáfono en sus manos, para que el público situado a las alturas de las gradas pudiera escucharlo. Una vez que los participantes se pusieran en sus puestos, el presentador dio inicio al evento.
— ¡Damas y caballeros! ¡Hoy celebraremos una nueva edición de “Duelo de Bestias” de Ciudad Cristal! ¿Quiénes serán los cuatro afortunados que clasificarán para los cuartos de final? ¡Presencien la espectacular eliminatoria en donde cincuenta guerreros provenientes de distintas partes del mundo, se enfrentarán en un todos contra todos para alzarse con la victoria!
El público comenzó a aplaudir, incluso Ami dio un grito de apoyo a nuestros compañeros para que salieran victoriosos. El presentador volvió a tomar su megáfono y continuó:
— Las reglas son simples: no se permiten armas de ningún tipo, esto incluye palos, piedras y cualquier objeto que pueda ser manipulable como arma. Se permite cualquier otra técnica de combate donde solo usen su cuerpo y, por supuesto, esta prohibido matar al oponente. Quien rompa con esas reglas, será automáticamente descalificado. El que cae fuera de los límites de la arena, queda inconsciente o no está capacitado para levantarse en un lapso de diez segundos, será automáticamente eliminado. Teniendo en cuenta eso, es hora de dar inicio a las eliminatorias.
Un par de chicas, disfrazadas de la diosa Atenea, surgieron a los costados de la tarima, sosteniendo unos banderines rojos. El púbico comenzó a dar unos golpes sincronizados con sus palmas, dando a entender que estaban expectantes por el inicio del enfrentamiento múltiple.
El presentador respiró hondo y, a viva voz, gritó:
— ¿Preparados? ¿Listos? ¡AHORA!
Apenas las chicas bajaron los banderines, empezó la pelea. En verdad era un combate de todos contra todos, ahí no había piedad y los cuerpos no paraban de caer fuera de la arena. Unos cuantos terminaron huyendo, en especial los más nuevos que no se esperaban que fuera demasiado intenso. Jason y Morgan, por su parte, se mantuvieron en el centro y se colocaron espalda contra espalda, ya que decidieron pelear en equipo. En eso, Ami comentó:
— Ellos están buscando clasificar juntos en los cuartos de final. Es normal que los participantes hagan esto por mutuo acuerdo, me alegra que estén deseosos de ganarse ese premio que nos ayudará a todos.
— Supongo que la alianza no durará para siempre – dije – ya que, eventualmente, deberían enfrentarse. Espero que ambos clasifiquen para la final, aunque estoy 100% seguro de que ganará Morgan. Si es así, Jason se quedaría con el premio de consolación, lo cual está bien porque podremos comprar un buen carro para el viaje y, quizás, alojarnos en mejores posadas.
Pronto, vi que algunos guerreros se fijaron en nuestros compañeros, por lo que de inmediato se acercaron a ellos para derribar sus defensas y enfrentarlos por separado. Uno de ellos tomó a Jason del cuello e intentó estrangularlo, pero él logró tomarlo del brazo y lanzarlo al suelo, liberándose. Luego, otros dos más se acercaron a sus dos lados como para tomarlo de los brazos, pero dio un salto e hizo que sus contrincantes chocaran entre ellos, quedando así noqueados.
Morgan, por su parte, solo se limitaba a dar golpes rápidos en la nuca o estómago de sus contrincantes. Uno de ellos, desesperado por no poder derribarlo, le arrebató el banderín a una de las chicas y lo usó como un bate para golpear al leñador en la nuca. Éste, enfurecido por ver que alguien intentó jugar sucio, le dio una feroz patada y lo mandó volar lejos de la arena.
— ¡Eso es indignante! ¿Cómo permitieron que ese participante rompiera las reglas? – comentó Ami – Suerte que Morgan lo evadió a tiempo.
Asumí con la cabeza mientras que, en el fondo, me alegré ver que Morgan en verdad era un tipo duro de matar. Casi nada podía derribarlo.
De los cincuenta combatientes, solo quedaron cinco, contando con Jason y Morgan. Esos tres los rodearon en círculos para que no escaparan. Dos de ellos se abalanzaron y nuestros compañeros los esquivaron, yendo a lados opuestos. Pero un tercero, que mediría unos dos metros de altura, interceptó a Jason por la espalda y le rodeó el cuello con sus brazos, aplicándole una llave.
Morgan, al ver a su compañero en aprietos, hizo amago de acercarse. Pero Jason le dijo:
— ¡Déjame! ¡Derriba… a uno…!
El grandote presionó aun más sus brazos, impidiéndole hablar. Morgan dio media vuelta y vio a los dos participantes yendo directamente hacia él. Sin pensarlo, se acercó al que tenía más a su alcance y lo derribó dándole un golpe directo en su estómago.
Un silbato sonó, las eliminatorias terminaron y quedaron clasificados los cuatro combatientes.
El grandulón que había inmovilizado a Jason terminó por soltarlo, aunque lucía bastante molesto por la interrupción del combate. Morgan se acercó a su compañero y le preguntó cómo se sentía, mientras le daba ligeros golpes en la espalda para que pudiera toser y recuperar el aliento.