Al día siguiente, nos dirigimos todos al coliseo. Morgan combatiría primero, por lo que Jason se quedó con nosotros al costado de la arena. Debido a que éramos los acompañantes del combatiente, estábamos autorizados a estar ahí en lugar de las gradas, ya que así podríamos asistirlo en caso de necesidad. Por mi parte me pareció bien, así escucharía mejor al presentador y a los participantes.
El caballero Florián tenía su propio escudero, quien procedió a darle unos masajes en su espalda para relajar cualquier tensión. También se encargaba de pasarle agua, comida o cualquier cosa que le pidiera según su capricho.
Morgan lo miró y su rival le dirigió la mirada, mientras presionaba sus nudillos para demostrarle que estaba listo para la pelea.
El presentador apareció, junto con su peculiar megáfono y en compañía de la chica que llevaba el banderín rojo. Apenas se subió a la tarima, inició con la presentación:
— ¡Bienvenidos, damas y caballeros! ¡Hoy serán testigos de un espectacular combate cuerpo a cuerpo de un gallardo caballero contra un gentil leñador!
El público comenzó a aplaudir, mostrando así que el apoyo era por igual. A lo lejos, vi a la princesa Mara dentro de la sección VIP de las gradas. Algunos de sus sirvientes le ofrecían frutas y refrescos, mientras que sus pajes no paraban de abanicarle el rostro con sus abanicos de siempre.
— Vaya, la princesa sí que es bonita – comentó Ami, al percatarse de que la estaba mirando – Supongo que a Morgan le interesará reunirse con ella cuando termine el torneo.
Morgan no parecía mostrar ningún interés en la princesa, dado que seguía mirando fijamente a su oponente mientras se preparaba mentalmente para la batalla.
El presentador continuó con su discurso.
— Para asegurarnos de que ninguno de los combatientes lleve armas ocultas en sus ropas, en esta ronda deberán pelear sin sus camisas. Una vez que se libren de su atuendo exterior, pueden subir a la arena.
Morgan se sacó su gabardina y camisa, revelando así sus fornidos músculos, resultado de tanto talar árboles y pelear contra los depredadores de bosque en su solitaria vida de leñador. Florián, quien se sacó su túnica y capa, reveló un cuerpo bastante dotado y musculoso, pese a su esbelta apariencia.
Apenas subieron a la arena, Florián comenzó a hacer una extraña sesión de exhibicionismo, revelando sus bíceps mientras decía:
— ¡Admiren a este ejemplar, bellas damas, que pronto todo esto le pertenecerá a la princesa!
Noté que algunas doncellas daban suspiros de indignación, mostrándose claramente envidiosas por la “suerte” de la princesa de tener a un posible Adonis como esposo. Ami, por su parte, puso una expresión de desagrado y dijo:
— ¡Detesto a estos idiotas!
Morgan, ignorando todo ese espectáculo, se dirigió al centro de la arena y se mantuvo en posición recta. Florián, pronto, también lo imitó y quedaron frente a frente.
La chica del banderín comenzó a enarbolar la bandera, apuntando hacia arriba, mientras el presentador decía:
— Las reglas son las de siempre: nada de matar al rival, pueden usar cualquier técnica de combate cuerpo a cuerpo, ya sea puños o patadas. Si quedan inconscientes, caen fuera de la arena o están incapacitados para levantarse en 10 segundos, serán eliminados. No hay límite de tiempo, el que queda de pie gana. Una vez dicho esto, ¿están listos para presenciar el combate?
El público ovacionó y golpeó los asientos de las gradas con sus manos y pies. La princesa me miró fijamente, como si buscara recordarme la promesa que le hice en nuestro encuentro. Yo levanté un pulgar hacia arriba y ella me sonrió, interpretando que seguía recordándolo.
El presentador continuó, aumentando así la expectativa del público.
— ¡Bien! ¡Es hora de empezar! ¿En sus marcas? ¿Listos? ¡Ya!
Apenas la chica bajó el banderín, Morgan y Florián extendieron sus puños y los chocaron entre sí, mientras gritaban. Luego de eso, se separaron y volvieron a confrontarse, esta vez, entrelazando sus manos con la intención de derribar al otro.
Vi que Morgan retrocedió unos cuantos centímetros, lo cual me preocupó. Pero, luego, logró tomar el control y consiguió derribar al oponente, haciendo una zancadilla.
— ¡Vamos, Morgan! ¡Tú puedes! – le gritó Ami.
Florián la miró y, luego, le dijo a Morgan:
— Vaya, sí que tienes una linda admiradora. Me pregunto si te seguirá apoyando después de barrer el suelo contigo.
Morgan, sin responderle a su intimidación, le propinó un fuerte golpe en la mejilla izquierda, dejándolo atontado. Ahí, el leñador procedió a darle tremendos golpes por todos los ángulos, haciendo que el caballero solo pudiera protegerse con sus brazos.
Al final, cansado de tanto ataque, lo empujó con su hombro y lo derribó en el suelo. Tras eso, se alejó unos metros y, mientras señalaba a Ami, le dijo:
— ¿Qué te parece esto? Si gano, me quedo con la chica. Aunque seguro se sentirá más dichosa conmigo que contigo, porque yo si sabré darle donde le gusta.
Fue ahí que los ojos de Morgan adquirieron un extraño brillo, como si las atrevidas palabras de Florián despertaran su bestia interior. Sin dudarlo, le dio un fuerte cabezazo, que le causó una profunda herida en la frente, haciéndole sangrar.
— ¡Morgan! ¡Cuidado! – gritó Ami.
El caballero, esta vez, le dio una patada a Morgan en un costado, derribándolo por el suelo. Luego, procedió a patearlo una y otra vez, apuntando entre las piernas y por el abdomen. Ami comenzó a pedir que detuvieran el combate, mientras Jason se tensó al ver la forma en que Morgan era pisoteado por ese desgraciado hombre.
Justo cuando creímos que ya no habría más esperanzas, Morgan se giró y logró sostener la pierna de Froilán en lo alto, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
Con dificultad, el leñador se puso de pie y le advirtió: