El coliseo estaba repleto, incluso muchos de los espectadores quedaron de pie por falta de asientos. La noticia de que “el gigante temerario” se enfrentaría a “la fiera salvaje” en la batalla final recorrió por toda la ciudad, siendo así uno de los eventos más importantes de todos los tiempos.
Sansón y Morgan ya estaban en la arena, frente a frente, mientras el público depositaba sus esperanzas en el leñador para que se alzara con la victoria. Apenas podía escuchar al presentador, dado que no paraba de mirar a Morgan y desearle todo lo mejor en ese enfrentamiento.
Ami juntó ambas manos, en señal de rezo. Pensé en Jason, quien en esos momentos estaba en el hospital siendo tratado por los mejores médicos que le pude conseguir. Así es que me acerqué al borde de la arena, junté aire y le dije a Morgan:
— ¡Tú puedes, Morgan! ¡Creemos en ti!
Morgan no me miró, pero levantó su pulgar hacia arriba en señal de que captó mis palabras.
Cuando el presentador terminó de mencionar las reglas, procedió con la apertura del combate.
— ¿Preparados? ¿Listos? ¡AHORA!
Morgan, sin esperar más, asestó su primer golpe a Sansón con un derechazo. Sansón, por su parte, movió sus piernas y le aplicó unas zancadillas, pero Morgan dio un salto rápidamente para mantenerse de pie. Sansón, entonces, le dio un cabezazo contra la frente de Morgan, haciendo que este retrocediera y se llevara las manos en la zona afectada.
Ahí, Sansón inició con su lluvia de puñetazos, mientras que Morgan se protegía con sus brazos. En algún momento, aprovechó una apertura y le dio un golpe en la axila, haciendo que su contrincante retrocediera.
— ¡Vaya! ¡Eres más duro de lo que creía! – le dijo Sansón a Morgan – pero te falta entrenamiento. De nada sirve la fuerza bruta si nunca antes has entrenado con alguna técnica de combate.
Mientras Sansón fanfarroneaba, Morgan se acercó a él y le dio un golpe en la mejilla, a puño cerrado. Esto hizo que Sansón se enfadara, ya que fue interrumpido, y le advirtió con rudeza:
— ¡Te destrozaré tal como lo hice con tu amiguito!
Morgan se agachó para esquivar el golpe de Sansón, lo tomó del brazo y lo lanzó por el suelo. Sin soltarlo, le propinó unas fuertes patadas, mientras presionaba sus dedos con la intención de fracturarlos.
Fue ahí que Sansón jugó sucio y, tomando un puñado de arena, se lo arrojó directo a los ojos de Morgan.
Al encontrarse ciego, Morgan no tuvo otra opción más que protegerse con sus brazos de las tremendas palizas dadas por su contrincante. El público abucheó y volvió a arrojar su basura a la arena. Uno de los espectadores le arrojó una botella de vidrio a Sansón, pero este consiguió esquivarlo y el objeto cayó al suelo.
En eso, Sansón tomó el pico de la botella, cuya base se encontraba rota y formaba unos filosos dientes capaces de rasgar la piel. Lo que temía, planeaba usar esa cosa como un puñal.
El presentador, al percatarse de eso, le recordó a Sansón:
— ¡No se permite ningún tipo de arma, participante Sansón! Le recuerdo que si usa cualquier objeto contundente en el torneo, será descalificado.
Sansón, ignorando por completo las advertencias del presentador, corrió directo hacia Morgan para apuñalarlo con la botella rota.
— ¡Cuidado! – gritamos Ami y yo, al unísono.
Pese a que Morgan no podía ver, logró esquivar el traicionero ataque. Esta vez, el público manifestó su indignación, pidiendo a los guardias que intervengan de inmediato.
Pero sería inútil. En ese momento, dejó de ser un simple torneo para ser una batalla campal sin reglas. Sansón estaba en su mundo de guerra, solo tenía ojos para Morgan y estaba dispuesto a destruirlo ahí mismo como si fuera su peor enemigo.
Morgan, quien logró recuperar su visión, se fijó en la botella rota. Estaba desarmado y semidesnudo, no tenía con qué protegerse y no le quedaba de otra que esquivar el ataque.
— ¡Eso es jugar sucio! – reclamó Ami, mirando al presentador - ¡Detenga inmediatamente esta pelea!
El presentador tomó su megáfono y volvió a advertirle a Sansón:
— ¡Por última vez, suelta esa botella o daré fin al combate!
— ¡Cállate! – le gritó Sansón al presentador - ¡Haré lo que sea para ganar, así es que no te metas!
Tras eso, corrió directo hacia Morgan para volver a intentar apuñalarlo. Morgan lo esquivó una y otra vez, evitando así que su piel sea cortada por el vidrio.
Cansado de tanta injusticia, fui corriendo hasta la sección VIP, donde estaba la princesa. Unos guardias me bloquearon el paso, pero no me di por vencido y le grité desde la distancia:
— ¡Princesa Mara! ¿De verdad vas a permitir que esto pase? ¿Qué tanto necesitas para estar satisfecha? ¡Tomaré represalias contra ti si mi amigo muere en este combate!
Ami, quien que había seguido, me tomó del brazo y me dijo:
— ¡Príncipe Ricardo! ¡Es increíble! ¡Mira esto!
Giré la cabeza hacia la arena y vi que, hábilmente, Morgan consiguió sostener la muñeca de Sansón, impidiéndole así seguir atacando con la botella.
El silencio reinó en el recinto, tras ver la destreza que tenía Morgan de contener a un rival jodido como lo era Sansón. Debido a eso, pude escucharle claramente a mi querido leñador:
— ¿Así es que te consideras el más fuerte del mundo? ¡No me jodas! ¡Aquí solo veo a un cobarde y los cobardes como tú no son rivales para mí!
Tras eso, le torció el brazo por detrás y, de un estirón, le dislocó el hombro.
El sonido de los huesos quebrándose retumbó por el recinto, junto a los gritos de dolor generados por Sansón. Pronto, su brazo quedó inutilizado, impidiéndole así seguir usándolo para pelear.
Pero lejos estaba de acabarse el combate.
— ¡Aún tengo el brazo izquierdo! – le dijo Sansón a Morgan - ¡Verás que solo con eso te destruiré!
Enloquecido por la ira, fue directo hacia Morgan para seguir golpeándolo, esta vez, con la mano izquierda.