Tras recibir el premio por el combate, Morgan, Ami y yo fuimos rumbo al hospital para darle a Jason las buenas noticias, aparte de que surgieron ciertos cambios de decisiones de última hora. Debido a que Sansón infringió las reglas, el jurado decidió descalificarlo del puesto de segundo lugar y otorgar el premio de consolación a Jason, quien, a ojos de los ciudadanos, fue el verdadero campeón de su combate.
— ¡Vaya! ¡Esto no me lo esperaba! – dijo Jason, mientras contaba las monedas – Quizás con esto compre nuevas armas, ya que la princesa gentilmente nos donará su carro.
— Por mi parte, entregaré parte de mi premio a Ami, tal como lo he prometido – dijo Morgan, procediendo a darle una bolsa repleta de florines en su interior – Estoy seguro de que, con esto, podrás comprar algún local modesto, pero con algo se empieza. Espero que logres tener un negocio próspero en esta ciudad, te lo mereces.
— Gracias por todo, Morgan – le dijo Ami, mientras le daba un beso en la mejilla – si algún día planeas regresar, búscame. Te estaré esperando.
Mientras charlábamos, recibimos la visita de la princesa Mara, quien iba en compañía de los médicos residentes del palacio.
— Buenos días a todos – nos saludó la princesa – he venido aquí para cumplir con lo prometido: tener una cita con el ganador – miró a Morgan, con una media sonrisa que ocultaba su sentimiento de culpa – la verdad no era como me lo imaginaba, pero la situación lo apremia.
Un par de médicos tomaron los extremos de la cama de Jason y lo trasladaron a otro cuarto. Morgan también fue guiado por unos enfermeros, ya que ambos serían tratados de forma exclusiva por voluntad de la princesa.
— ¿A qué se debe esto? – le pregunté a la princesa Mara.
— Pensé que, lo mejor para ti, sería que tus amigos se encuentren en las mejores condiciones lo más pronto posible para acompañarte en tu viaje – me respondió, encogiéndose de hombros – aunque recomiendo que dejes al hombre rubio, Jason, quien está en peor estado. Prometo que lo cuidaremos bien y lo dejaremos ir, apenas se mejore.
— Lamentablemente, Jason es nuestro guía – le dije a la princesa – Solo él conoce la ubicación exacta del templo.
— En ese caso, me esmeraré para que los médicos le den un buen tratamiento.
La princesa se acercó a Morgan, a quien estaban aplicándole una venda en su frente y algunos vendajes en sus antebrazos que, de seguro, quedaron muy lastimados por los golpes.
— Si no te importa, podemos proceder con nuestra cita – le dijo la princesa a Morgan – No te preocupes por tu amigo, él estará bien. Además, necesitará descansar.
— Entiendo – dijo Morgan, quien comenzó a seguir a la princesa – de igual forma no estoy tan mal, todo gracias a que conseguí esquivar el botellazo de mi contrincante.
Ambos salieron del consultorio y se fueron a una sala vacía del hospital para tener su para nada romántica cita.
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Cuando Morgan regresó, Ami se aseguró de que los médicos lo atendieran, dado que Jason se encontraba durmiendo y necesitaba descansar.
— ¿Qué tal te fue en tu cita? – le preguntó Ami.
— Normal – respondió Morgan – me dijo que si quería, podía casarme con ella para gobernar juntos este reino.
— ¿Y aceptaste? – le preguntó.
— No – respondió Morgan – no me veo con una corona y detesto estar lejos de la naturaleza. Ella no necesita a un hombre para liderar su reino, solo trabajar en sí misma para aumentar su confianza y hacer que sus subordinados la respeten.
— Vaya, no sabía que eras feminista – comenté.
Morgan se rio por mi comentario. Luego, mirando a Ami con su peculiar cariño, respondió:
— Las mujeres son igual de capaces que los hombres de salir adelante. Y Ami es un claro ejemplo de eso.
Ami asumió con la cabeza, confirmando así las palabras de Morgan. La verdad no entendía de esas cosas, ya que en la realeza nos enseñan que todos nacemos con un único propósito en la vida. Sé que, en mi caso, tendré que casarme con una princesa o duquesa para tener un hijo quien seguirá mis mismos pasos y, así, poder perpetuar mi linaje.
Debido a que pronto nos separaríamos de Ami, decidí que Morgan compartiera con ella sus últimos momentos juntos, a solas. Salí del cuarto donde se encontraban y me dirigí al dormitorio de Jason.
Al entrar, este ya se encontraba despierto, mirando por la ventana. Quizás no notó mi presencia porque ni siquiera giró para saludarme. Pero me di cuenta de que sostenía una pequeña botella en sus manos con un líquido extraño.
— ¿Qué es eso? – le pregunté, señalando la botella.
Jason, percatándose de mi presencia al fin, respondió:
— No es nada. Es más, pensaba tirarlo.
Y, sin más aclaraciones, arrojó la botella por la ventana.
Intentó regresar a la cama, con esfuerzo. Me acerqué para ayudarlo a acostarse y mientras les colocaba las almohadas a sus costados, comenté:
— Creo que extrañaré a Ami. Ha sido una gran compañera. ¿Y qué hay de ti? ¿Te gusta ella?
— Me cae bien – respondió Jason, mientras miraba por el techo – ojalá yo también hubiese tenido una mujer así de buena y fuerte en mi vida. La verdad siento mucha envidia por Morgan, él ha tenido alguien que siempre lo cuidó y tiene todo lo que siempre he anhelado, como amigos que lo aprecian. Y eso que es un lobo solitario.
— Es porque ayuda a otros de forma desinteresada – reflexioné – quizás lo vivido con Ami le hizo querer ser independiente, pero fue al extremo de dejarse estar y nunca tener a alguien a quien pudiera acudir cuando lo necesitara. Fue una suerte que nos la hayamos encontrado por el camino, así le enseñará que no tiene nada de malo pedir ayuda. ¡Nadie puede con todo!
Jason sonrió, pero luego puso una expresión de preocupación. Giró ligeramente su cabeza en dirección a la ventana, donde había tirado su botella. Luego, me miró a los ojos y me dijo: