La copa divina

Capítulo 12. El último encuentro con la princesa

Aun cuando decidí ir al palacio solo, sentí un miedo terrible de tener que toparme con Zack y Jully durante mi trayecto. La noche estaba más animada de lo usual y había mucha gente en las calles. Me pregunté si había algún evento especial que justo coincidió con el día del combate final, pero lo que vi me sorprendió más.

En el centro del parque principal, la princesa Mara estaba sobre una tarima, junto a sus escoltas y damas de compañía. Mucha gente fue a verla dado que tenía un anuncio muy importante que decir.

— Ciudadanos de Ciudad Cristal – empezó la princesa – es claro que este último torneo estaba previsto que el campeón se desposaría conmigo para gobernar como monarcas. Pero surgieron ciertos imprevistos que la corte real no pudo prever, por lo que el compromiso de casamiento fue cancelado. Debido a eso, he tomado la decisión de encargarme de todos ustedes y trabajar duro para crear una sociedad próspera y rica. Nuestra ciudad destaca por promover el pacifismo dentro de sus muros y seguirá siendo así si todos cooperamos para alcanzar la gloria. ¡Que Dios y sus ángeles nos protejan de todo mal!

Todos comenzaron a aplaudir y alabar a la princesa, por lo que supuse que ella podría lograrlo sin necesidad de tener un esposo. Di un ligero aplauso a lo lejos y, cuando noté que ya se estaba retirando del lugar, procedí a seguirla.

Cuando logré alcanzarla, le dije:

— Princesa Mara, quisiera hablar con usted de algo urgente y que podría comprometer la vida de muchas personas.

— Eso suena grave – dijo la princesa – está bien, sube conmigo al carro y charlemos.

En el fondo, me alivié de que podamos estar dentro del carro. Aparte, al estar rodeado de la escolta de veinte soldados, habría menos chances de que Zack y Jully intentaran atentar contra mi vida. Por cosas como esas me alegraba haber nacido en la realeza.

Una vez dentro, procedí a explicarle brevemente que unos enemigos del clan “Sombra” buscaban sabotear nuestro viaje y hasta lograron traspasar los muros de la ciudad. Por supuesto, omití la parte en que Jason me confesó su origen, pero sí le dije que los del clan buscaban lo mismo que yo, pero para fines más oscuros. La princesa, al escuchar sobre posibles enemigos dentro de su ciudad, exclamó:

— ¡Eso es terrible! ¡Y yo que creí que el muro de la ciudad era impenetrable! Está bien, alteza, veré de reforzar la seguridad y habilitar el acceso y salida SOLO en la entrada principal. No puedo permitir que los habitantes sepan de esto o podría perder credibilidad.

Respiré aliviado al ver que a la princesa le importaba su gente. Ya había previsto que si lo pedía para nosotros, ella querría darme condiciones, pero como era algo que también afectaba a la ciudad, entonces podríamos unir fuerzas para enfrentarnos a un enemigo común y derribarlo. Lamentablemente, las cosas no siempre son tan buenas como la pintan, porque siguió comentando al respecto.

— Los del clan “Sombra” son muy terribles, no los quiero tener ni en las celdas. Por eso buscaré la forma de expulsarlos de la ciudad. Si dejas que me deshaga de ellos, me gustaría pedirle algo a cambio, príncipe Ricardo. Descuida, no será algo grande, tan solo es un pequeño favor y que creo que podría convenirte también.

— Claro, lo que tú quieras, su alteza – le respondí – después de todo, asignaste a los mejores médicos de la ciudad para atender a mis compañeros y hasta nos donaste un hermoso carro con el que podremos continuar el viaje.

La princesa sonrió al escuchar mis palabras. Parecía una niña pequeña a quien acababa de darle un cumplido, por lo cual me confié y me sentí mal por haberla gritado en el torneo. Tras bajar mi guardia, ella me dijo:

— Si llegas a encontrar la copa divina y compruebas que su poder es real, quisiera que regresaras a la ciudad con ella para hacer una demostración en vivo. Tengo muchas personas con enfermedades incurables, tanto que han perdido las esperanzas. Descuida, te la devolveré apenas termine de curarlos a todos y así podrás usarla con tu madre. ¿Qué dices, príncipe Ricardo? Si aceptas, te prometo que crearé una carnada para distraer a los del clan “Sombra” y, así, ustedes puedan escapar de ellos sin ser detectados.

Tragué saliva. No sé por qué siempre que hablaba con ella, terminaba saliéndose con las suyas. Me sentía un mal negociante, lo cual no sería bueno para mí si heredara el trono algún día. Aunque la princesa y yo ostentábamos el mismo título, por ciertas circunstancias ella se vio forzada a gobernar a su gente ante la ausencia de un rey. Era claro que tenía más experiencia que yo en esos asuntos, por lo que me maldije a mí mismo por no prestar atención a mis lecciones y pasarme el tiempo disfrutando de los placeres, como todo niño mimado de la realeza.

Pese a que su intención de usar la copa divina era benevolente, había algo detrás de eso. Sabía que no solo se limitaría a curar a las personas con enfermedades graves de la ciudad, sino que también atraería la atención de los pueblos vecinos y cada vez más personas querrían acercarse ahí para recibir la medicina milagrosa. De esa manera, Ciudad Cristal no solo sería conocida por ser una ciudad segura y pacífica, sino también alcanzaría la fama por tener el poder de la curación en sus manos. Algo así no podría ser rival para ningún reino como el mío, demasiado poder también es peligroso para el mundo, sea con las intenciones que sea.

A modo de extender nuestro tiempo, le pregunté:

— ¿Y cómo planea crear la carnada, princesa?

— Usaremos el carro de tu amiga como señuelo – respondió – Tus enemigos creerán que están saliendo de la ciudad y comenzarán a perseguirlo hasta cierto punto, en donde obviamente mis soldados los mantendrán a raya. En cuanto a ustedes, irán en el carro que les he donado y serán conducidos por un chofer muy eficiente, que los llevará al destino sin hacer tantas preguntas. Solo piénsalo, príncipe Ricardo, y decídete ya antes de llegar a tu alojamiento.




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