El dolor fue intenso, tanto que recorrió todo mi cuerpo como una descarga eléctrica. Morgan gritó, pero no escuché claramente lo que decía. Zack, por otro lado, dejó de atacarnos y se perdió de mi campo visual.
Sentí que el leñador me atrapó con sus brazos. Pude ver que aún tenía el dardo clavado en el brazo, por lo que extendí mi mano para arrancárselo. Él, al darse cuenta de eso, me tomó de la muñeca y me dijo:
— Soy inmune a los venenos, en el circo apreciaban mi estómago y querían hacerme tragar toda clase de cosas en los espectáculos. Creo que Ami no les mencionó eso…
— En verdad eres increíble, jefe… cof, cof – suscité – siempre velé por mí mismo y creí que nunca me nacería el deseo de proteger a alguien con mi vida. Pero ahora que voy a morir, yo…
— ¡Nadie va a morir aquí! – me interrumpió Morgan, mientras me depositaba en el suelo y aplicaba los primeros auxilios - ¡No lo permitiré!
Giré ligeramente la cabeza hacia el templo y vi que Zack le había arrebatado la copa a Ricardo. Este intentó quitársela, pero fue apuñalado y arrojado al río sin piedad. Después, el joven miembro del clan comenzó a celebrar, mientras la sacerdotisa lo miraba sin perder la calma.
Intenté juntar las pocas fuerzas que me quedaban y le advertí:
— ¡De ninguna manera deje que ese sujeto se lleve la copa, señorita! ¡Si lo hace, el clan “Sombra” dominará el mundo y estaremos jodidos!
— ¡Cállate! – bramó Zack - ¡Dejen de pelear y admitan mi victoria! ¡Soy superior a todos ustedes! ¡Pronto me curaré y terminaré con mi trabajo! ¡Ya lo verán!
Cuando terminó con su celebración, tomó a la sacerdotisa del cuello de su túnica y la amenazó, diciéndole:
— Dime ya cómo activar su magia o te mato.
— Llénala con el agua de la laguna – le respondió la sacerdotisa – asegúrate de beberla completa. Solo si eres digno, la magia de la copa te curará.
— ¡Claro que soy digno! ¡Y te lo demostraré!
Zack soltó a la sacerdotisa y siguió sus indicaciones. Una vez que la copa estuvo llena, la bebió entera. Pero en lugar de curarse, sintió un ardor interno que se expresó en su cara. Pronto, sus ojos salieron de sus órbitas y sus manos se dirigieron a su cuello, mientras gritaba:
— ¡Me quemo! ¡Me quemo!
Poco a poco, su cuerpo comenzó a arder en llamas, tanto que se arrojó a la laguna por desesperación y terminó muriendo carbonizado.
Ricardo, quien salió del lago, llegó a ver tan macabro espectáculo y, como si el agua fuera brasa ardiente, saltó de ella y gritó:
— ¡No! ¡No quiero morir!
— No morirás, alteza – le respondió la sacerdotisa – el agua te curó de la herida fatal que te provocó ese bandido porque, apenas viste a tus amigos en peligro, olvidaste tus propios deseos y saliste del templo a socorrerlos.
— ¿Pero cómo? ¿Qué? ¿Cuándo? ¡No estoy entendiendo nada! – dijo Ricardo, mientras se llevaba una mano en el abdomen para comprobar que no tenía herida alguna.
Morgan me alzó en brazos y se acercó a la sacerdotisa, diciéndole:
— Cambié de opinión, ahora sí quiero la copa divina para salvarlo. Logré detener la hemorragia, pero no sé si será suficiente.
— ¿Y qué hay del veneno en tu brazo? – le pregunto la sacerdotisa, demostrando claramente que vio la pelea y escuchó nuestra conversación – Podrías usarla para curarte a ti mismo y hacer que el sacrificio de tu amigo no sea en vano.
— Puedo tolerarlo, no es nada para mí – respondió Morgan – no me importa lo que me pase, solo quiero salvar a mi amigo.
— Pueden salvarse ambos – le dijo la sacerdotisa – pero no necesitan la copa para eso, solo basta con sumergirse al lago.
Morgan dudó, ya que de verdad le impactó presenciar el desenlace de Zack. Para poder darle un empujoncito, lo tomé de la ropa y le dije:
— No te preocupes, jefe. Si pereces, prometo cuidar de Ami.
— ¡Jah! ¡No te lo permitiré, ladronzuelo! – dijo Morgan, acercándose a la laguna con decisión – por esta vez, seré egoísta y también me curaré a mí mismo para darte una paliza.
— Ese es el Morgan que quería escuchar.
Sin soltarme, comenzó a sumergirse en el agua. Colocó mi cuerpo de tal manera que mantuviera la cabeza afuera, para poder respirar. Pronto sentí que todos mis dolores comenzaron a desaparecer, como si una fuerza sobrenatural trabajara en cada centímetro de mi cuerpo para renovarlo. Cuando el sangrado se detuvo por completo, me situó con cuidado en la orilla y me preguntó:
— ¿Cómo te sientes?
— Me siento mejor – respondí - ¿Qué tal tú?
— También estoy bien.
Me senté y me saqué la venda que me había colocado instantes antes, comprobando así que no tenía ni una herida. Morgan salió del agua y se sentó a mi lado, mientras daba un largo suspiro de alivio y se olvidaba de la pequeña amenaza que me había hecho. La herida de su cabeza desapareció y tampoco había señales del brazo afectado por el veneno del dardo.
Ricardo, al vernos bien, corrió directo hacia nosotros y nos abrazó, mientras lloraba de la felicidad:
— ¡Me tenían tan asustado! ¡Qué bueno que regresaron con vida!
La sacerdotisa tomó la copa que estaba tirada en el suelo, se acercó a nosotros y nos dijo:
— Viajeros, la copa divina no es una “copa mágica” como tal, ya que el poder curativo proviene de la laguna.
— ¿Cómo es eso? – preguntó el príncipe Ricardo.
— La leyenda dice que una madre lloró tanto por la muerte de su hija, que sus lágrimas formaron un lago – respondió la sacerdotisa – su esposo recogió el agua con una copa tomada al azar y mojó el cuerpecito de la pequeña. La verdadera magia proviene del dolor de una madre que perdió a su retoño y de la voluntad del padre de entregar el mayor de sus tesoros para resucitar a su niña.
— Ya veo – comenté – los del clan “Sombra” han malinterpretado esa leyenda por generaciones.
— Así es, Jason – dijo la sacerdotisa – no es la copa, sino el agua, lo que otorga el poder de matar o sanar al bebedor. El príncipe, al dejar de pensar en sí mismo y preocuparse por sus amigos, logró que el agua curara la mortal herida que le provocó ese bandido. Y hablando de él, este solo veló por su propio interés y no estaba dispuesto a sacrificar su más anhelado deseo para disfrutar del beneficio de la curación milagrosa. Solo aquel que piensa más en el otro que en sí mismo podrá tener la dicha de bañarse en el agua para revitalizarse y prolongar su vida por varias décadas.