La Cordura Vaga por Pomestry

Tragedia de Angus

Cae la lluvia torrencial sobre el prudente pueblo de Pomestry, cuyas casonas viejas conservan ése arte rústico que las caracteriza y cuyos habitantes no han querido dejar atrás, pese a los avances tecnológicos que se iban gestando a lo largo de los años. Sus calles empedradas ocasionan ciertos malestares a los vehículos y, por ende, a sus conductores, que viven esquivando los baches sin reparar y a aquellos nuevos que muy pronto serán habituales en el camino. Los pueblerinos son familias humildes que apenas llegan a fin de mes, intentan cuidar hasta el último peso mediante recaudos como abrigarse bien en invierno y no descuidarse en verano, pues así se ahorrarían medicamentos y atención.

Es en éste contexto que Angus Reutman ha perdido todo lo que lo ha hecho feliz, para empezar, su primera pérdida ocurrió hace no más de cuatro meses, se trató de su esposa, Jessy, que tras varias noches de agonía le rogó por darle un fin a su vida, él se lo negó reiteradas veces y la pobre Jessy cada vez envejecía con mayor rapidez y su voz se gastaba de tanto gritar.

― Debes dejar de ser tan egoísta y hazme éste favor –Le suplicaba ella en su delirio -, si en verdad me quieres, dame la poción mágica y será como un mal sueño, entonces despertaré en una pradera rodeada de los ángeles más bellos, mucho más bellos que los de las pinturas, y ya no sentiré dolor, ellos me abrazarán y me darán el beso divino para que mi alma esté en paz.

La poción mágica en cuestión era una forma romántica de llamar a la botellita letal que yacía sobre la mesa de la cómoda, ésa le había sido entregada a modo de contrabando por el médico para que la enferma no sufriera demasiado, pero Angus aún confiaba en que su esposa tendría las fuerzas necesarias para recuperarse y enmendarse por sí sola. Pero cuán equivocado estaba, que una noche de luna llena, se acercó al dormitorio para entregarle la cena, y en lugar de hallar a una Jessy despierta con una media sonrisa, encontró su cuerpo inerte, frío y tan pálido como el planeta cuya luz alcanzaba a iluminar a la finada como si se tratase de una señal del más allá.

La siguiente pérdida fue su gato Fisgón, su fiel compañero que, incluso durante los días en que Jessy peor la pasaba, éste disfrutaba de dormitar a su lado para que la mujer se sintiese acompañada. El gesto de gato, como una extensión de su amo, conmovía hasta a la persona del corazón más frío, y todos estaban de acuerdo de que era un gato inteligente, hasta Angus aseguraba que tenía a un auténtico prodigio de mascota. Sin embargo, parecía que el animal, al estar acostumbrado a estar en casa, aún no estaba preparado para salir a transitar en las oscuras y peligrosas noches de Pomestry.

― Está destrozado, señor –Le informó un niño vecino a Angus, que había reconocido el cuerpo de la mascota al encontrárselo sobre su calle -, no sabemos si fue un perro, lo más probable es que se trate de otro animal salvaje, aunque lo dudo ¿Es posible que haya sido humano? Sé que hay gente que odia a los bichos, pero no esperaba una atrocidad así ¿Lo ayudo con el entierro, señor? Necesito juntar un par de monedas, hago de todo ¿Lo entierro en su jardín, quiere?

Angus, no recuerda nada de aquel suceso ni siquiera en las condiciones en que hallaron a Fisgón, aquello ocurrió en ‘piloto automático’, ya el fallecimiento de Jessy lo había desmotivado, y la desaparición de su amigo lo hicieron sentir vacío. No tuvo interés ni siquiera en investigar quién o qué le hizo daño al animal, pero sí acepto que ése muchacho lo ayudase a sepultarlo en su jardín, y hasta le pagó más de la cuenta, quizás sin querer, pero necesitaba que el momento pasase rápido.

Por último, la pérdida irreparable y la que podría causar el mayor daño en cualquier persona, se manifestó, Angus perdió lo más preciado: la cordura.

Se atrincheró en su hogar, intentó quitar las penas con un cóctel de alcohol y pastillas, por fuera era una persona sin límites que caía en los excesos como cualquier hijo de vecino porque ya había sentido tanto dolor que nada más podía hacerle ningún daño, pero por dentro, era un alma que deseaba sentir, deseaba recuperar parte de sí, necesitaba sentirse vivo y para ello necesitaba el dolor, porque sólo muriendo significaba que había estado viviendo.

Salió de su hogar con una botella vacía en la mano, algunos transeúntes huyeron de él, reconociéndolo como el loco del barrio, otros, por lo general más jóvenes, se burlaron de él y de sus ropas, hasta niños sin hogar y sin educación alguna, no mostraron ningún ápice de empatía y lo empujaron haciéndolo tropezar con uno de los famosos baches, y cayó de bruces contra el empedrado, el conductor que venía de frente lo esquivó justo a tiempo, pero Angus no lo notó, no estaba aquí en realidad.

­― ¿Dónde está su casa? –Le preguntó por vez décima el hombre de uniforme que lo zarandeaba en busca de información.

‘El loco’ rió y negó con la cabeza de manera exagerada, el otro uniformado le insistió y, al ver que todo era en vano, volvió a arrojarlo contra la suelo dejándolo a la espera de que otra alma caritativa (y paciente) se haga cargo de él. Ése día todos le pasaron de largo, los baches acumulaban agua de lluvia que estaba allí a la vista para que los niños que salían de la escuela pudieran patear y mojarlo con su contenido como divertimento, de todos modos, los padres no los corregirían, ‘El loco’ era él y no merecía su respeto.

Abrumado, golpeado y humillado, pudo volver a su hogar en cuanto recuperó el sentido de la orientación más no el de la cordura, siguió tomando y los tres relojes que colgaban en su sala principal marcaron las seis de la tarde, afuera lucía todo oscuro y la lluvia apenas comenzaba a caer, como ayer, anteayer y el día anterior a ése. Divisó en su fantasiosa mente, una silueta extraña, sombría, que se alzaba de pie junto a su sillón favorito, él le sonrió como si se tratase de un invitado amigable, caminó unos pasos y de golpe, sin siquiera desearlo, cayó de rodillas y la extraña figura oscura se acercó a darle un beso divino.




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