La corona de la Emperatriz

Capítulo III: Cena

 

Eider

El palacio seguía siendo lúgubre y frío, no importaba cuantas veces el sistema de calefacción fuera remplazado el lugar seguía igual. Al igual que sus dueños, pienso. No era muy acogedor ni nada extravagante como el de otros distritos, este palacio fue construido como una fortaleza con varias trampas en su interior, llegar hasta el centro del palacio era una completa tortura si no conocías bien los caminos.

Caminaba sin rumbo fijo, mis escoltas para este momento ya se habrán dado cuenta de mi ausencia y deben estar buscándome. La razón de seguir a Zyan fue simplemente por precaución. Podría entender que Clyde actuara de la forma en que lo hacía, pero cuando se trataba de su asistente todo cambiaba, había visto una mirada siniestra de Zyan hacia el emperador y no dudaba en que actuaría cuando no lo viera.

Si no fuera porque me es muy obediente estoy completamente segura que Clyde ya estuviera muerto. El amor puede convertirse en una obsesión y lo que Zyan me ofrece esta en esa línea delgada, eso me hace dudar si sería bueno convertirlo en Emperador una vez que Clyde sea depuesto.

Sin embargo, ahora no era tiempo de pensar en mí, una guerra estaba próxima y era un hecho de que esta vez no sería tan fácil ganar, con un destino apoyando al enemigo todo el juego cambia. Alyssa no podía liberar a Raziel de su enclaustro y Aremsa había desaparecido, con eso a mi favor solo contaba con mi poder y muy dentro de mí sabía que esta vez no sería suficiente.

Llegue a mi habitación, Ares y Theo custodiaban la puerta. Sus ojos curiosos querían preguntar sobre mi ausencia, pero sabían que no era bueno indagar cuando se trataba de un Nitel. Ver, oír y callar eran las tres reglas imples para sobrevivir en este palacio. Y el precio por incumplir estas simples siglas era la muerte.

Las damas se me acercaron en silencio, con manos cuidadosas me guiaron hasta el tocador. La más joven se centraba en deshacer el peinado con el que se sostenía la corona y las otras cambiaban mi vestuario. Poco a poco la armadura de Emperatriz se deshacía y me encontraba con alguien a quien ya no reconocía.

Lavaron mi cuerpo y me pregunte si un baño era suficiente. La sangre corre por mis manos, víctimas inocentes que fueron silenciadas por malas decisiones, guerras sin ganadores, héroes que no son héroes y perdidas irremplazables. No importa cuántas veces me talle la piel, la sangre seguirá ahí como un fiel recordatorio de lo que soy.

La era de los Nitel debía de terminar, si no este terrible camino de destrucción continuara. Pero no es posible, si yo caigo todo Tempert cae. Así que debo de desterrar a lo más profundo de mi ser esta idea.

El color gris del vestido era un alivio visual, no podía soportar un día más utilizando el mismo color. Suaves telas se adherían a mi piel dándome la libertad de moverme como yo quería y mi cabeza se liberaba de la presión de llevar algo encima.

El comedor principal estaba pulcramente ordenado, con decoraciones variadas muestras del paso del tiempo y de los diferentes gustos de cada monarca. Odiaba ese lugar, las cenas obligatorias a las que tenía que asistir y donde veía como el rey anterior moría lentamente tratando de obtener algo del amor de una persona que ni siquiera podía amarse a ella misma. Y como dolía tener que terminar sola, porque ninguno parecía darse cuenta que yo estaba ahí, estaba cuando gritaban y estaba cuando salían furiosos a terminar la conversación en otro lado. Pero eso solo fue una pequeña probada del verdadero sufrimiento, pronto ya no habría más cenas ni peleas. Ya no había nada.

Y la niña creció.

Ahora este lugar tenía un profundo significado para mí y antes de siquiera procesar como me sentía ya me había adentrado en este lugar.

Los únicos presentes en la cena era mis escoltas y Zyan. El Emperador debía de estar aquí, pero gracias a la intervención de su propio asistente el tendrá que prescindir de esta cena. Clyde era una de las razones para que odiara más tener que venir aquí, como conyugues estábamos obligados a compartir por lo menos una vez al día algún momento y se decidió que fuera la cena.

—¿Y el emperador, Zyan? —Pregunto Zac, Zyan solo rio a lo bajo— Si sabes que engañarlo para no venir aquí es un delito que se paga con la muerte, ¿no?

—El emperador pide que lo disculpen, parece que le cayó mal tomar tanto alcohol—contesto socarronamente.

—Hay rumores de que se la pasa bebiendo­—Murmuro Ezra, los demás guardaron silencio.

—¿Hay rumores? —Pregunto de pronto, uno de sus dedos recorría de forma tranquila el borde de la copa y luego miro a Zac con una sonrisa sospechosa—Me sorprende que existan rumores ¿No es tu trabajo Zac evitar este tipo de situaciones?

—No puedo hacer mi trabajo bien si tú sigues interviniendo, Zyan—En otro momento los habría detenido, pero para variar un poco las cosas deje que continuaran su discusión—Se supone que debes evitar que tu amo beba en exceso para evitar la salida de rumores, pero tal parece que disfrutas ver como el esposo de su majestad se arruina día a día—Zyan solo lo ignoraba pero Zac sabía cómo obtener toda su atención y también como provocarlo—El hecho es que si continuas con esa actitud solo comprometerás a la Emperatriz.

Todos guardaron silencio, los ojos de Zyan oscilaban entre la ira y la rabia. Zac sabía bien que lo único que podía molestar por completo a su ex-compañero era yo. Las personas alrededor de Zyan alejaban sus cuerpos lo más que podían, la presión se sentía con cada mirada que se daban esos dos. Los únicos que estaban relativamente a salvo eran Theo y Ares que estaban custodiando la puerta desde afuera. Ezra me miro a mi con ojos suplicantes mientras Elio comía algunas uvas tranquilamente.




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