La corona de la Emperatriz

Capítulo IV: Reclutamiento

 

Zac

En los pasillos del Palacio se escuchaba el barullo de los nuevos reclutas, entre los cuales unos pocos serian seleccionados para un trabajo considerado de Elite. Servir a la familia Imperial no era nada fácil y aquellos que lograban convivir cerca de ellos debían de estar a la altura.

No estaba en mis planes tener que llevar a cabo las entrevista, pero era un favor pedido por la emperatriz que una vez jure servir. Los Emperadores tenían como único compromiso oficiar la ceremonia de nombramiento de los reclutas por lo que debían mantener una actitud neutral ante todo el proceso.

Al llegar al salón lo primero que sucedió fue que las conversaciones cesaron, los reclutas hicieron una ligera inclinación con su cabeza en muestra de respeto. Vi en sus rostros la emoción y la energía que solo los que nunca habían estado cerca de los Nitel podían tener, ya aprenderían que esa actitud no les servía dentro de este Palacio y que sus amos no serían los hermosos personajes de cuento de hadas que alguna vez fueron.

En la mitad del salón alcé la vista a los balcones donde en unos momentos aparecerían la Emperatriz y su esposo, cuando aparte la mirada vi que otra persona también miraba al mismo lugar. En medio del caos de las personas se miraba irreal su tranquilidad. Nerea Rotte, la amante del emperador se mantenía impasible mirando el lugar donde aparecería su amado. Tenía una mirada que destilaba tristeza y envidia, tal vez porque dentro de ella sabía que ese no era su lugar, pero se negaba a aceptarlo y codiciaba algo prohibido.

Un golpe en el hombro me libero de mi escrutinio hacia esa mujer detestable. Zyan me miraba con ojos divertidos mientras me invitaba a seguirlo a un lugar más discreto. Cuando llegamos a un espacio libre de miradas curiosas el mostro su verdadera cara. Un fastidio innegable se traslucía en su rostro

 

—¿Y? —Pregunto. Frotaba sus manos frenéticamente como si quisiera limpiar algo—¿Qué te pareció?

—Es linda—Dejo de hacer lo que estaba haciendo para sujetarme del cuello de mi traje lo cual me tomo por sorpresa—Pero su belleza carece de sentido comparado con nuestra ama, a su lado ella es una simple criatura vulgar.

—Por un segundo estuve cerca de quebrarte el cuello Zac­—Dijo siseando cada palabra, sonreí ante su amenaza— Me cuesta aceptar su presencia.

—Es una petición de la emperatriz, si ella así lo quiere así será— Aunque también tenía conflictos por esta en particular—Recuerda que nada de lo que ella hace es al azar, todo es parte de su plan.

—Lo entiendo, pero el hecho es que esto es diferente—Hace una pausa para pensar mejor sus ideas­—, En todos sus planes que tuvieron éxito siempre se trataron de temas relacionados al imperio y a la política. Temas que la hacían ser objetiva, pero esto no es igual—Sujeta mis hombros lo que hace que sus palabras tomen más peso—Después de la boda hubo un cambio y lo sabes, algo se terminó de quebrar en ella y no la culpo, pero temo que su objetividad este nublada por el recuerdo del pasado.

Sus palabras son puntiagudas, pero no lo hace con una mala intención. Esta asustado y muy preocupado de las posibles consecuencias. Para una persona como él demostrar este tipo de emociones solo demuestra cuán importante es La emperatriz para él. Cuando se da cuenta de lo que ha hecho se recompone y vuelve a ponerse su máscara de desinterés.

La algarabía se detiene y el martilleo de los corazones se acelera en todos los presentes. Zyan solo hace una mueca de dolor antes de entrar de nuevo al salón yo lo sigo después. Las personas aguardan con la mirada fija en la puerta.

Conozco el dolor del abandono, de la traición y de la perdida, pero eso es parte mi historia. Repetir las mismas plegarias al cielo por un cambio solo ensancha la herida que yo solo me he hecho. Y se vuelve a abrir en cuando la veo, al verla caminar con la frente en alto sin importarle los comentarios sarcásticos o las críticas, sujetada del brazo de alguien que solo piensa en sí mismo.

Los emperadores siguen su camino a su lugar asignado, en ocasiones el emperador saluda a los reclutas mientras la emperatriz sonríe con sutileza. Mi hermano asecha alrededor de la emperatriz junto con las otras sombras como medida de seguridad. Cierro mis ojos cuando la veo tomar asiento al lado de Clyde, sus manos entrelazadas para continuar la imagen de pareja perfecta y mientras abajo solo había varios corazones rotos. Su majestad sonrió, pero su mirada es gélida, aquella calidez que irradiaba sin darse cuenta fue apagada en el día que se suponía el más feliz de su vida.

—Gloria y luz a los Soles del Imperio—Me fuerzo a decir, detrás de mi repiten lo mismo hasta que todos lo hacen

El emperador se levanta de su asiento y mira a su alrededor con una sonrisa exagerada y solo se ve ligeramente interrumpida cuando se encuentra con los ojos de Nerea. Para los que desconocen las historia esto pasa desapercibido, pero no para mí ni para la emperatriz quien se levanta de su asiento para acomodar su brazo en el hombro de Clyde instándolo a continuar con lo que iba a hacer.

—Es un honor ver que hay tantas almas nobles reunidas aquí—Inicio su discurso—, estoy agradecido de que todos ustedes quieran ser mis escoltas, por eso que los mejores ganen y demuestren su valía. —Miro a la Emperatriz y sostuvo su mano—Damos por iniciada la ceremonia de reclutamiento.




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