La corona de la Emperatriz

Capítulo V: Copas

Eider

El ruido de este tipo de eventos siempre me pareció molesto e incluso después de haber asistido a varios jamás termine por acostumbrarme, mucho menos cuando tenía que fingir algo que por mucho que lo intentara ya no existía.

—Su majestad—murmuro Elio mientras me ofrecía una copa de vino que no dude en tomar.

Su rostro denotaba mucho aburrimiento, lo había visto ir y venir de la mesa de comida en más de una ocasión solo para distraerse. Luego me miro con ojos decididos y antes de que pudiera hablar algo le conteste a su pregunta no formulada.

—Ya sé que preguntaras y la respuesta es no—Hizo una mueca, de todos mis escoltas Elio era el menor y por lo tanto el más imprudente—Por qué no disfrutas del banquete, tal vez encuentres a alguien que te agrade y…

—Su majestad con mucho respeto por favor no continúe­­—Lo observe mirar con recelo a los demás invitados antes de sentarse en el suelo junto a la falda de mi vestido— No deseo que este evento se convierta en algo más tortuoso de lo que realmente es.

— ¿Acaso no tienes dignidad? — Hablo con hastió el Emperador mientras volvía a su asiento con una copa más de vino, después de la décima deje de contar— Solo espero que mis escoltas nos sean tan impulsivos como los tuyos, Eider.

Elio iba a decir algo, pero lo silencie, esta vez no lo dejaría pasar.

—Tus escoltas no serán como los míos—Vi su sonrisa de satisfacción ante mi comentario —Nunca encontraras algo mejor que ellos, es una lástima. A ti te van a tocar las sobras—Su rostro se descompuso y apretó la copa con más fuerza que inicio a cuartearse— Y no me hables de dignidad que en lo que a ti respecta tú no te quedas corto

¡Eider! — grito, las personas que aún permanecían dentro del salón lo miraron expectantes, pero se recompuso y hablo despacio casi para sí mismo— Por el bien de la reputación de tu familia y la mía trata de evitar ese tipo de comentarios.

—Podría intentarlo, pero no sé si tú lo harás— Sus ojos se cerraban de vez en vez debido a las innumerables bebidas que había estado tomando a lo largo de las horas—, Mira como estas ni si quiera puedes mantenerte alerta.

­—Bebo para fingir un poco que te importo, aunque sea algo— Murmuro

—Aunque te sientas de esa forma no puedes actuar así— Ignorando su mirada fría me levante de mi asiento y deje que mi poder desapareciera los efectos del alcohol en Clyde, sus ojos brillaron—No olvides que tu imagen también es la imagen del Imperio.

 

—Por un momento pensé que te importaba­— Agachó su mirada, la desilusión era obvia y aunque no quiera aceptarlo algo dentro de mi tembló ligeramente—. Pero el imperio es más importante.

Sus ojos grises parecían nubarrones, tormentas se desarrollaban en su interior. Tal vez por eso lo amaba, porque parecía entender el dolor y el sufrimiento tanto como yo. Recuerdo que llegue a amar cada parte de él incluidos sus defectos. Y fue el recuerdo lo que me hizo hablar.

—No siempre fue así…­ —dije sin pensar y su reacción fue inmediata. Su mano se aferró a la mía como si de eso dependiera su vida. — Es solo que hay nuevas prioridades.

—Una vez prometiste que no me relegarías, pero parece que lo has olvidado y la persona que me hizo esa persona ha dejo de existir ¿no? — Sus dedos acariciaban el dorso de mis manos impacientes de una respuesta

—No del todo— respondí, pero eran palabras vacías.

Un nudo se formó en mi garganta, dolores olvidados se aferraron a mi corazón y mi mano (Clyde seguía sujetándome) ardía. Lo que creí imposible estaba sucediendo, la emociones que habían muerto cuando yo lo hice estaban regresando a mí de forma arrolladora y oprimían cada parte de mi ser. Mis piernas temblaron y antes de darme cuenta ya no me sostenían.

Cerré los ojos esperando a que alguno de mis escoltas me sostuviera, pero no fueron ellos los que evitaron mi caída, al abrir mis parpados la cara de Clyde me miraba con preocupación, tenía frío, pero cuando él me sostenía ese frio parecía desvanecerse.

Me ayudo a incorporarme y en lugar de dejarme en mi asiento me sentó en sus piernas abrazándome, trate de oponer resistencia, pero sus brazos no me lo permitieron y mi cuerpo se negaba a apartarlo recio a desprenderse de ese nuevo calor. Era una estupidez que reaccionara de esta manera y era toda una sorpresa para mí, aunque no era la única.

Elio miraba al Emperador con odio, sus dientes rechinaban a medida que apretaba su mandíbula. Entonces ignorando el protocolo se acercó al asiento del Emperador y se dirigió a él, incluso Ares que pertenecía a una familia poderosa sabía que no era bueno enfrentarse a un monarca, mucho menos si ya era sabido por todos que no se soportaban.

—su majestad, la emperatriz parece un poco agotada tal vez sería bueno llevarla a un lugar más tranquilo—Haciendo acopio de toda la hipocresía que tenía, Elio le sonrió a Clyde

Clyde solo se aferró más a mi cuerpo retando a mi escolta a tomar acciones, pero Ezra previendo esto le susurro algo en el oído a Elio que hizo que se calmara. Elio volvió a tomar el control y se volvió a dirigir al emperador, pero dejando ver un atisbo de odio en su voz.




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