Zac
Elio me había expulsado.
No solo de la habitación de la Emperatriz, también marco el fin de nuestra hermandad. La única familia que me quedaba había terminado por abandonarme, como todos. Ella no tardara en hacerlo, de todos sus sirvientes me consideraba especial por ser lo que soy. Un paralizador dual, que combina el poder interno y externo de su habilidad. Era alguien único y maravilloso dentro de mi especie.
Pero llegar a la capital me demostró que ser especial y creer serlo es muy diferente, yo no ere especial comparado con Zyan que había nacido con habilidades espectaculares y muy utilices que ofrecer, Ezra que manipulaba la energía en su beneficio a diferencia de mí que solo podía paralizada, Leo tenía una habilidad de gran relevancia en la jerarquía de Tempert, un Brasero. A su lado solo no era nadie, mientras ellos podían defender y atacar yo me tenía que concentrar en defender e incluso si no era el único que debía de hacer esa tarea fui superado inmediatamente por mi hermano.
De que servía mi poder actual si no podía alcanzar lo que quería. Por mucho que trataba de llamar la atención de ella su mirada siempre estaba en otro lado ya no en mí como en tiempos pasados. Su corazón se había destruido y había sido remplazado con una enredadera de espinas, e incluso esas espinas no tenían interés en mí.
Estaba cerca de ella, pero la sentía lejos, solo era una persona de confianza para ella y nada más. La oportunidad para tener una relación murió y ahora ese futuro estaba muerto y enterrado. Mi desdiches contrastaba con el optimismo de Zyan quien lucía triunfal una corona invisible.
Una corona que pudo ser mía.
El ardor que provocan mis uñas arañándome es un distractor sutil para los pensamientos oscuros que tengo, la sangre corre por mi palma y gotea el suelo. Esa sangre podía ser la de Zyan, podía hacer que su cuerpo se desangrara lentamente y podía culpar fácilmente al Emperador para ser así la única opción de ella.
El dulce pensamiento se desvanece pronto para que el remordimiento se apodere de mi mente, aunque solo por poco tiempo porque es más fuerte mi ambición. El deseo de monopolizarla era tan fuerte que quería tenerla solo para mi como un pájaro que aprisionas en una jaula para que no vuele, deleitarme todos los días con su belleza y anhelar todos los días un poco de su amor. Esa fantasía era mi día a día.
Las fantasías son solo eso, sueños estrafalarios. Ella se mataría una y otra vez antes de perder la libertad que ahora posee por muy limitada que sea, un alma libre y desafiante jamás podría ser aprisionada en una jaula. El ave era hermosa en libertad privarla de esta seria porque matarla y antes de hacerle daño pondría una espada en mi garganta.
Supongo que siempre estaré de duelo por que soy una violeta, una violeta no debía más que ser sutil y pasar desapercibida en medio de otras flores con más realce. Era irónico que la flor de Zyan representara todo este tiempo su futuro. Flor de Lis, una flor y un símbolo con significados muy utilizados en la nobleza. Ahora la flor de lis se convertiría en la flor imperial, su sangre y apellido se unirían con la espada y las rosas de la Emperatriz.
Una hermosa combinación, la emperatriz y su flor. Desde antes de casarse había mucho acercamiento entre ella y San, un vínculo más fuerte que una amistad que no llegó a crecer gracias a Clyde, pero ahora que ya no era un obstáculo el lazo se hacia más visible. Era como si fueran una pareja predestinada.
Odiaba el futuro que me esperaba, a la sombra de una pareja feliz mientras me hacía pedazos tratando de mantener la cordura viendo como su relación avanza y retorciéndome de dolor al imaginarlos juntos en la noche. Era peor saber que no había nada que pudiera hacer.
—¿Y si existe una manera? —Escucho una voz.
—¿Quién está ahí? —Pregunte, pero en vez de una respuesta solo escuche una carcajada siniestra—Muéstrate
—Mira bien, estoy enfrente de ti—respondió la voz, lo más espeluznante de esto era el increíble parecido entre mi voz y la del extraño
Empecé a buscar a los lados el origen de la voz, pero no encontraba nada que me pudiera dar indicios de su ubicación. La risa se hacía más larga y eso me ponía nervioso. Al final no pude hallarla
—Me tienes enfrente de ti—Susurró y lo vi.
El reflejo del espejo frente de mi cama se movía de forma desigual a mis movimientos como si tuviera vida propia, era idéntico a mí solo que su apariencia lucia más desarreglada y la sonrisa exageraba desentonaba toda la estructura.
—Hola Zac—Hablo y cuando lo hizo salió del espejo, el cuerpo se arrastró por el suelo como una masa negruzca sin forma, como la oscuridad que alguna vez vi derramarse del cuerpo de la Emperatriz varias lunas atrás
—¿Qué eres? —Le pregunte a la figura ya formada— ¿Que eres? —Repetí.
—Yo soy tú—respondió observando mis cosas personales—Una parte de ti que nunca dejas salir
—Ja, parece que otra vez Zyan volvió a poner alucinógenos en mi habitación. Ese maldito—Esas palabras enfurecieron a la criatura que me aprisiono en una pared y me mostro sus dientes afilados. No se sentía como una ilusión—. No es una ilusión.
—Eso desearías, pero no lo soy Zac. Soy tan real como tú—Seseo mientras su larga lengua relamía sus labios—Soy la parte de ti que más tratas de esconder, la que deseas tanto que nunca sea descubierta y que te esmeras por ocultar de todos.
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Editado: 26.05.2023