La corona de la esclava

Capítulo 5: Inquebrantable

 

Respira, respira Verónica...

 

—¿Se encuentra bien, mi lady? —Rose?observaba preocupada mientras yo me sentaba en la cama de la que sería mi nueva habitación.

 

<<¿Bien dice?>>

 

—Está pálida, ¿Quiere que le traiga algo?  —Negué con la cabeza mientras comenzaba a desabrochar los botones superiores de mi vestido, necesitaba intentar deshacerme de la sensación de ahogo que me impedía respirar—. El baile de bienvenida es en unas horas, tal vez lo mejor sea que descanse —dijo mientras se marchaba.
 

<<De seguro él me odiaba y cómo culparlo si me porté como una salvaje. Al menos pudo ser peor y ... Qué rayos pienso si nada puede ser peor que esto>>

 

El muy "ODIOSO" me había tomado por idiota haciéndose pasar por uno de sus hombres.

 

Tiré de mis cabellos para desquitarme un poco, quería pegarle muy duro en esa cara sonriente.

Ese hombre se había burlado de mi ignorancia, por un segundo recordé las situaciones incómodas por la que habíamos pasado y solo logré que mi corazón se acelerara muy rápido... al igual que la vergüenza que sentía.

 

¿Por qué todo tenía que ser tan complicado en mi vida?

 

Después de un largo tiempo intentando descansar y de que trajeran una cantidad de vestidos y joyas como opción para esta noche, tuve que admitir que en efecto necesitaría a Rose. Era la única que me parecía agradable, aunque esperaba el retorno de Nora con ansias.

 

Ya casi terminaba de ponerme el vestido, el corset que traía era más sofocante e incómodo que el anterior. Rose colocó un poco de rubor en mis mejillas y una dulce fragancia... Como a caramelo con rosas.
 

Sentí unos toques en la puerta.
 

—¡La reina Silvia entrando! —anunciaron y seguido entró la hermosa mujer, con un vestido rojo tan ceñido que me hacía lucir como un barril a su lado. Era notablemente más joven que el rey Willian.

 

—Está usted deslumbrante duquesa —dijo mientras me observaba de pies a cabeza.

 

Yo traía puesto el vestido más bello que había visto. Era blanco, tenía trasparencias y cristales por todo el cuerpo. Sumando una hermosa corona... Parecía una princesa de verdad.
 

—Usted también está muy bella esta noche. —Sonrió de una manera extraña, logrando confundirme ya que se suponía que el cumplido debía agradarle.

Por lo que sabía Silvia era la segunda esposa del rey. Era la madre de Hellen y Harry, los príncipes que aún no había conocido.
 

La madre de Jhon murió cuando él era un niño.

 

—Le he traído un presente. —Extendió las manos enseñándome una cajita roja. Al abrirla encontré un par de aretes de diamantes.

 

—Muchas gracias su alteza. —dije considerando usarlos esa misma noche.
 

Silvia sonrió mientras se miraba al espejo, estaba intentando verme detalladamente por el reflejo e ignoraba por completo que yo era consiente de su escrutinio.

 

—¿Cómo le resultó el viaje con el príncipe?—preguntó, como si estuviera insinuando algo más que esa simple pregunta. No entendí el doble sentido de sus palabras, ¿Qué  esperaba que le dijera?

<<¡No sabía que era el príncipe su alteza!>>

 

—Su alteza el príncipe es un gran caballero—testarudo, gruñón, autosuficiente...
 

—Tengo por enterado de que viajaron solos durante unos días —¿Acaso intentaba insinuar algo?
 

<<alertas activadas con esta mujer>>
 

—El príncipe no se sobrepasó conmigo, mi reina. —Comprendía que debía actuar con cuidado con ella, sus  malas intenciones eran notables por muchos diamantes que me regalara.

 

—Solo lo digo porque es lo que se comenta entre las damas de la corte... para que esté preparada duquesa. —Tal vez intentaba prevenirme... tal vez ya circulaba algún rumor. Sea lo que fuera estaba más que preparada, viví por siete años siendo el juguete de este tipo de mujeres y sabía muy bien como enfrentarlas.

 

Comenzando por esta reina...
 

—Por eso no me preocupo demasiado su alteza. Las damas de la corte se aburren fácilmente y les da por comentar la vida de los demás. —Rose estaba asombrada por mi respuesta, su rostro divertido confirmaba que pensaba igual a mí—. De todas maneras se comprobará que mi dote está intacta —me ruborizaba la idea—, cuando me case con el príncipe.

Casi me atraganté con esas palabras. "Casarme con el príncipe"

"Casarme con odioso"

Por más que le negaba a Nora guardaba la esperanzas de que Jhonatan me gustara, pero por lo que conocí del principe seriamos la pareja más problemática de todo Maire.

 

—Espero que le gusten las prendas que le elegí —dijo mientras señalaba las coloridas cajas que había en mi armario y sonrió... Con ese tipo de sonrisas que pone los pelos de punta.

 

—Gracias, estoy segura de que así será, mi reina.

Miré incomoda en varias direcciones. Moría porque esa mujer se marchara.

—No se demore demasiado en bajar, después de todo es usted la invitada de honor.

Al fin se largó dejándome un amargo sabor en la boca. Una reina debía estar preparada para este tipo de situaciones... ¿Estaba yo preparada para ser reina?

 

Lo cierto era que preparada o no, era lo que me tocaba.

...

Después del "cálido" recibimiento de la reina Silvia me decidí a ir al baile de bienvenida. Bajé las escaleras despacio, todos giraron a mirarme y estaba comenzando a atraerme de tanta atención. No pude evitar sentir los nervios a mil. Cuando el príncipe Jhon me vio solo empeoraron las cosas.

 

¡Estaba observándome como si fuera su presa!

Mordía su labio de una manera que me asustaba, sus ojos recorrieron todo mi cuerpo y pude descifrar que articuló "MÍA"

 

¿Suya?

 

Ahora sí que estaba aterrada... Tal vez planeaba desquitarse todas mis acciones.




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