La corona de la esclava

Capítulo 6: Mil años y una boda

 

Estaba algo agotada, era mucho para un solo día. La fiesta ya estaba terminando así que aguardaba la oportunidad para irme en cualquier momento para mis aposentos.

¡Lo necesitaba!

Ser la invitada de honor es un fastidio.

A veces me preguntaba qué sería de mi cabeza si estos nobles pudieran leer mi mente. Sería divertido ver sus expresiones al escuchar lo que opinaba de ellos, de su ropa ridícula y sus comentarios vacíos. Este palacio me quedaba muy grande, necesitaba un apoyo, necesitaba a Nora.

Lo peor de todo era que la única persona que podía darme algún indicio de mi amiga era la última que quería ver en este momento.

Pasé la noche entera tratando de encontrar a Mortis, pero al parecer no asistió al baile.

Jhonatan era mi única opción. Estaba rodeado de un grupo de nobles, como si fuera un lujoso centro de mesa... uno glamuroso y único.

Porque Jhonatan Brown destacaba dentro de todas las personas de este lugar.

Llevaba rato observándolo en silencio, reguardada tras un enorme jarrón de rosas. Trataba de descifrar su expresión fría y de vacío, sin saber si el chico que conocí durante mi viaje era el auténtico Jhon o solo un personaje premeditado con anterioridad. Se mantenía conversando con el rostro indiferente, sin demostrar ni una pizca de sentimiento.

Una de las mujeres que lo observaban hablar sonreía de una manera estúpida y se inclinaba para que se notara el pronunciado escote de su vestido color turquesa. No conocía a esa chica, pero era tan hermosa y exótica que me hacía preguntarme por qué mi prometido no se dignaba a interrumpir su charla y mirarla.
 

¿Acaso yo lo miraba así de embobecida?

 

Jhon volteó a verme, como si la tensión de mi mirada lo llamara por la espalda. Miré en varias direcciones apenada, me había descubierto en un extremo del local observándolo como una acosadora... en otra de mis ya acostumbradas situaciones incómodas.
 

Al menos esta vez podía culpar al vino.
 

Todos giraron a verme y tenía dos opciones... o me giraba y buscaba el anterior grupo de duquesas cincuentonas que me habían interrogado durante una hora, o sonreía como una idiota por haber quedado como una prometida obsesiva.

¿Adivinen cuál tomé?

Jhon me extendió la mano para que me les uniera a la charla y me descubrí caminando mecánicamente hasta el pequeño grupo de personas.

—Les presento a mi prometida —dijo secamente, yo me dediqué a observar el pequeño grupo: Lady escote gigante, una señora mayor que me observaba como si fuera algo preciado, dos jóvenes agraciadas extremadamente pálidas y elegantes, tres hombres y un chico que parecía demasiado joven para este tipo de eventos.

Todos hicieron una reverencia de respeto.

—Por fin conocemos a la futura reina de Maire—dijo una de las chicas, tenía un acento un poco norteño y era la única que no miraba a Jhonatan como si fuera un apetitoso pastel de manzanas.

—Verónica, ellos son los príncipes de Willort... Mónica y Theo Castle. —El príncipe Theo era sin dudas muy joven y su tamaño diminuto no lo ayudaba. Tanto Mónica como él tenían la piel bronceada y el cabello castaño oscuro. La cara de aburrimiento del príncipe Theo me decía que estaba tan cansado de esta fiesta como yo.

 

¡ Y la noche que no terminaba!

 

—Un placer. —Realicé una reverencia, estaba frente a los herederos del segundo reino más fuerte del mundo. Willort era una isla que se mantenía alejada del contacto con el exterior, poco se sabía de sus costumbres y tradiciones porque sus habitantes juraban con su vida proteger todos sus secretos. Incluso se rumoreaban que podían practicar magia y sus tierras albergaban criaturas míticas que el resto del mundo daban por extintas. Si la isla fuera más grande encabezaría los nueve reinos fácilmente.

¿Pero qué hacían aquí dos de los príncipes herederos?

Los Castle eran demasiado meticulosos y raras veces se veían en otros reinos, excepto por Fioro, el primogénito que dirigía el ejército de Willort, alguien con una reputación tan grande como Jhonatan y uno de los mejores amigos de mi primo Vicent.

Uno de los hombres hizo un comentario y todos rieron con picardía, todos menos Jhonatan. Pero como siempre me había perdido las palabras por ser tan despistada y perdida en mis pensamientos.

  —Debe tener cuidado, la próxima vez me tomaré su comentario como algo personal —le dijo Jhon al chico mientras este palidecía incrédulo, al parecer esperaba que el comentario causaría otro efecto en el León.

Lo que me hizo preguntarme una y otra vez cuál fue el maldito comentario.

Sentí nuevamente la mano de Jhon sobre la mía, luché con todas mis fuerzas para no darle una manopla y quitarla inmediatamente... pero no quería agregar tensión.

¿Qué podía haber dicho para que Jhon cambiara su humor de una forma tan radical?

Aunque una vez que miré a todas las damas del salón me sentí un poco fuera de lugar, tenían una gracia natural que yo sentía que nunca podía tener... no sé si era por sus formas de caminar o conversar, tan delicadas y únicas mientras que yo parecía un hombre delgado con vestido.

—Si me disculpan...—hablé en un tono más débil de lo habitual, necesitaba salir de este lugar inmediatamente o perdería la razón—. Ha sido un viaje muy agotador y necesito descansar.

 

—La entiendo, nos iremos temprano en la mañana, pero fue un gusto conocerla —dijo Mónica Castle mientras se sonrojaba, al parecer fue la única que pensó de esa manera.

 

—El placer es mío, si me disculpan...—Estaba a punto de darme media vuelta y marcharme, pero Jhon no soltó mi mano.

<< ¿Ahora qué?>>

Sonreí nerviosa.

—La acompañaré —dijo como si fuera lo más normal del mundo y luego salió caminando del lugar prácticamente arrastrándome.

Inevitablemente todos nos observaron.

—Jhonatan —susurré para que se detuviera, pero o no me escuchó, o me ignoró por completo.




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