Miré a Julio, tan inocente y disfrutando del banquete. Comencé a sentir un miedo que me heló la sangre. Recordé lo vulnerables que éramos y temí por la vida de mi hermanito.
<< debes ser una depredadora si quienes proteger a quienes amas >>
¿Jhon realmente me amaba?
¿Sería un depredador por mí, o por alguien más?
La confesión del Rey parecía algo premeditado por los dos, padre e hijo.
¿Por qué no supe nada hasta ese momento?
Si Jhon realmente insistía en que debíamos estar unidos y que tenía que confiar en él. ¿Por qué siempre me ocultaba cosas?
Observé a Jhon, estaba bebiendo vino y hablando algo con uno de sus hombres. Yo me había quedado en la mesa, esperando a que Julio terminara de cenar. Tenía un sentimiento extraño, como si estuviera todo el tiempo participando en una especie de juego en la que solamente era un peón más.
Temiendo que bajar mis defensas fuera un error letal.
El banquete terminó, dando paso al baile en celebración a nuestra boda. Subí a mis antiguos aposentos, porque a partir de esa noche compartiría uno con Jhon, y realicé un cambio de vestido. Era uno mucho más cómodo, de color crema y que dejaba los hombros descubiertos.
Rose acomodaba mi cabello, peinándolo hacia atrás de una forma elegante. Cada hora que pasaba lograba generarme más anciedad, ya que estaba más cerca a compartir mi primera noche con Jhonatan. Debatía una y otra vez, tratando de identificarme, de comprender todo lo que me rodeaba sin dejarme influenciar por mis sentimientos.
—¿Quiere un poco de agua? —preguntó Rose. Noté que mis manos temblaban, al parecer ella también.
—No, gracias Rose, pero mejor bajo de una vez por todas.
Ya no quedaban rastros de mis pertenencias en ese lugar, pero aun así miré con tristeza lo que había sido mi propio espacio, donde en tan pocos días había forjado recuerdos inolvidables... buenos y malos. Había perdido la poca libertad que tenía en el palacio.
Bajé mientras sostenía las mangas de mi vestido. Jhon estaba conversando con Mortis Di Laurent y otros jóvenes de la corte, observaba la manera en que sonreía... era tan apuesto, pero esa sonrisa demostraba una alegría que era incapaz de comprender.
Siempre tenía un grupo de damas al acecho, conversando y mirándolo desde la distancia. Eso comenzaba a incomodarme.
—¿Me permite?—Hellen Brown indicaba uno de los asientos próximos a mí. Me agradaba a pesar de que no hemos platicado demasiado. Era como una versión más joven de su madre, rubia y de ojos azules.
—¡Por supuesto!
Sonrió y se sentó a mi lado. Miré a los alrededores para ver si lograba ver a Silvia. Me preocupaba un poco la reacción de la reina ante la proclama del rey.
—Felicidades, señora Brown —dijo Hellen y puso sus manos en la cara, cuando no andaba con las arpías de sus primas parecía una niña dulce—. Ahora somos oficialmente familia.
Jhon comenzó a reír a carcajadas, sobresaliendo dentro del grupo donde estaba y llamando nuestra atención.
Hellen suspiró y luego sonrió.
—Nunca antes lo había visto así de feliz —dijo y luego me observó.
Realmente yo tampoco.
No respondí el comentario de Hellen, no sabía que decirle.
—Jhon siempre era una persona fría y distante, al que solo le interesaba ir al campo de batalla y atender los asuntos de padre... pero desde que está contigo es otra persona —continuó diciendo, sentí como el rubor se apoderaba de mis mejillas.
Debía cambiar el rumbo de la conversación.
—¿Usted no está comprometida? —fue lo único que se me ocurrió preguntarle para que cambiar el tema. Las chicas de la realeza se comprometían desde que nacían. Eran una erramienta más para alcanzar objetivos de la corona.
La sonrisa del rostro de Hellen desapareció.
—Con el príncipe heredero de Wilort —dijo—, pensé que ya lo sabía.
Negué, tratando de sentir empatía por la tristeza en su rostro.
—No se nada de la monarquía de esa isla. —Me miró asombrada, me puse incómoda al darme cuenta de que hablé de más...
Una duquesa que se respetara conocía todo de esos temas.
¿Pero el príncipe heredero? La piel se me erizó al darme cuenta de quien se trataba... no era el jóven Theo Castle, quien conocí en el baile de bienvenida.
—¿Fioro Castle? —pregunté atónita, Hellen afirmó con la cabeza.
Ahora comprendía su rostro carente de alegría alguna. Ella era una niña condenada a casarse con una bestia.
—Supongo que dentro de unos años seré la Reina de esa isla . —No me pareció que lo dijera para impresionar, más bien logré distinguir un tono de tristeza en sus palabras. Sentí pena al ver como ella tuvo que madurar a muy temprana edad y aceptar un destino como ese... Esto era lo que el poder le hacía a los niños—. La boda será cuando tenga la mayoría de edad —dijo como si comprendiera lo incómoda que estaba.
Fioro Castle... casarme con Jhonatan no estaba tan mal después de todo.
El Rey entró junto a otro hombre en el grupo donde conversaba Jhon . Puso la mano en el hombro de su hijo y alzó una copa de vino.
—¿Quién es él? —Señalé al hombre, era muy alto, robusto y Yeni el cabello rubio con abundantes canas.
—Es Alaric Di Laurent —dijo Hellen.
Por fin el famoso padre de los Di Laurent y cuñado del rey.
—Los Di Laurent deben de ser muy influyentes ¿verdad? —Pregunté, parecía que todo en este palacio giraba en torno a ellos. La antigua reina Clara, Silvia y el duque Alaric con los tres Leones. Por dios, existían más Di Laurent en este palacio que Brown.
—Es la familia más influyente de Maire —Hellen sonrió y su vista fue directo hasta Mortis Di Laurent.
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Editado: 27.10.2021