La barrera mágica ya había sido activada y sellada desde dentro por Kaelira, Davian y todos los magos de Marelio y Etalón. Las tropas que quedaron afuera se desplegaron segun las instucciones del General Thalos, era en quien mas confiaba Almir y el segundo que sabia su secreto.
La luz de las runas dibujaba un domo de energía que cubría toda la grieta y entrando en cualquier hueco del abismo sellandolo, brillante y palpitante, protegiendo a mas de 6 000 soldados y casi 200 magos. Por fin, el Paso de Arhendral se había convertido en un campo de guerra contenible en la superficie, aunque apenas fuese la punta de lo que estaba por venir.
El rugido del abismo retumbaba como un tambor infernal en esas horas, pronto los monstruos cercanos comenzaron a emerger de las sombras de los túneles y fisuras internas, gigantescos, retorcidos, con ojos que parecían absorber la luz y garras capaces de arrancar la roca misma. No había grietas por donde escapar, la batalla era pura confrontación, magia contra fuerza bruta, coordinación contra caos. Y esperanza para sobrevivir.
Kaelira dejó su espada en su espalda haciendola desaparecer, alzó su mano haciendo que su bastón apareciera y un aura azul envolvió su figura.
Como Maga Suprema de Etalón, su presencia era imponente. Cada gesto de su mano creaba flujos de energía que se expandían en ondas concéntricas, barreras de protección y ataques focalizados. Su cabello ondeaba en el aire como si la propia energía del abismo se doblara a su voluntad.
A su lado, Davian parecía casi etéreo, como un hada oscura, con movimientos ligeros y precisos que eliminaban enemigos con tres o cuatro ataques coordinados. Cada golpe de su espada curvada canalizaba magia pura, y sus ojos verdes irradiaban concentración y un toque juguetón que contrastaba con la crueldad que ejercia en el momento del combate.
Almir, con su capa y su armadura ligera, se mantuvo en las sombras, utilizando su poder de sombras para experimentar, crear clones temporales y confundir a los monstruos. Observaba todo con calma, casi desapasionado, preguntándose cómo podía mantener esa serenidad que portaba Davian, aquella astucia y poder que tenia Kaelira, y la fuerza bruta de Jack.
El, siendo tan joven y en un mundo que no conocía, pero con una extraña valentia que cargaba en su interior como si esto fuera algo normal.
Sus habilidades no se limitaban al combate físico, no lo usaba al inicio, queria conocer cada movimiento calculado que podria hacer.
Davian era el que mas le sorprendia, un futuro consorte solo estaria aprendiendo a como mandar en el harem, pero el, el venia aqui a luchar aunque drenaba parte de su maná para reforzar la barrera desde dentro, como si jugara en un lugar ajeno a la guerra, pero sosteniendo la seguridad de todos. Alguien que en el futuro seria uno de los mejores reyes del continente seguramente.
Los monstruos caían en oleadas, pero cada vez más gruesas y numerosas. El equipo combinaba ataque y defensa:
Los magos luchaban con cada hechizo basico posible, que causara daño para que los soldados de ambos reinos puedan acabar con los monstruos más faciles. No se atrevian a gastar totalmente su mana. Era solo el inicio de aquel abismo, y sin derrotar y sellar por completo a aquel mostruo que gobernaba, no se darian el lujo de relajarse ni un momento.
En un radio de aproximadamente diez kilómetros, la devastación era total: las rocas estaban marcadas con cicatrices de garras, la tierra humeaba por la energía mágica liberada, y los monstruos que sobrevivían retrocedían, confundidos y agotados. Para Almir eso solo fue el inicio, un esfuerzo inicial que solo demostraba cuán peligroso sería el abismo saliendo de la barrera si alguna grieta se abriera de nuevo.
Tras la primera oleada, Kaelira alzó su bastón y permitió que la magia se estabilizara. Los soldados respiraban con dificultad; los magos, usando núcleos de los monstruos recargaban su maná, reforzando un poco más la barrera y sus reservas personales. Davian caminaba entre ellos, recogiendo los núcleos más peligrosos y asegurándose de que nadie quedara sin protección, moviéndose con gracia y eficacia que parecía desafiar la brutalidad del entorno. Su traje sin un solo manchon a pesar de haber estado más tiempo usando sus armas que su magia.
—Todos —dijo Kaelira, con voz firme y resonante—, tomen un respiro y refuercen mana. Tenemos que tomar poco a poco estos territorios
Almir se acercó a ella por un instante, observando cómo cada mago sincronizaba su poder. Su mirada recorría a todos los que luchaban, no solo a los magos y soldados, sino incluso a los que sostenían líneas de apoyo, transportando núcleos o levantando barreras para agarrar mas lugar y transformarlo con el paso del tiempo en un lugar con vitalidad.
—Estamos sosteniendo un radio de diez kilómetros —dijo— y lo hemos hecho bien. Pero esto es solo el principio. Necesitamos mantener la concentración y la coordinación. Cada uno de ustedes importa, cada acción cuenta. Por eso permanezcan unidos.—Su voz retumbaba incluso dentro del domo, reforzando moral y organización.
Jack asintió desde otro punto de la barrera, coordinando a los soldados de Marelio:
—Exacto. Mantengan la calma en tormentas amigos mios, protejan los núcleos por si algun mago lo llegue a necesitar en extrema urgencia y no pierdan contacto visual con sus compañeros. La magia de Etalón y la nuestra funcionarán como una sola fuerza si todos seguimos coordinados. Nadie queda atrás, todos avanzamos juntos.
Davian sonrió brevemente, como si compartiera un pensamiento silencioso con Kaelira, la cual tambien habia perdido esa mascara de frialdad por un instante, y continuó reforzando las barreras, ellos dos y Almir eran los que más poseian mana, y podrian recargarse rapidamente en esas situaciones.
La sensación de unidad era palpable: los 200 magos de Marelio y los de Etalón, junto con 6 000 soldados, actuaban como un solo organismo, uniendo poder, estrategia y coraje.