La corona del corazón

La Batalla del Corazón

La noche cayó sobre Veyrath con un silencio tenso que parecía presagiar tormenta. En el gran salón del trono, Dorian esperaba, rodeado por los miembros de la guardia que aún le eran leales. Sus ojos claros brillaban con arrogancia, y la corona dorada reposaba en su mano, reflejando la luz de las velas como si supiera que estaba a punto de reclamar un corazón.

—Princesa Elara —dijo Dorian con voz fría—. La corona me pertenece, y con ella, vuestro corazón también. No podéis escapar de vuestro destino.

Elara se adelantó, sosteniendo su relicario con firmeza. Kael estaba a su lado, sus manos entrelazadas, sus corazones latiendo al mismo ritmo, irradiando una fuerza que Dorian no había previsto.

—Nunca —respondió Elara, con voz clara y poderosa—. La corona no puede controlar lo que es sincero. Y mi corazón no pertenece a quien lo desea por obligación.

Dorian levantó la corona, y una onda de energía dorada se extendió por el salón, intentando doblegar la voluntad de Elara. Las paredes temblaron, y los guardias miraron aterrorizados.

Pero entonces, algo inesperado ocurrió. La luz del relicario en el pecho de Elara brilló con fuerza, sincronizándose con el latido de Kael. Un aura dorada los rodeó a ambos, bloqueando el hechizo de Dorian.

—¡Esto no puede ser! —gritó Dorian, furioso—. ¡La corona aún no ha elegido!

—Sí lo ha hecho —respondió Kael—. Elige a quienes son valientes y sinceros. A quienes luchan por el amor verdadero, no por la ambición.

Elara dio un paso adelante, la determinación reflejada en sus ojos. La energía de la corona palpitaba en su relicario, y un destello de luz dorada atravesó a Dorian, obligándolo a retroceder, derrotado pero no destruido.

—No… esto no termina aquí —dijo Dorian, con una sonrisa oscura y amenazante—. Pero debo admitir… no esperaba que el corazón de una princesa fuera tan fuerte.

Kael sostuvo firme a Elara, y ella miró hacia él, sintiendo que su unión había superado la prueba más peligrosa. La corona, silenciosa ahora, parecía latir en aprobación.

—Juntos —susurró Elara, apoyando su cabeza contra el hombro de Kael—. Siempre juntos.

El primer paso hacia la paz del reino y la protección de su amor había sido dado. Pero ambos sabían que esta victoria era solo el inicio de un camino lleno de desafíos… y de magia.




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