La Corona del Poseidón.(volumen 2)

Capítulo 7: El Abismo del Laberinto.

​Escena: Mar Egeo. Interior del Nautilus III, 500 metros bajo el nivel del mar.
​—¡Submarino detectado! A popa, a unas tres millas —gritó Zara, leyendo el sonar—. Identificando firma... ¡Es el Hydra One! El submarino personal de Thorne.
​—Está sobre la Fosa del Laberinto —dijo Ethan, revisando las lecturas—. Eso significa que ya está en posición para el buceo. No hemos llegado tarde, pero estamos al límite.
​Ethan comenzó a sumergir el Nautilus III a toda velocidad, siguiendo el rastro del Hydra One. La presión comenzó a aumentar.
​—El Hydra One es más rápido que nosotros, pero el Nautilus III tiene mejor maniobrabilidad. Y tenemos el factor sorpresa —dijo Zara—. Él no espera que hayamos escapado de Rodas con su propio submarino.
​[El Descenso a la Fosa]
​A 1,500 metros, la luz era inexistente. Solo los potentes focos del Nautilus III rompían la oscuridad, revelando el cañón submarino. Era un paisaje aterrador de rocas volcánicas y fosas negras.
​—Estamos sobre el punto de inmersión —informó Ethan—. Veo el Hydra One. Está anclado a 1,650 metros. Y... hay actividad.
​En las pantallas del sonar, podían ver la silueta de un vehículo de operación remota (ROV) y dos trajes de buceo asistidos descendiendo hacia el fondo. Thorne estaba enviando a su equipo a recuperar la Corona.
​—Zara, necesitamos alcanzar ese equipo de buceo antes de que lleguen al templo. Si sacan la Corona, Thorne la activará en la superficie con la Reliquia de Aztlán —dijo Ethan.
​—El Nautilus III tiene una cápsula de salida presurizada. Y mira esto... —Zara señaló un compartimento trasero—. Dos trajes de buceo de alta presión robados de la bodega de Zarkov.
​[El Plan Desesperado]
​El plan era sencillo y demente: Ethan y Zara harían la inmersión de alta presión para interceptar al equipo de Thorne. La Reliquia de Aztlán, escondida en el traje de Zara, sería el cebo.
​—Tú tienes el traje de buceo más avanzado —dijo Ethan—. Tienes que ir por delante. Yo te cubro.
​—No vamos a ir solos —dijo Zara, señalando la consola de armamento.
​El Nautilus III estaba equipado con pequeños torpedos de exploración diseñados para despejar escombros.
​—Vamos a "limpiar" el camino para el equipo de Thorne. Y luego, nos sumergimos. Clímax -
​Escena: Interior del Nautilus III, 1,600 metros de profundidad.
​Ethan cargó los pequeños torpedos de exploración en los tubos. Estaban modificados con una pequeña carga explosiva, suficiente para desviar o deshabilitar el ROV y los trajes de buceo de Thorne.
​—¡Fuego en tres segundos! —gritó Ethan, con el dedo sobre el botón.
​En ese instante, el sonar del Nautilus III se volvió loco.
​¡BIP! ¡BIP! ¡BIP!
​—¡Alarma! ¡Detectamos un pulso de energía masivo! ¡No es un arma tradicional! —gritó Zara.
​[El Pulso Sónico de Thorne]
​El Hydra One había detectado una anomalía. Sabiendo que estaba siendo seguido, Thorne no dudó en usar el arma sónica de su submarino, diseñada para desorientar a los buques de guerra.
​Una onda de choque inaudible, pero increíblemente potente, golpeó el Nautilus III. Todo se sacudió violentamente. Las luces parpadearon y los fusibles estallaron con chispas azules.
​—¡Controles dañados! ¡Pérdida de profundidad! —gritó Ethan, luchando con el yugo de control.
​El submarino, ahora a la deriva y casi ingobernable, empezó a inclinarse peligrosamente hacia el muro del cañón submarino.
​—¡No podemos usar los propulsores principales! ¡Estamos a punto de chocar! —gritó Zara, mientras la cabina se llenaba del olor a quemado de los circuitos dañados.
​[El Daño y la Decisión]
​Si chocaban a esta profundidad, la presión implosionaría el Nautilus III. Tenían segundos.
​—Necesitamos redirigir la energía de emergencia a los propulsores de estribor para alejarnos de la pared —dijo Ethan, revisando el panel de fusibles.
​—El sistema está cableado. Tardaría al menos un minuto —dijo Zara, volviendo su mirada a la consola de armas—. Pero la energía de los torpedos está intacta. Podríamos usar la fuerza de un proyectil para movernos.
​—¿Estás loca? ¿Disparar un torpedo a corta distancia? Podríamos perforar nuestro propio casco.
​—No a la pared, Ethan. Escena: Interior del Nautilus III, a 1,600 metros, a la deriva y acercándose al cañón submarino.
​El Nautilus III se inclinaba peligrosamente. La presión externa era mortal, y un impacto significaría la implosión. Tenían menos de cinco segundos.
​—¡No hay tiempo para reconfigurar! ¡Tienes que usar los torpedos! —gritó Ethan.
​—¡Prepárate para la sacudida! —advirtió Zara.
​[Maniobra de Explosión Inversa]
​Zara ignoró la lógica de seguridad. Tomó el control del tubo de torpedos. El torpedo de exploración estaba diseñado para ir hacia adelante, pero Zara lo disparó intencionalmente justo delante de la nariz del Nautilus III, apuntando al agua abierta.
​¡WHOOSH!
​El torpedo salió. Un segundo después, Zara activó la detonación a distancia, a solo veinte metros.
​¡KRAKA-BOOM!
​La explosión, aunque pequeña para un torpedo militar, fue masiva en la densidad del agua profunda. La onda de choque golpeó la proa del Nautilus III con la fuerza de un martillo hidráulico, empujándolo violentamente.
​El submarino fue lanzado hacia atrás, lejos del muro del cañón, pero la violenta sacudida provocó más daños. Las luces de emergencia se encendieron.
​—¡Funcionó! Estamos estables, pero tenemos una fisura menor en el compartimento de lastre —dijo Ethan, controlando la inundación.
​—Y hemos avisado a Thorne de que somos un problema, no solo una anomalía —dijo Zara—. Pero no tenemos tiempo para juegos. La Luna Roja se acerca.
​[El Buceo Final]
​La pantalla del sonar mostraba el Submarino Hydra One a unos 300 metros, ahora vigilante. El equipo de buceo de Thorne ya había descendido cerca de la profundidad del sitio Kouros Kaminou (1,700m).
​—No podemos disparar. Estamos demasiado cerca. Tenemos que ir a pie —dijo Zara, señalando el compartimento de trajes de buceo.
​—Tienes la Reliquia de Aztlán contigo. La llevarás al fondo, y cuando la Corona esté visible, la usarás para crear una sobrecarga de energía. No dejes que Thorne la junte —instruyó Ethan, preparándose para el buceo.
​—Entendido. ¿Qué pasa si fallamos?
​—Entonces la Luna Roja nos verá inundar Venecia. Vámonos.
​Ethan y Zara entraron en la cápsula de salida presurizada, sellando la escotilla. Sus trajes de alta presión eran pesados e incómodos. Se miraron por última vez a través de los visores.
​—Te amo, Profesor. No mueras aquí.
—Te amo, Agente Khan. Cuidado con los dioses.
​Con un clic ensordecedor, la cápsula se abrió y la presión del mar los absorbió. Ethan y Zara cayeron en la oscuridad, dos diminutas luces dirigiéndose al Templo de Poseidón en el fondo del Laberinto.



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En el texto hay: aventura, acción , espionaje

Editado: 11.12.2025

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