–Mi nombre es Káeli, Káeli Xyovka.– Dice una chica de cabello azulado, ojos con iris violeta, y una piel bronceada similar al naranja, en una sala donde se encontraba el primer ministro, presidente, vicepresidente, y demás gente.
Ella se detuvo un momento repentinamente por reflexionar en lo raro que era su nombre, pues cabe aclarar que en lengua arinina significa 'del viento' y 'sublimación' cada uno.
–Yo soy la legítima heredera al trono, la que verdaderamente debería gobernar esta nación, la eugobernadora.– Continuó diciendo la chica.
El grupo de personas se pusieron rápidamente escépticos, mirándola con suma extrañeza, pero con curiosidad porsus afirmaciones.
–No estoy disparatando. Yo no nací en tiempos actuales, nací durante los apogeos de este reino, el Reino del Aire, lo que hoy en día es una supuesta república, supuesta pues de república tiene muy poco.– Dijo la chica contraponiéndose a su escepticismo.
El público al que iba dirigido el discurso parecía haberse finalmente interesado por lo que la chica decía, escuchándola con atención.
–Las repúblicas se tratan de territorios gobernados por una persona o personas que son reelegidas constantemente por determinado tiempo por el pueblo y a través de la democracia; y quieran negarlo o no, esto no lo es; solamente es una dictadura haciéndose pasar por una democracia, un dictador haciéndose pasar por un gobernador democrático que irónicamente, es él mismo el que se reelige, y ese es el problema.– Tomó un poco de aire tras decir ello la chica.
Alguien del público por su parte preguntó que si entonces su problema era que el país fuese una nación, a lo que ella respondió.
–No tengo ningún inconveniente con las repúblicas, al contrario, he visto que desde siempre han llevado en algunas ocasiones mejor gobierno que la tradicional monarquía, pero si lo que ocurre es la inexistencia de la misma, haciéndose pasar solamente por ella, entonces no estoy de acuerdo con ello; no soy la única en tener este pensamiento, todo el pueblo está de acuerdo conmigo: de seguir así, el reino entero caerá, como muchos países han caído, en la desgracia. Todo esto es por la reelección de un gobernador que no sirve para nada. Por eso he venido hoy a interponerme sobre lo que se ha impuesto: Regresar a la Corona Real a su sitio y desvanecer su Coroneta.– Dice Káeli terminando con su discurso.
Poco después de ello, se echaron a reír a carcajadas todos en la susodicha sala, y entonces, Káeli despertó de su profundo sueño: Todo esto ocurrió mientras ella se encontraba dormida, soñando todo lo anterior..., aunque se sintió, extrañamente, totalmente real.
Agitada su respiración, le fue inevitable soltar unas lágrimas de la desesperación, y vergüenza que había pasado en aquel lugar. Intentó contenerse, pues no quería despertar a nadie en el lugar en el que vivía.
–...Maldita sea...– Dijo entre dientes. –...Lo peor es que no está muy lejos de la realidad eso... ...Quisiese poder saber qué hacer... ...Necesito algo con lo que validar mi puesto, pero no sé qué... ...No puedo llegar nada más así por así, ...podría llegar a ir hasta la cárcel...– Dice antes de ser interrumpida por una de sus vecinas.
–¡Dejad dormir al prójimo! ¡Maldición, Xyovka! ¡Los sueños son como este gobierno: No funcionan!; ¡deja la mariquera!– Dijo su vecina gritándole, la cual se encontraba en el edificio de enfrente..
Káeli de inmediato guardó silencio y se recostó nuevamente en su cama.
–Olvidaba el buen oído que tiene.– Dijo en sus pensamientos, e intentó conciliar el sueño hasta finalmente lograrlo.
A la mañana siguiente, Káeli se despertó presurosa hacia su trabajo. Eran aproximadamente las doce m., trabajaba solamente medio turno, le pagaban bien aun cuando solo trabajaba como bibliotecaria, pues para el trabajo que hacía en dicho establecimiento, era muy buena la paga y además podía estar en uno de sus pocos pasatiempos que no le aburrían a la larga: Nada más, ni nada menos que leer libros del género que fuesen, en aquel lugar en el que abundaban, así que mal no se la pasaba.
Sin embargo, no todo era perfecto: Desde que se había instaurado el gobierno actual de su nación, estaban pasando por una fuerte ruina económica que no se veía que fuese a tener algún tipo de recuperación. Hace ya varios años, se dejó la prosperidad de la nación, para convertirse en una dictadura, disfrazada de una república, pues la reelección, era algo válido, facilitando así la corrupción. Todo esto comenzó desde ya hace bastantes años, aunque la mayoría apunta a que fue después de la desaparición de la sangre real, es decir, tras el golpe de Estado que se hizo tras la muerte del rey Rehens Jikán Panikós Pumu.
–Si tan solo tuviese pruebas o alguna forma de quitarle el trono..., lo haría sin dudarlo y rápido. Quizás no pueda ser una reina muy buena, pero ¡ey!, puedo hacer un mejor trabajo que ese papanatas.– Reflexionaba Káeli. –¡Por dios! Aún no me creo que en serio pensase basar toda nuestra economía en la exportación de gas.– Dijo frustrada por la situación del país.
Káeli hizo su silla hacia atrás un poco viendo el techo donde había un mapa colgado con todos los reinos y vio fijamente hacia el Reino del Metal o Regno de'a Métallo, donde la Jadetit Penínsulam estaba muy cerca de su país.
–Amo mi país, pero quizá sea buena idea irme a esa nación vecina..., seguramente que en el Reino del Metal podré tener una mejor calidad de vida, después de todo, tengo habilidades de magia de tierra y metal.– Dice Káeli para después iniciar a acomodar unos papeles.
En el mundo de Káeli, la magia era algo de todos los días, era una poderosa magia con la que pudieron hacer frente los seres humanos cuando se encontraban al borde de la extinción. Existen seis tipos de magia básicas: fuego, aire, agua, peso, trueno y tierra; aunque existen también: tiempo, luz, energía, rayo, tierra y hielo; no es que literalmente lancen ataques de fuego, pero tienen una relación con esto y por eso se llaman así.