La Coroneta

2. Una visita a la cárcel

Pasados los días, Káeli se sentía aliviada de todo lo que había pasado, finalmente podía descansar de todo… debajo de un puente. Sí, qué triste es la vida de los extranjeros.

–El acento de esta región es algo curioso, se ve que es algo diferente a lo que decían mis libros; supongo que ese uso de /c/ en vez de /d͡ʒ/ debe ser por el habla rápida, ensordeciéndose el fonema y pasando por un alófono intermedio imperceptible como /ɟ/. Es algo curioso, pero en fin, no vine aquí para andar de lingüista, pero tampoco es como que pueda dormir bien. Este lugar es muy frío.– Diría Xyovka mientras intenta conciliar el sueño, perdiendo su mirada en el firmamento nocturno adornado con las estrellas, su única compañía en aquella fría noche.

Pasaron las horas, pero finalmente nuestra señorita logró conciliar el sueño. Despertó a la mañana siguiente por los rayos del Sol que le pegaban contra su rostro. No tuvo más remedio que levantarse.

Su ropa estaba algo sucia por haber dormido en el suelo, por lo que con un poco del agua que había del río, intentó limpiarse un poco. Era algo sucia, pero no tanto.

–Podría ser peor.– Dijo Káeli.

Tras levantarse y haberse limpiado levemente la suciedad de su ropa, caminó por la ciudad. Debía encontrar un trabajo con el cual, por supuesto, pudiese sobrevivir en su nuevo hogar.

Iba a ser algo difícil, la mayoría de la gente suele pedir experiencia para laburar y por supuesto, para comprobar dicha experiencia, se necesitaba alguna referencia y ella por supuesto que no contaba con ninguna al ser una extranjera.

Aún así, nuestra joven exbibliotecaria estaba dispuesta a esforzarse para conseguir “su sueño” en esta “América”.

Káeli ya había preguntado en los lugares donde tenía experiencia: Bar, restaurantes, hoteles, bibliotecas y librerías; pero ninguno la empleó.

Últimamente habían estado habiendo muchas migraciones por lo que el desempleo en las zonas metropolitanas y costeras era muy evidente.

No es que la gente fuese xenófoba simplemente porque sí, era porque al país no traían más que desempleo y mucha gente no era de fiar y se convertían en bandas criminales. Lyontari era un claro ejemplo.

Káeli estaba realmente desesperada, no sabía dónde conseguir trabajo y estaba cansada. Entonces vio un pequeño anuncio de trabajo, rápidamente se levantó, anotó la dirección y fue corriendo.

El empleo que encontró no era ni en lo más mínimo lo que quería, pero estaba dispuesta a hacerlo si con eso se iba ganando un poco de la confianza de algunos de la ciudad. El trabajo era simple: Limpiar las celdas y pasillos de estas de la cárcel.

El ambiente de ese lugar era horrible para una chica como ella: Había gente al rededor claramente no muy amistosa o de fiar y con un olor pútrido porque algunos de los prisioneros iban al baño en su misma celda, en una esquina…

Káeli quería morirse del asco y vomitar, pero no hizo nada e hizo la limpieza. Todo este sufrimiento aguanto nuestra joven soñadora en completo silencio, mas muy asqueada.

–Está bien, Káeli, vos puedes. No importa que tan pútrida y horrenda sea esta situación: Has pasado por cosas peores.– Diría Káeli dándose ánimos para continuar, preparándose mentalmente para trabajar así unos 3 o 5 años…con suerte.

Mientras estaba barriendo, llegó al lado de la celda de Lyontari, quien se había quedado en su celda. Parecía no importarle mucho. Ella volteó a verlo y él le sonrió.

–Vaya, vaya, pero mirad a quién tenemos por aquí, ¡pero si es doña chismes!– Diría Lyontari.

Káeli solo le sonreiría y seguiría barriendo.

–Oh, vamos, ¿ni siquiera algo me vas a decir, guapa? Después de meterme a la cárcel debes estar muy feliz barriendo en libertad enfrente de mí, ¿no es así?– Diría Lyontari.

–Podría decirse que sí, pero yo no te encerré, el que dejó que lo atrapasen, fuiste vos y nadie más.– Diría apuntándolo con su dedo índice y una sonrisa burlona.

–Pues sí, pero no rías tanto. Eres igual a mí, eres una inmigrante y cuando todos se den cuenta, te darán la espalda. A nadie le gustan los inmigrantes por aquí: Nadie te dará empleo, ni hogar y terminarás haciendo cosas desesperadas como yo para sobrevivir.– Le diría Lyontari a Káeli con un tono bastante molesto.

–No sé de qué me hablas, yo soy de aquí. Soy solo una simple maga de tierra, residente de esta ciudad que no ha tenido mucha suerte.– Diría con una sonrisa en su rostro bastante confiada de sí misma mientras movía su mano de forma ondulada. –Vos solo eres por otro lado, una simple lacra que me robó mi bolsa. Te mereces esto.– Diría Káeli mirándolo con desprecio.

–Ya te lo dije, hice eso para sobrevivir.– Responde Lyontari.

–Y yo igual ayude a atraparte para sobrevivir, no eres el único que lo intenta.– Responde Káeli. –Deberías estar agradecido, gracias a que eres de otro país, no te juzgarán, sino que te mandarán a tu país de origen a ser juzgado.– Añade.

–¿Agradecido? ¡No puedo volver a mi país!– Responde Lyontari.

–¿Por qué?– Le pregunta Káeli.

Respira profundamente Lyontari y responde –Si piso un pie allí, moriré dentro de una celda pues me doblarán la condena probablemente por haber migrado.–

–“¡Oh, qué trágico!” Supongo que es el karma de todas tus malas acciones.– Responde Káeli a Lyontari.

–Ah, ¿sí? Y que planeas hacer vos, estás en una situación igual a la mía y no creo que consigas empleo en este lugar fácilmente.– Responde Lyontari.

–No lo sé, pero si me esfuerzo encontraré algo.– Responde Káeli.

–Lo dudo. Aunque…– Diría Lyontari.

–¿Qué?– Preguntaría Káeli de mala gana.

–Yo podría ayudarte a conseguir un trabajo digno, solo necesitas sacarme de aquí.– Diría Lyontari.

–¿Y por qué no lo has hecho vos si tan inteligente eres?– Káeli le preguntaría a Lyontari burlonamente.

–A diferencia de ti, yo no tengo poderes para controlar la tierra. Esa habilidad tuya es la clave.– Diría Lyontari.



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En el texto hay: viajes en el tiempo, romance, altafantasia

Editado: 25.11.2024

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