Jadeít, Likán, Lyontari y Káeli volvieron nuevamente a su viaje hacia Poli de Emeralda. Káeli y Lyontari esperan poder vivir ahí, o en alguna ciudad cercana, mientras que Jadeít quiere ir a su observatorio, sin embargo, debido al contratiempo que se tuvo al comenzar el viaje, se estaba haciendo tarde y finalmente, la noche cayó.
Likán detuvo los caballos cerca de una laguna que estaba en el bosque y comenzó a poner un campamento para dormir. Lyontari por su parte inició una fogata.
–.ⳋⲇⲣⲓⲧⲯⲀ– Exclamó Lyontari y los leños que había puesto ardieron. –Maldición…– Dijo mientras movía su mano rápidamente al sentir el ardor en su mano.
–Eh, ¿y eso que te quemaste al prender la fogata?– Preguntó Káeli.
–No te importa…– Respondió Lyontari avergonzado.
–Que yo sepa, para hacer hechizos de fuego es necesario aprender a controlar el fuego primero, así no te quemas las manos al lanzar un hechizo.– Dijo Káeli.
–“¿Oh, en serio?” ¿Y por qué no lo haces vos ya que sabes tanto?– Preguntó Lyontari molesto.
–Solo digo que deberías intentar mejorar tu control del fuego antes de hacer otro hechizo.– Respondió Káeli frunciendo el ceño.
–¿Y cómo se supone que lo haré? Jamás tuve un profesor, eso solo lo tenían los “privis”.– Dijo Lyontari.
–Yo tampoco tuve profesores de magia para la guerra, así que estamos en las mismas en eso.– Respondió Káeli.
–Al menos tienes suerte, puedes usar tu magia sin que te quemes.– Dijo Lyontari.
–Igual es complicado, mover la tierra o rocas contra la fuerza de la gravedad no es tan sencillo.– Dijo Káeli. –Creo yo que deberías intentar crear figuras con las ascuas que salen del fuego, la parte más superior del fuego.– Le comentó Káeli a Lyontari.
–Ya lo he intentado…simplemente no sirve. No entiendo qué es lo que hago mal.– Responde Lyontari.
–Bueno…, quizás aún no hayas entendido la naturaleza mágica del fuego, por así decirlo.– Responde Káeli.
–¿A qué te refieres?– Le pregunta Lyontari.
–Bueno…, Jadeít dijo algo de entender la magia para poder crear un arma mágica, pues en sí, también hay que hacer eso para controlar de por sí para poder lanzar hechizos, por lo regular, la gente a veces aprende por sí sola, es algo prácticamente natural cuando se trata de una magia común, pero en algunos casos hay cosas que la persona omite y por eso le salen mal.– Le dice Káeli
–¿Te pasó a ti?– Le preguntó Lyontari.
–Sí, recuerda que yo controlo 2 magias normales y 1 magia real y no fue nada sencillo, la magia del aire fue sencilla de controlar para mí pues tenía profesores que me ayudaron, pero mi magia real era inexistente en ese reino y la magia de la tierra era muy rara, aunque mis padres la tenían, así que ellos me enseñaron lo que podían, pero tampoco es que fuesen expertos.– Dijo Káeli.
–Entiendo… Supongo que prácticamente vos aprendiste a controlar tu magia por sí sola.– Respondió Lyontari.
–Sí, casi todo el tiempo fui autodidacta, aunque igualmente aprecio mucho los esfuerzos de mis padres por enseñarme lo que sabían, mucho, poco, no importa, yo aprecio todo lo que hicieron por mí.– Le dijo Káeli.
–Creo que puedo entenderlo.– Dijo Liodari. –A propósito, ¿por qué cuando Jadeít pregunta algo por lo regular solo espera tu respuesta?– Le preguntó Lyontari.
–Liontari, te recuerdo que legalmente eres mi esclavo por un mes, así que no tienes ningún derecho a opinar o votar igualmente.– Respondió Káeli.
–Esto es horrible, no sé cómo acepté.– Respondió Lyontari.
–Creo que es justamente por eso por lo que existe esa norma, pocas personas se animarían a tener un esclavo que es un delincuente y aún menos personas aceptarían serlo, hay que estar muy desesperado por libertad para ello.– Dijo Káeli.
–Como sea…, en cuanto la Luna se ponga llena, el hechizo del contrato se romperá y volveré a ser libre.– Respondió Lyontari.
–Así es, de momento eres todo mío. Puedo hacer todo lo quiera contigo y no puedes rehusarte, incluso en el ámbito sexual.– Respondió Káeli.
–Ay, por favor, lo último sería más un premio que un castigo.– Dijo Lyontari.
–No me deberías subestimar tanto, las mujeres solemos tener fetiches muy raros en ese ámbito que los chicos por lo regular se negarían.– Diría Káeli para voltear hacia Lyontari con una mirada coqueta.
–No creo que seas de esas…– Diría Lyontari ilusamente.
–Como ya te dije, Lyontari, no me subestimes solo por ser una dama.– Respondió Káeli.
–Ay, por favor, ni te atreverías.– Respondería Lyontari con una cara incrédula.
–Tengo todo el ámbito legal de mi parte y por favor, no me vuelvas a retar.– Dijo Káeli con una mirada amenazadora.
Lyontari se sintió un poco incómodo por aquella mirada y volteó hacia otro lado retractándose de seguir “retándola”.
–Como sea, de cualquier forma, pronto se te acabará esto y ya no podrás avergonzarme más.– Respondió Lyontari.
–Supongo que después de eso te irás…– Respondió Káeli.
–Bueno…, la verdad, no lo sé…– Respondió Lyontari.
–No tienes que sonar amable, sé que quizás te parezca molesta y solo estés conmigo por compromiso, así que cuando tengas que irte, puedes hacerlo sin problemas.– Respondió Káeli levantándose y yendo a la laguna.
–Yo no dije eso…– Dijo Lyontari en voz baja por lo que Káeli no escuchó.
Lyontari se puso a observar el ardor del fuego, intentaba pensar en aquellas palabras que ella le había dicho.
–Pues si me hace falta entender la magia, probablemente nunca lo haré.– Diría Lyontari.
Mientras observava el fuego, se puso a recordar como Káeli se fue hace un momento.
–Aunque me atrevería a decir que es igual que una mujer, si dices algo mal te quemas y si no, te mueres en la frigidez.– Diría Lyontari. –Pero supongo que si no lo intento, jamás podré entenderla…– Dijo.
Lyontari intento seguir el consejo de Káeli, ya lo había intentado miles de veces, siempre salía mal y de hecho, al principio, el fuego se le empezó a descontrolar, pero poco a poco se dio cuenta de algo muy obvio que nos había notado.