Finalmente Arryesgo, Lyontari y Káeli llegan al hotel donde cada quién va a un cuarto. Como Arryesgo es el guardián prácticamente de Jadeít, él se quedó con ella, en un colchón en el piso, mientras que Lyontari y Káeli compartieron cama, no era tan raro teniendo en cuenta que ya habían dormido juntos en la carreta.
–¿Se divirtieron?– Le pregunta Jadeít a Likán.
–Sí, podría decirse que sí.– Le responde.
–¿Lograste descubrir algo en un tono más bajo?– Le preguntó Jadeít.
–Jm, iba a decir que no, pero pensándolo bien, sí. Ese tal Lyontari logró ver que un jugador usaba magia del tiempo con suma facilidad, ¿será que ya la había visto antes?– Le respondió Arryesgo.
–Entonces debemos asumir que era o ya es su cómplice, no me sorprendería que se lo haya confesado el día del bosque y lo haya obligado a no decirnos nada, aunque quisiese, con su contrato de esclavo está obligado por un hechizo a hacer todo lo que ella quiera.– Dijo Jadeít.
–Sí, no creo que lo de aquel día que lo encontrásemos fuese una actuación, probablemente ahora lo haya hecho su secuaz.– Dijo Arryesgo.
–Bueno, solo queda la prueba de mañana.– Dijo Jadeít.
–¿La prueba?– Preguntó Arryesgo.
–Sí, ¿acaso no sabes qué día es mañana?– Le preguntó Jadeít.
–Sí, mañana es el primer día de la semana, ¿pero qué tiene que ver?– Le preguntó Arryesgo.
–Eres demasiado ingenuo. Mañana es día de ir a misa, lo que significa que si la obligamos a tomar la eucaristía y tiene la maldición, la eucaristía arderá en llamas al intentar tomarla.– Respondió Jadeít.
–Ya entiendo, no se me había ocurrido esa idea.– Dijo Arryesgo.
A la mañana siguiente Jadeít y Arryesgo levantaron a Káeli y Lyontari bastante temprano, no querían perder tiempo.
–Ey, sé que íbamos a tomar un tren, ¿pero porqué tan temprano?– Preguntó Káeli.
–No vamos a tomar un tren, tontita, es domingo, vamos a ir a misa.– Dijo Jadeít.
–Ah, es verdad, casi se me olvidaba.– Dijo Káeli.
–¿Estás lista para tomar la eucaristía, Káeli?– Dijo Jadeít.
En aquel momento Káeli sintió el verdadero terror: Había caído en cuenta de lo que estaban tramando; Al ella tener la maldición de Androyde, si tomaba la eucaristía, esta ardería y tendría que escupirla o moriría por quemaduras en la garganta.
–Eh…, la verdad es que creo que no me he confesado, tendrá que ser la próxima vez.– Dijo Káeli.
–No te preocupes por eso, tienes tiempo para confesar todos tus pecados antes de la eucaristía, a primera hora nadie va a confesarse porque casi nadie va a esa hora, así que no te preocupes por eso.– Dijo Jadeít.
–Eh, no lo sé, hay veces donde el sacerdote se tarda mucho confesando, no lo sé sinceramente.– Dijo Káeli.
–No te preocupes, créeme, hay tiempo suficiente.– Dijo Jadeít.
–Debió planearlo todo al milímetro, no me sorprendería que incluso haya escogido una Iglesia a la que poca gente vaya mientras no estábamos.– Pensó Káeli.
–¿Y a qué esperas? Ve a bañarte o llegaremos tarde.– Dijo Jadeít.
–¿No quieren bañarse primero ustedes?– Les preguntó Káeli a Lilán y Jadeít.
–Nosotros ya nos bañamos, solo estamos esperándoos.– Respondió Jadeít.
–Oh, ya veo.– Dijo Káeli.
–Eh, si no vas a bañarte, me bañaré yo.– Dijo Lyontari mientras se iba levantando.
–Eh, sí, de hecho, creo que… nos bañaremos juntos.– Dijo Káeli.
Lyontari se queda confuso un momento y había un silencio incómodo en la sala.
–Es mi esclavo después de todo, así que no importa si lo hago, estoy en mi derecho, ¿no?– Dijo Káeli tomando de la mano a Lyontari.
–¿Káeli?– Preguntaba extrañado Lyontari.
–Yo te dije que no me subestimases.– Dijo Káeli jalándolo hacia el baño para después cerrar la puerta
–Un pecado más que confesar, ¿eh?– Dijo Jadeít comenzando a retirarse hacia el balcón. –Solo que contra la diosa Febis…– Pensaría Jadeít mientras se le dibujaba una pequeña sonrisa.
–¿Káeli, vamos a hacerlo en serio?– Dijo Lyontari nervioso.
–Habla en voz baja.– Dijo susurrando. –No tengo opción, pero no tenía otra forma de hablar contigo a solas.– Le susurró Káeli.
Cuando tanto Jadeít como Likán estaban en el balcón comenzaron a hablar de lo sucedido.
–No pensé que fuese tan lujuriosa Káeli.– Comentó Likán.
–Sí, ¿verdad? Qué inusual comportamiento si incluso la primera vez había preferido que durmiesen separados a pesar de ya haber dormido juntos antes. Es tan curioso…– Dijo Jadeít irónicamente.
–¿Crees que estén planeando una estrategia?– Le preguntó Likán a Jadeít.
–Es obvio que sí. Lyontari hace poco aprendió a usar sus poderes sin quemarse, por lo que deben estar buscando hacer un hechizo similar en Káeli para evitar que se queme su estómago al tragar la hostia.– Dijo Jadeít.
–¿Crees que sirva?– Preguntó Likán.
–Claro que no. Como te dije, por eso yo soy la líder. Me encargué de los detalles y una situación así. Káeli tendría que digerir la eucaristía completamente e ir a defecar para no sufrir heridas, pero el tiempo es demasiado, ningún hechicero podría aguantar por tanto tiempo un hechizo de protección, mucho menos un novato como Lyontari.– Respondió Jadeít.
–Realmente lo pensaste todo muy bien.– Dijo Arryesgo.
–En efecto. Esos dos solo están perdiendo el tiempo buscando una estrategia, no hay forma en que puedan hacer algo, la eucaristía también es inmune a hechizos, por lo que no podrían hacer algún hechizo en ella, por lo que la única salida es que Káeli obtenga un hechizo de protección, pero cuando tenga que ir al hospital por las heridas internas, yo estaré ahí, para matarla de una vez por todas.– Respondió Jadeít.
Por su parte Káeli le estaba a explicando a Lyontari la situación.
–Te explico, ellos quieren que vayamos a misa para que yo tome la hostia, la cual se quemará en llamas, pues así reacciona con gente como yo que está maldita. Por eso necesito que hagas un hechizo de protección contra el fuego durante el mayor tiempo que puedas sobre mí.– Le dijo Káeli a Lyontari.