Káeli, Lyontari, Jadeít y Likán continuaban su camino hacia Poli de Emeralda. Tras el reciente incidente, se mostró que Jadeít durante todo este tiempo no estuvo más que fingiendo en cierta medida, por lo que finalmente ahora ha mostrado su verdadero rostro y hay mucha tensión en el ambiente.
–¿A qué hora llegaremos?–Preguntó Lyontari.
–Llegaremos cuando tengamos que llegar.–Respondió Jadeít.
–¡Eso no es una respuesta!– Respondió Lyontari.
–Por supuesto que lo es, que no sea lo que hayas querido escuchar, no es mi problema.– Respondió Jadeít con un tono burlesco en su voz.
–¡Pero eso no me responde nada! Solamente es repetir la misma pregunta como una respuesta.– Replicó Lyontari.
–Sí, sí, sí..., mira.., jamás en mi vida había ido en carroza hacia esta ciudad, lo normal sería ir en tren, pero es seguro que se tardarán más en arreglar el desastre que hizo tu amiga que si llegamos así.– Respondió Jadeít.
–O sea que no lo sabes.– Preguntó Lyontari.
–Es lo mismo que dije. No deberías quejarte de lo mismo que haces.– Mencionó Jadeít.
–No lo repetí, solo lo resumí, es completamente diferente.– Replicó Lyontari.
–Sí, si... ¿Cuánto crees vos que tardemos, Likán?– Le preguntó Jadeít.
–Probablemente tardemos tres días, está realmente algo lejos aquella ciudad.– Afirmó Arryesgo.
–¿Tres días? ¿Tendré que soportarla por tres días más?– Exclamó Lyontari refiriéndose a Jadeít.
–No estoy más feliz que vos con ello, pero es lo que hay. Mejor ponte cómodo y no seas tan molesto.– Respondió Jadeít.
–Claro, claro... Como si fuese tan fácil contigo aquí.– Dijo Lyontari entre dientes.
–Oigan, chicos, no sean así por favor. Seguro llegaremos más pronto que tarde. No necesitamos pelear.– Dijo Káeli.
–Sí, opino lo mismo que Káeli.– Apoyó Likán.
–¿Te estás poniendo del lado de él?– Le preguntó molesta Jadeít.
–No, solo digo que Káeli tiene razón y entre menos riñas hagamos es mejor.– Aclaró.
–Bueno, como sea.– Dijo Jadeít acostándose sobre el sillón magenta de la carroza que tenían.
Jadeít se mantuvo en aquella posición mientras se mantenían avanzando hacia la ciudad, sin embargo, se encontraron entonces con una persona en el transcurso del camino quien parecía haberse desmayado. Káeli fue la que se percató de su presencia y se preocupó al instante.
–¿Arryesgo, podría detener la carroza un momento?– Preguntó Káeli.
–¿Eh? ¿Por qué?– Preguntó Jadeít.
–He visto a un hombre tirado en medio de la nada y creo que podría estar en problemas, ¿podrían permitirme ir a echar un vistazo rápido?– Les preguntó Káeli.
–Eh, bueno, supongo...– Respondió insegura Jadeít.
–Muy bien, no tarde.– Respondió Likán quien hizo detener los caballos.
Káeli bajó de la carroza y se dirigió hacia donde iniciaban los árboles del bosque y aquel hombre se encontraba tirado.
Káeli comenzó a analizarlo, se trataba de un hombre con tez similar a la oliva, de poca estatura, cabello teñido de color verde cual pino y portaba igualmente una sudadera color menta en la parte superior y gris acercándose al negro en la parte inferior, un pantalón deportivo negro y unos tenis color menta con negro y algunos detalles esmeralda un poco azulada.
Se notaba que se encontraba con deshidratación y que probablemente había estado intentando llegar a la siguiente ciudad a pie, por lo que decidió tomarlo en sus brazos y llevarlo hacia la carroza.
–Ey, ¿necesitas ayuda?– Preguntó Lyontari.
–Pues sí, me vendría bien, toma, llévalo a la carroza, intentaré suministrarle agua apenas despierte.– Dijo Káeli pasándole al sujeto en cuestión.
–Claro, no te preocupes.–– Dijo tomándolo, sin embargo rápidamente se arrepintió. Aquel sujeto realmente era pesado y Lyontari no contaba con mucha fuerza física por lo que lo llevo a duras penas hacia la carroza. –Pesa bastante...– Decía entre dientes.
–¿En serio? A mí me parece que tiene un peso normal.– Replicó Káeli.
–Qué raro, a mí me parece que este tipo pesa mínimo setenta y cinco kilogramos. ¿Cómo pudiste cargarlo desde allá?– Le preguntó Lyontari.
–Si quieres mejor me lo llevo yo.– Respondió Káeli.
–Eh, no, no, ya lo trajiste hasta aquí. Lo mínimo que puedo hacer es llevarlo a la carroza, además ya falta poco.– Dijo Lyontari, aunque realmente solo lo hacía para no parecer un debilucho.
Lyontari dejó al sujeto sobre la carroza bajándolo con cuidado y ayudando a Káeli a levantarlo de los pies y boca arriba para que la sangre llegase al cerebro, Lyontari volteó hacia Jadeít la cual lo veía con una decepción enorme en su rostro
–Patético.–Respondió Jadeít secamente.
Lyontari se ahorró sus palabras y se mantuvo enfocado en darle los primeros auxilios al sujeto. Tras unos minutos finalmente sus ojos color como los de una avellana se abrieron e intentó ver dónde se encontraba.
–¿Dónde estoy?– Preguntó el peliverde con la voz un poco mareada y seca.
–Oh, despertó. Lo encontramos desmayado así que decidimos ayudarlo.– Respondió Káeli.
–Oh, ¿en serio?– Dijo mientras volteaba hacia todos lados con la vista perdida. –¡Muchas gracias!– Dijo mientras lo empezaban a dejar en el suelo y le acercaban algo de agua con un arequipe para que pudiese recuperar energía.
–¿Cuál es su nombre?– Le preguntó Káeli al sujeto.
–Pues... díganme Eskáy Liflï si quieren, prefiero no decir mis endónimos y apellidos.– Respondió el sujeto.
–¿Sabías que es de mala educación no presentarte con tu nombre completo? Sobre todo cuando te estamos ayudando.– Reclamó Jadeít.
–Bueno, bueno, está bien, pero no se vayan a reír. Mi endónimo es Ҩэцҁі Лифли Мбҁөтҁі.– Respondió el sujeto pronunciándolo como ['həʦˀɪ̈: liːɸliː mbˀɵ̞tˀɪ̈].
–¿Eso acaso es un nombre?– Preguntó Lyontari.
–Pues sí, es un nombre en маҁафэө.– Respondió Eskáy Lif–li.
–Es un bonito nombre, no debería avergonzarle mencionarlo cuando se presenta, aunque, creo que todos igualmente le diremos como prefiera usted.– Respondió Káeli.