De la gema del amuleto que le obsequió Jadeít a Káeli comienza a brillar nada más ponérselo del cual sale un espíritu color morado intenso y un leve color naranja, de aquella entidad espiritual sin forma aparente se materializa Jadeít.
–¿Pero qué es lo que está pasando?– Se pregunta Káeli atónita ante lo que está sucediendo.
–¡Es el Amuleto del Rey!– Grita Likán desde su asiento enfurecido por lo acontecido.
Káeli sigue sin entender lo que está pasando hasta que recuerda la Odisea del Rey del Fuego de Faironder en donde un espíritu lo asiste gracias al Amuleto del Rey, una gema que brilla solo cuando un rey legítimo se lo pone en el cuello.
Finalmente se da cuenta del amuleto que Jadeít le regaló y entonces la materialización espiritual habla.
–Mi nombre es はゕぁでお y mi ánima está al servicio de la legítima princesa que porta el Amuleto del Rey.– Dice el fantasma que aparentemente era el ánima de Jadeít.
Káeli queda estupefacta ante lo que acababa de suceder, pero tras pasársele la emoción del momento se da cuenta de la ventajose situación que tenía, ya que gracias a Jadeít ahora podía demostrar su inocencia con solo pedirle que declarase los hechos.
–Jadeít, ¿podrías declarar respecto a lo ocurrido con Likán? ¡Diles que soy inocente!– Pide exclamando Káeli a Jadeít su versión de los hechos.
–Lo siento, pero no sé de qué me hablas. Mi memoria fue relativamente borrada al convertirme en un fantasma mentor, por lo que no puedo recordar nada de mi vida pasada.– Responde Jadeít.
–⸘Qué‽ No..., por favor no me digas eso...– Dice Káeli en voz más baja viendo su mundo derrumbarse una vez más.
La jueza comienza a mostrar interés tal amuleto que se nota a leguas que Káeli no parecía conocer bien cómo funcionaba, por lo que sería muy raro que de hecho, lo fuese borrado en primer lugar.
–¡Entonces está arreglado! El ánima de su majestad Jadeít no puede declarar si es incapaz de recordar los hechos.– Exclama Likán levantándose de su silla desde su lugar.
–Guarde silencio, caballero Risko. En este momento no se le ha pedido que declare su opinión.– Responde la jueza de manera directa.
Likán se vuelve a sentar de mala gana; su paciencia parece estarse agotando y parece que la aparición repentina de la princesa no hizo más que ponerlo nervioso. La jueza entonces se dirige hacia el ánima de Jadeít.
–Señorita Jadeít, ¿podría hacerle una pregunta?– La jueza dice con interés.
–Mientras la portadora esté de acuerdo con que responda esa pregunta, por supuesto.– Responde Jadeít.
–Claro que sí, cualquier información útil la necesito.– Responde Káeli.
–¿El portador del Amuleto del Rey podría tener de fantasma mentor de discípula a alguien que le causó daño o la muerte en el pasado?– Pregunta la jueza a Jadeít.
–Eso me temo sería imposible. El Amuleto del Rey trae de vuelta a personas que están emparentadas genéticamente con el portador o que crearon un fuerte vínculo, si el mentor en vida fuese asesinado u odiase al portador, su ánima simplemente rechazaría tomar de aprendiz al portador, sería simplemente una cuestión de incompatibilidad.– Responde Jadeít.
Likán se queda atónito ante lo que sus oídos acababan de escuchar, sus nervios incrementaron considerablemente más y en su garganta un nudo invisible se formó cada que intentaba decir algún argumento que pudiese contradecir lo que acababa de decir Jadeít.
La jueza se voltea hacia Likán y admira cómo este se ha llenado de nervios y comienza a relacionar ambas versiones.
–Señor Likán, ¿usted está consciente que mentir en un juzgado y a la policía es un delito bastante grave?– Le cuestiona la jueza a Likán.
–Lo sé.– Dice titubeando su voz Likán.
–Asimismo el ánima de Jadeít nos ha confirmado de manera indirecta que Káeli no fue quién la asesinó, ¿qué tiene que decir al respecto?– Le pregunta la jueza a Likánmirándolo fijamente.
–Yo...– Likán piensa nerviosamente una excusa. –Técnicamente fue uno de los oficiales quien llevó a cabo el asesinato al darle por accidente a Jadeít en vez de Káeli, por lo que de cierto modo el asesinato no fue intencional.– Responde Likán.
–¿Entonces insinúa que Káeli nunca buscó matar a Jadeít?– Pregunta la jueza.
–No, no, no, porque esa no era Jadeít, ella fue hechizada de algún modo seguramente, quizás incluso embrujada.– Responde Likán.
–¿Está consciente de lo que un hechizo de magia negra significaría? Sin un amuleto adecuado como el Amuleto del Rey que dudo mucho que Káeli tuviese para cuando tenía que hacer el hechizo, de haberlo hecho sin este, debería tener la mano nigérrima, pero ella sigue teniendo sus manos de un color bronceado aún.– Refuta la jueza.
–Yo...no sé qué decir.– Responde Likán sin nada más que argumentar.
–Está claro que todo eso de que la princesa Káeli buscaba la muerte de la princesa Jadeít eran nomás que puras especulaciones, fue de hecho por ese mismo tipo de especulaciones que se le prohibió a la familia real seguir con sus arrestos y tomar justicia por mano propia con relación a la profecía.– Responde la jueza para tomar aire. –Las profecías no siempre son literales y está claro que la muerte de Jadeít quizás estaba ligada a la vida de esta princesa que tuvo el infortunio de ser perseguida injustamente, al final provocando el mismo destino del que intentaban escapar.– Dice la jueza para finalmente dirigirse a la sala. –Tomaremos un descanso de 15 minutos, una vez acabado, daré mi veredicto final con la información que se ha dado a lo largo del juicio. Todos podéis abandonar la sala.– Dicta la jueza.
Todos se retiran de la habitación. Káeli se va junto a Lyontari a una sala afuera donde venden tés. Káeli pide uno de manzanilla para relajarse de los nervios e intenta asimilar lo sucedido. No sabe del todo lo qué pasará ahora.
Mientras Káeli tomaba su té Lyontari la ve a los ojos preocupado por su estado emocional, por lo que le pone su mano encima de una suya.