Káeli después de tener los efectos secundarios a la hora de defecar se le presentó Jadeít en su forma fantasmal.
–Muy bien, tenemos que aprovechar el tiempo lo más que podamos. El día de hoy aprenderás a crear cobalto, después te será fácil crear otros elementos metálicos más pesados.– Le dice Jadeít a Káeli.
–Espero esta vez sea verdad, no quiero que sea otro de tus engaños como los de ayer.– Le reclama Káeli a Jadeít.
–Lo de ayer si bien no era necesario, igualmente te ayudará, así que deja de quejarte.– Discrepa Jadeít. –Ahora necesito que te pongas en la misma posición de ayer, ya que ahora crearemos una espada de cobalto.– Le pide Jadeít a Káeli.
–Muy bien.– Káeli se encuentra de acuerdo con Jadeít con lo que extiende su mano izquierda con la que está lista para las indicaciones de Jadeít.
–Muy bien. Ayer te expliqué que se necesitaba de menos energía para crear el manganeso, pues aquí ocurre lo contrario con el cobalto. Son metales que necesitan de más energía. Así que necesito que hagas lo mismo que ayer, pero buscando forzar más el flujo de energía.– Le explica Jadeít.
–Creo que lo tengo, déjame intentarlo.– Le responde Káeli a Jadeít a lo que a continuación crea una espada de hierro mucho más grande.
–¡No, no, no! ¡Me has entendido mal! Aj, debes hacer que la energía se manifieste de manera en el elemento y no en el objeto, sino solo lograrás hacer objetos más grandes.– Le corrige Jadeít. –Intenta hacer más pequeño el flujo de dicha energía cuando fuerces la acumulación de energía.– Le recomienda Jadeít.
–Em...creo que entiendo...– Dice Káeli dudando de su capacidad de hacerlo.
Son varios intentos donde Káeli termina fallando haciendo la espada, en uno de tantos incluso hizo una espada diminuta de unos cinco centímetros de manganeso, se veía muy rara por la textura y pequeña al mismo tiempo, pero finalmente logró en una de tantas crear dicha espada.
–Esta es...azul...es un azul metálico...creo que lo logré...– Dice Káeli quien ya se le estaba cansando el brazo.
–Sí, es cobalto. Ahora que ya lo sabes crear, intentaremos hacer algo diferente para que puedas dominarlo.– Dice Jadeít.
–¿Todavía hay más?– Pregunta Káeli.
–Pues claro, debes poder controlar a la perfección el material que vas a crear. Ahora lo que quiero es que intentes hacer mi ráfaga de jadeítas, pero de rocas de cobalto.– Le pide Jadeít a Káeli.
–Bueno, no se oye imposible.– Káeli logra crear una pequeña roca de cobalto y lanzarla como una ráfaga. –¿Así?– Le pregunta Káeli a Jadeít.
–No exactamente, aunque puedas hacer uno, debes hacer mínimo 30 si quieres que sea realmente una ráfaga.– Le explica Jadeít.
Káeli continúa practicando por un buen rato. Realmente era muy ventajosa su situación, ya que no gastaba su energía en hacer cada hechizo, cosa que sí haría si no tuviese la gema que le dio Jadeít; de no tener el Amuleto del Rey, probablemente habría tardado un mes en aprenderlo todo.
Jadeít continúa enseñándole las bases sobre la magia del metal, sin embargo, en un lugar alejado en el Reino de la Tierra, el excaballero Likán se encontraba en una difícil situación.
Tras los eventos del juicio que perdió, no tuvo ningún tipo de compensación por la pérdida de su trabajo, además que perdió su reputación como guardaespaldas. No había podido encontrar trabajo de ningún otro tipo, hasta que caminnando notó un cartel con un anuncio de trabajo de cajero en un establecimiento de comida rápida donde su especialidad eran las hamburguesas.
Likán observa con detenimiento el cartel. –¿En serio tengo que rebajarme a tanto? ¿Tan muerto de hambre estoy como para tener que trabajar en esto... nuevamente?– Likán lo ve con desprecio, pero con un gran sentimiento de duda e interés, mientras recuerda cómo antes de trabajar como el guardaespaldas real, es decir el caballero de Jadeít alguna vez trabajó en este tipo de establecimientos. –¿Qué tan malo puede ser?– Dice mientras entra al establecimiento para intentar pedir trabajo.
Volviendo nuevamente con Káeli, ella ya había dominado finalmente la capacidad de crear elementos y sobre todo ahora entendía mejor cómo crear metales con más energía más fácilmente. Ella entiende que aún así todo se debe la gema que le regaló Jadeít en vida que le da energía ilimitada para sus hechizos.
–Estás avanzando rápido.– Le dice Jadeít a Káeli.
–Sí... ¡Esta gema es increíble realmente!– Afirma Káeli.
–Sí que lo es, pero no me refiero a eso. Realmente estás avanzando, incluso con la gema esto debería ser una tarea más complicada, se ve que tienes talento.– Le aclara Jadeít a Káeli de lo que realmente quería decir.
–¿En serio? Quizás... sea porque originalmente mis padres querían enseñarme sobre hechizos, pero después de morir eso no se pudo completar mi entrenamiento.– Supuso Káeli.
–Supongo...– Asiente Jadeít. –Has trabajado mucho por hoy, creo que lo mejor es que descanses un poco bajando al pueblo para que puedas además conseguir comida.– Le recomienda Jadeít a Káeli.
–Sí, creo que tienes razón. Así no tendré más ardor al levamtarme.– Dice Káeli tomando la gema colgándosela en el cuello y tomando rumbo hacia su ciudad.
Káeli mientras se encontraba viajando por el campo, vio a lo lejos una persona acercarse. No parecía venir acelerada, ni tampoco de forma agresiva, por lo que no le dio importancia inicialmente hasta notar cómo iba directamente hacia ella.
Káeli no podía distinguir bien al principio ya que ella tenía miopía, lo que le dificultaba distinguir del todo a las personas a lo lejos de su rostro, solo distinguía que usaba ropa completamente morada.
La imagen fue haciéndose cada vez más clara hasta que casi lo tenía enfrente, se pudo dar cuenta que su color de piel era demasiado obscuro, más que el de ella, pero más claro que el promedio del Reino del Aire, además usaba una especie de túnica de color morado con detalles poco claros para ella de un tono más claro, por lo que estaba claro que quizás sería un extranjero.