La Coroneta

29. Sin importar el riesgo que conlleve

Káeli estaba corriendo en dirección a la capital de la Penínsulam Jadetit; ella estaba consciente de que debía tener cuidado de su entrada a la ciudad, ya que sería fácilmente reconocida por la policía y sería objetivo fácil para deportarla.

No le sorprendería que todo esto fuese una trampa, ya que claramente lo es, pero no podía abandonar y separarse de Lyontari, no nuevamente.

Káeli sentía su cuerpo con gran energía, no se sentía en lo más mínimo cansada y continuaba corriendo, pero de la nada sintió un fuerte mareo. Káeli se resentía por la hipoglucemia.

Káeli recordó entonces las palabras del kitsune, por lo que comenzó a buscar entre sus bolsillos y encontró las bolas de sésamo o máqiú que le regaló aquella niña que vivía con aquellos amables granjeros.

Káeli pudo sentir rápidamente cómo recuperó toda su energía y volvió a correr mientras el efecto de la hoja aún hacía efecto, comiendo otra galleta mientras seguía corriendo.

Likán por su parte había llevado a Lyontari hasta la Penínsulam Jadetit donde lo estaba llevando con sus superiores como un sospechoso. Likán fue recibido por Ámirra.

–Ey, Likán, ¿a quién traes ahí?– Preguntó Ámirra.

–Es un sospechoso. Estaba de ocioso aparentemente todo el día y merodeaba por el pueblo.– Respondió Likán.

–¿Y crees que con eso basta para traerlo hasta aquí? ¿Sabes lo que puede pasar si descubren este lugar?– Le pregunta con molestia Ámirra.

–También se le vio con alguien que yo nunca había visto por el pueblo. Muy sospechoso.– Respondió Likán.

–¿Quién te dio esa información?– Preguntó Ámirra.

–Los poblerinos.– Responde Likán levantando los hombros.

–Así que tus fundamentos se basan en especulación y chismes, mira, no te voy a decir nada, solo te recomiendo rezar para que el jefe no sea tan duro contigo si es que te llegas a equivocar.– Responde Ámirra.

Likán pasó junto con Lyontari quien se encontraba inconsciente. Lo llevó a un cuarto apartado de la mayoría del edificio donde sería interrogado. Lo ató a una silla con cuerdas a prueba de magia.

Likán se encontraba esperando a Káeli mientras observaba a Lyontari aún inconsciente.

Por su parte Káeli se encontraba aún algo lejos de la ciudad, además el efecto de la hoja de eucalipto ya se había acabado y su cansancio ahora era constante, aún así seguía corriendo en dirección a la ciudad.

Intentaba no ir tan rápido puesto que seguramente quien había secuestrado a Lyontari no se esperaba que Káeli fuese a llegar tan rápido, por lo que sea lo que sea que quisiese hacerle, todavía no empezaba; además quería guardar un poco de energía por si algún duro enfrentamiento se presentaba.

Káeli tras un rato finalmente pudo ver las construcciones de la metrópolis a lo lejos.

Likán por su parte había lo amarrado a una silla a Lyontari y también le había puesto una mordaza; en los ojos de Lyontari se podía observar un total desdén.

Conforme pasó el tiempo, finalmente apareció: Infinidá; nada más llegar este llamó a Likán para que comenzase a explicar la situación.

Likán le explicó sus conclusiones y podía verse en el rostro de Infinidá una total decepción, lo que hizo que Likán comenzase a dudar de sus palabras, lo que empeoró la situación. Infinidá finalmente se cansó de él y ló tomó del cuello de su camisa.

–Mira, niño, esta organización no es un juego... Si ni siquiera eres capaz de confiar en tus propias palabras, ¿crees que yo lo haría? ¿Sabes por qué no puedes confiar en ti mismo? Porque ni siquiera tienes la certeza de lo que estás diciendo por no ser más que un simple chisme...– Le dice Infinidá para finalmente soltarlo. –Ahora que ya lo trajiste aquí no queda otra que matarlo, pero te juro que si vuelves a hacer una idiotez como esta sin ni siquiera consultarlo primero, en la siguiente ejecución vas a estar incluido.– Le dice Infinidá.

Likán asiente con la cabeza con miedo en sus ojos ante la situación imprevista que vio, tras mucho tiempo de no haberlo hecho baja la cabeza.

–Ahora llévatelo de aquí, ni creas que haremos el trabajo sucio aquí.– Le sentencia Infinidá a Likán.

–¿A dónde lo llevo?– Preguntó Likán.

–No lo sé, solo lo quiero lejos y si te llegan a descubrir va a ser totalmente tu culpa y si llegas a intentar aunque sea un poco a involucrar a nuestra organización...– Dijo Infinidá para pasar su mano frente a su cuello simulando un cuchillo.

–Entendido..., señor...– Responde Likán para dirigirse al cuarto donde se encontraba Lyontari.

Káeli por su parte ya había llegado a la ciudad, no sabía por dónde comenzar a buscar, Káeli voltea hacia todos lados mientras piensa en dónde podría haber ido el secuestrador, cuando de repente una señora sale de una biblioteca que tenía enfrente, Káeli la mira con extrañeza mientras ella la ve con asombro.

–Eres tú...– Dice la señora mientras ve a Káeli.

Káeli se asustó pensando que se refería a que ella era la asesina de su reina, sin embargo, antes de que Káeli pudiese decir cualquier cosa ella prosigue sacando un libro.

–Eres tú.– Volvió a decir y comenzó a citar lo que decía en el libro. –«Del Sur una persona con máscara de caballo como la nieve y pelaje superior como el cobalto vendrá confundida a la ciudad en busca de su amor que se le fue arrebatado, entonces irá al Este al único establecimiento donde lavan ropa de esa zona»–

Káeli quedó sorprendida con aquella descripción tan precisa de ella, pero era imposible no preguntarse de dónde sacó aquel texto.

–Disculpe, señora, ¿de dónde sacó dicha información?– Preguntó Káeli.

–Es solo una copia del libro que cuenta con muchas de las predicciones del rey Rehens Jikán.– Responde la señora.

Káeli se queda sorprendida ante esto, pues fue él también quien hizo la predicción que por su causa la última reina del Reino del Metal perecería (lo cual había sido cierto hasta cierto punto).



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En el texto hay: viajes en el tiempo, romance, altafantasia

Editado: 28.11.2024

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