Infinidá estalla de rabia tras el movimiento de Likán que impidió matarlo, rápidamente tira su arma sin más munición o pólvora al suelo.
–No eres la primera basura que mato, lo que me sorprende es que creas que soy el único aquí...– Le dice Infinidá a Likán para que después comiencen a salir más de sus trabajadores. –No por nada en el Reino del Aire nos llaman familia... ¡Atacad!– Le dice inicialmente Infinidá a Likán para después ordenarles a sus hombres.
Dos trabajadores de Infinidá enanos de tez obscura y cabello rizado corto con gran similitud en apariencia entre ellos, salen corriendo a gran velocidad y junto con unas cadenas comienzan a atar a Likán, Káeli y Lyontari, su velocidad es tal que Likán apenas y tiene tiempo para reaccionar.
–Buen trabajo, Teyx y Pac.– Dice refiriéndose a ambos de sus trabajadores.
–⸘Cómo pasó esto‽– Preguntó Lyontari sorprendido por su gran velocidad.
–Son magos de hielo, pueden controlar la velocidad de sus y otros cuerpos.– Responde Likán.
–Pensé que solo controlaban la temperatura...– Dice Lyontari confundido.
Infinidá mientras tanto estaba pensando mientras los veía fijamente hasta que finalmente maquinó su gran plan.
–Llevadlos al cuarto de arriba donde todo está totalmente insonorizado, yo debo buscar unas cosas.– Dice Infinidá para bajar las escaleras, iba hacia el sótano que estaba debajo de la zona de lavandería.
Ámirra, Pac, Teix y otros tres trabajadores más que estaban ahí llevaron los cuerpos como podían al cuarto de arriba que al llegar los avientan contra el suelo uno sobre otro. Likán levanta la mirada y ve a Ámirra y ella le responde antes que pueda decir cualquier cosa.
–No me veas así, yo te dije desde un principio que no era tu amiga...– Le dijo Ámirra.
–Sí, sí... solo ese tal Fidél es tu amigo..., lo sé...– Responde Likán.
Uno de los trabajadores con cabello negro lacio con fleco del lado izquierdo, de ojos azules y tez blanca se acerca hacia Likán.
–No lo tomes personal, pero tampoco es como que pudiésemos hacer mucho, cometiste muchos errores juntos.– Le dice aquel sujeto.
–Sí, quizás con más experiencia..., ni siquiera me sé el nombre de la mayoría de aquí..., ni siquiera sé quién eres...– Respondió Likán.
–Él es Fidél.– Respondió Ámirra.
Likán voltea a ver nuevamente a Fidél, en el fondo le es imposible no ponerse celoso. –Ah... ya...– Dice en voz baja.
–¿En serio va a terminar nuestra vida así?– Le pregunta Lyontari al aire.
–¡Nada de esto hubiese pasado si alguien no hubiese puesto resistencia!– Dijo Likán ante el reclamo de Lyontari.
Káeli le es imposible no enojarse mientras oye a Likán, pero está demasiado cansada como para responder algo.
Mientras tanto Infinidá había finalmente encontrado aquello que fue a buscar en el sótano, una vez que ya lo había tomado comenzó a subir las escaleras, sin embargo al voltear de reojo pudo divisar como Liflï venía entrando, seguramente era porque venía a avisar que ya iba a tomar su turno de guardia supliendo a Likán.
–¡Eh, Liflï! ¡Hazme un favor y toma tu guardia directamente, Ámirra está muy ocupada para registrar tu entrada, pero yo le diré que te lo deje pasar!– Le dijo Infinidá a Liflï desde las escaleras que estaban al fondo del cuarto de lavandería.
–Oh, está bien. Gracias, jefe.– Dice Liflï yéndose.
Infinidá comienza a subir en dirección al cuarto donde deberían estar sus próximas víctimas; Liflï por su parte estaba a punto de irse rumbo al pueblo, sin embargo, recordó que había dejado el otro día un lapicero de puntillas. Liflï al principio se pregunta si vale la pena ir por él o no, pero resulta que le era muy útil para desestresarse en un pueblo tan soso y aburrido, por lo que fue por él.
Liflï subió las escaleras, pero encontró todo vacío, al principio no le dio mucha importancia, solo iba a tomar su lapicero; al entrar a la oficina de Ámirra pudo verlo al instante y una vez que lo tuvo entre sus manos, le llegó nuevamente el día que lo consiguió. Fue un regalo de Jadeít.
–Le fallé... siempre le fallo a todos...– Dice Liflï en voz baja mientras recuerda aquel día, sin embargo oye la voz de su jefe en el piso de arriba a lo lejos.
Y es que Infinidá acababa de llegar al cuarto, se le podía notar un semblante sin expresión alguna.
–Han sido una total molestia... ¡por eso son merecedores de una yubitsume!– Exclama Infinidá mientras muestra un objeto en el que cabía un dedo y tenía una cuchilla que cortaba a presión, similar a trampa de ratón y accionado con una pequeña palanca.
–¿Qué se supone que es eso?– Pregunta Lyontari asustado.
–Nos van a apuntar los meñiques...– Respondió Likán.
A Lyontari le fue totalmente imposible no aterrorizarse; mientras tanto Liflï comenzó a acercarse al cuarto por la exclamación de su jefe.
Al estar ya enfrente del cuarto puede ver quiénes serán las víctimas de Infinidá: Káeli, Lyontari y Likán. Liflï tiene miedo de interferir, literalmente todo el cuarto está lleno de gente que lo atacarán apenas haga cualquier cosa, pero el pensamiento de culpa de Jadeít vuelve a llegarle.
–¿Vas a huir una vez más?– Se pregunta Liflï mientras observa la escena.
Liflï está indeciso ante si hacerlo o no, pero Infinidá no pierde el tiempo y toma a Likán y se va por la mano que tiene a su derecha (que es la izquierda de Likán).
–Empezaré contigo ya que has sido el más insolente de todos.– Le dice Infinidá a Likán procediendo a colocar el dispositivo en su dedo.
Likán forcejea intentando realizar algún hechizo, pero las cadenas se lo impedían. Likán siente cómo su dedo es puesto en el dispositivo y después Infinidá lo acciona, generándole el dolor más horrible que Likán hubiese sentido alguna vez hasta ese momento.
Liflï al oír los gritos de sus amigos se cansa de su posición de espectador, por lo que rápidamente se lanza hacia Infinidá, pero es interrumpido por uno de los trabajadores de Infinidá haciendo uso de sus magia de hielo.