Káeli y Lyontari ahora más seguros de haber perdido a su acechante, o al menos momentáneamente, buscaron entre el bosque dónde poder esconderse o siquiera ubicarse, ya que no tenían idea de dónde habían ido a parar; es entonces cuando a lo lejos entre las colinas pueden reconocer dos grandes montañas con una forma tan particular que les es imposible no reconocer: Era aquel lugar donde habían peleado contra el dragón. De alguna manera esto era algo bueno, estaban en cierto modo cerca de Da Trigál.
Káeli y Lyontari comenzaron a acercarse mientras la noche comenzaba a caer. Lyontari comenzaba a sentirse especialmente cansado por todo lo recorrido, Káeli pudo notar esto en sus singulares gestos.
–No aguantas nada.– Le dijo Káeli a Lyontari burlándose de él.
–¡Tienes que estar bromeando! ¡Esta caminata ha sido mucho más de lo que jamás he hecho!– Respondió molesto Lyontari.
–Sí, pero yo tuve que recorrer casi lo mismo de ahora yo sola y después lo tuve que hacer nuevamente mientras mi cuerpo apenas y podía actuar.– Le responde Káeli.
–Usaste drogas, no cuenta.– Responde Lyontari.
–Solo fueron una pequeña ayuda. Necesitaba llegar rápido... Tú sabes; de nada.– Le responde Káeli a Lyontari señalándole su obvio motivo de haberlo hecho.
Lyontari la ve con molestia nuevamente, pero poniendo su mirada nuevamente en el camino reflexiona sobre lo que dice.
–Sí, gracias...– Responde Lyontari.
–¿Qué dijiste?– Le pregunta Káeli a Lyontari fingiendo que no había entendido.
–¡Gracias!– Responde Lyontari.
–¿Incluso con mis "drogas"?– Le pregunta Káeli a Lyontari.
–Sí, incluso con tus tontas drogas, ¿estás feliz?– Le pregunta Lyontari hastiado.
–Por nada.– Dice Káeli sonriéndole mientras sus ojos con epicanto casi se cerraban totalmente.
Los dos individuos continuaron su camino hasta finalmente llegar a la falda de las montañas, buscaron un pequeño refugio en una pequeña cueva y se acurrucaron al lado uno del otro.
Káeli pudo observar como su compañero se colocó sobre su pecho, por debajo de lo que sería su axila; no entendía el porqué, al principio pensó que intentaría algo raro, pero no fue así.
–¿Qué haces?– Le preguntó Káeli con curiosidad.
–Es cómodo y calientito, es todo.– Respondió Lyontari sin pena.
–Bueno... Lo de caliente te lo creo, pero no creo que esté cómodo...– Responde Káeli.
–Sí lo es, ¿por qué no lo sería?– Le pregunta Lyontari a Káeli.
Káeli se queda unos segundos en silencio, no estaba segura si decir lo que pensaba o no, pero él había demostrado ser alguien empático con ella, había estado en sus momentos más difíciles, ¿qué más importaba en este punto?
–Bueno..., no tengo mucha grasa ahí... Si sabes a lo que me refiero.– Respondió Káeli con bastante pena en su acción.
–No te preocupes por eso, así son perfectas, no necesitan ni un poco más.– Le responde Lyontari a Káeli.
Káeli realmente no se esperaba la respuesta, no de esa manera; aquel comentario llegó a tocar sus inseguridades de tal manera que en ese momento parecía haber sanado la herida que la causó.
Káeli miró una última vez a su amado mientras una lágrima se le escapaba por el ojo derecho; finalmente ambos se quedaron profundamente dormidos uno al lado del otro.
Sin embargo, en sus sueños, o más bien, pesadilla, Káeli contempló un ambiente realmente aterrador: Todo estaba obscuro y de la nada, un grito espantoso en su oreja retumbó sus tímpanos, al abrir los ojos un ente que no podía reconocer con un aura rojiza intensa yacía frente a ellos, al voltear la mirada Káeli pudo observar a su amado atravesado por una espada en la profundidad de su pecho; Káeli rápidamente despertó de aquel terrible sueño.
Káeli analizó su alrededor buscando indicios de aquella terrible escena y aunque no encontró nada, ella aún así quería alejarse. El sueño fue tan vívido que le impedía volver a dormir, así que quería mínimo moverse de aquel lugar.
Káeli intentó en repetidas ocasiones despertar a Lyontari, pero fue totalmente inútil; Káeli decidida activó su ideomáscara y tomó a Lyontari entre sus brazos para después comenzar a subir la montaña por un estrecho camino.
Lyontari terminó despertando finalmente en algún punto y observó como Káeli estaba sosteniéndolo.
–¿Qué pasó, Káeli?– Preguntó Lyontari.
–Tú sigue durmiendo, no te preocupes.– Respondió Káeli para calmarlo.
–Pero por supuesto que no, ¿puedes bajarme?– Responde Lyontari.
–Vale, vale...– Respondió Káeli bajándolo y desactivando su ideomáscara después de ya un tiempo de tenerla activa.
–¿Qué se supone que es lo que estás haciendo?– Le preguntó con curiosidad Lyontari a Káeli.
–Tuve... un mal sueño... Tú morías y había un sujeto extraño con un aura rojiza que no podía apreciar por mi miopía.– Responde Káeli.
–¿Aura rojiza?– Le pregunta Lyontari a Káeli.
–Sí, era un aura similar al color de la sangre.– Responde Káeli.
Lyontari señala un punto en la zona inferior de la falda de la montaña.
–¿Cómo ese sujeto?– Le pregunta Lyontari a Káeli.
Káeli voltea y observa como en aquel lugar donde descansaban estaba aquel ente de aura rojiza agachado, parecía estar "olfateando". Káeli sacó sus lentes y poniéndolos finalmente pudo diferenciar su rostro al verlo fijamente y él a ella también: Likán.
Káeli y Lyontari comenzaron a correr mientras aquel ente también lo hacía; el alboroto fue tanto que sin querer terminaron despertando al dragón que sin dudarlo bajó para detener el enfrentamiento. El dragón atacó a Likán con múltiples rocas y este las esquivó fácilmente, se acercó al reptil alado y la golpeó en el pecho haciéndola retroceder, pero esta se compuso rápidamente.
–¿Cómo fue que hizo eso?– Preguntó Lyontari mientras corría.
–¡No lo sé, tampoco quiero averiguarlo!– Respondió Káeli presurosa por llegar a la cima.
El dragón entonces ahora más naturalizada con su contrincante lanzó una gigantesca roca que empujó muy lejos a Likán de su nido.