En efecto Káeli tenía frente a ella al fantasma o espíritu de su padre; era tal y cómo ella podía recordarlo en su borrosa imagen.
–⸘Padre‽– Preguntó Káeli estupefacta de la situación.
–Mi nombres es Σιφωορ, aunque creo que en lengua arinina sería Pateras; yo seré tu nuevo maestro, yo te enseñaré sobre la magia del aire y el tiempo.– Responde el padre de Káeli.
–¿Por qué estás aquí? ¿No has reencarnado en 200 años acaso?, ¿eres un reflejo de él?– Preguntaba Káeli esperando poder responder sus dudas por algún medio.
–Me temo que al igual que todos los maestros fantasmales, soy incapaz de indagar en mis memorias, pero puedo confirmarte que los espíritus no reencarnan automáticamente tras morir, por lo que sí, un espíritu puede pasar más de doscientos años sin haber reencarnado.– Le respondió el padre de Káeli.
–No lo puedo creer...– Dijo Káeli mientras lo observaba con total atención.
Aquella sorpresa tomó totalmente desprevenida a Káeli, de todas las personas del mundo se esperaba encontrarse, quizás incluso a sus padres adoptivos, ¿pero por qué su padre biológico justamente? Esto cambiaba totalmente su forma de ver las reencarnaciones.
Sea como sea, Káeli intentó finalmente aceptar la situación respirando profundo y buscando mantenerse calmada.
–Veo que aprendiste bien a autocontrolarte, de gran utilidad para una hechicera de metal.– Respondió Pateras.
–Sí, es uno de los pilares en los que se basa su doctrina.– Dijo Káeli. –Debes evitar perder el control, incluso si es tu padre, no deja de ser no más que tu maestro, no sabe quién eres y... no sabe lo que pasaste tampoco.– Dijo Káeli entre sus pensamientos.
–Pero la doctrina del aire es muy diferente, aprecia la generosidad, la capacidad de ser independiente y la confianza en los demás y ti misma; por otro lado el tiempo ama y busca la sabiduría a través de la filosofía y mantiene su esperanza pese a las adversidades.– Responde Pateras.
–Sí, estoy algo familiarizada con la magia del aire...– Responde Káeli.
–Pues te diría que es de lo que más alejada estás.– Responde Pateras.
–¿Qué? ¡Pero si llevo toda mi vida conviviendo con esa magia!– Responde Káeli totalmente confundida por aquellas palabras que en su cabeza eran totalmente absurdas.
–Sí, lo has hecho, pero créeme que estás más lejos de las cualidades de una maga de aire.– Responde Pateras. –Tan solo analízate a ti misma justo ahora, ¿por qué no puedes confiar ni siquiera en tu superior?– Le cuestiona Pateras.
Káeli se da cuenta a lo que se refiere, sin darse cuenta, estaba totalmente a la defensiva; ella no solía ser así... ¿O tal vez sí? Siempre ha sido una persona escéptica, demasiado, incluso cuando Lyontari la tocó, aún sabiendo que él nunca había intentado nada raro, ella en serio desconfió de él.
–Aunque... por otro lado, puedo admitir que hay una pequeña centella de confianza en ti, parece que alguien la sembró en ti hace poco.– Respondió Pateras.
–¿Que alguien la sembró?– Preguntaba Káeli confundida por aquello, ¿quién se supone le había dado confianza?
–Por otro lado no estás tan mal de generosidad y posees una gran confianza sobre ti misma, puedes valerte por ti misma la mayoría de las veces. Solo necesitas trabajar en tu confianza sobre los demás.– Responde Pateras.
–¿Y es solo eso lo que me vas a enseñar?– Pregunta Káeli.
–Bueno, señorita sabelotodo, se ve que ya sabes mucho al respecto de la magia del aire y el tiempo, ¿por qué debería enseñarte más de una magia que ya conoces? Aún si no la usas mucho.– Responde Pateras.
–No lo sé, quizás sobre las armas mágicas.– Responde Káeli.
–Si no logras adaptarte bien a las cualidades necesarias de tus doctrinas no podrás materializar tu arma, es un regalo de tus ancestros que te dieron dicha magia, debes por ende seguir la tradición para obtenerla.– Responde Pateras.
Káeli se sentía algo molesta con la respuesta tan vacía de su padre, básicamente le dijo lo mismo que Jadeít, pero ahora era incapaz de pensar en cómo mejorar su confianza con él enfrente de ella molestándola con aquellas ideas que siempre ha estado ignorando, sentimientos como el Sol y ella tapándolos con el dedo.
El espíritu despareció, prácticamente dando poca ayuda ese día. Káeli y Lyontari continuaron su camino; normalmente Káeli buscarla la forma de mejorar su condición actual, pero ya ni siquiera pensaba en ello, solo seguía adelante porque Lyontari lo hacía.
–¿Estás pensando en lo que te dijo tu padre?– Le preguntó Lyontari sacando a Káeli de sus inmersos pensamientos.
–Eh, eh, claro... Eso hacía.– Responde Káeli.
Lyontari no se creyó del todo lo dicho por su amada, pero aún así confío en las palabras de Káeli.
–Pues... ¿Sabes? Yo confío en ti mucho.– Responde Lyontari.
Káeli sale nuevamente de sus pensamientos confundida con las palabras de Lyontari.
–Incluso aquella vez que no sabía si creerte que no matarías a Jadeít, yo lo hice, yo confíeen ti; estaba todo en tu contra, me habías ocultado que eras portadora de magia del tiempo, que sí eras la chica de la profecía y puse mi vida en riesgo, pero confié en ti ciegamente.– Responde Lyontari.
Káeli en ese momento recuerda aquellos momentos y se da cuenta que lo que decía tenía toda la razón; él no tenía razones para confiar en ella y lo hizo igualmente. Káeli entonces se cuestiona si ella hace lo mismo por él y se da cuenta tristemente que no era así, sin embargo, entonces recuerda la ocasión en el puente de rocas y como logró hacer el hechizo de aire más poderoso que pudo haber realizado.
–Tú me diste la confianza necesaria ese día que Likán nos atacaba.– Respondió Káeli.
–Oh, es verdad... Te veía tan desconfiada de ti misma, pero no podíamos quedarnos de pie inmóviles.– Respondió Lyontari.
–¿Cómo sabías que yo podría?– Le pregunta Káeli con curiosidad.
–Ya te lo dije, yo confío en ti; eres tan lista y fuerte, es imposible no hacerlo.– Le responde Lyontari a Káeli.