Káeli y Lyontari se levantaron a la mañana siguiente muy temprano, su motivo era simple: llegar a la siguiente ciudad de una vez por todas; retomaron el camino de ayer y empezaron a seguir el sendero una vez más, así fue cómo llegaron finalmente a la Ciklóniko Ecnya.
–Bueno…, tampoco estaba tan lejos ayer.– Le comentó Káeli a Lyontari.
–Sí…, de todas formas fue buena idea quedarnos, así pudimos hacer una fogata, aquí no fuésemos podido hacer nada de eso.– Respondió Lyontari.
–Creo que tienes razón.– Le dio la razón Káeli.
–¿Y ahora a dónde? Creo que tú habías mencionado algo de un tren.– Le preguntó Lyontari a Káeli con gran interés.
–Sí, sí, está más adelante; ven, sígueme.– Le pidió Káeli a Lyontari y entonces comenzaron a caminar a la parte Sur de la ciudad, ahí había una estación de trenes.
Mientras ambos recorrían la ciudad, Káeli comenzaba a sentir que ya había pasado mucho tiempo en aquella ciudad, ya eran tres ves las que visitaba el pequeño lugar; gracias a esto Káeli pudo percatarse que aquel día muchos sitios estaban cerrados.
–¿Está muy vacío esto, no?– Le preguntó Lyontari a Káeli quien había detectado lo mismo.
–Sí, normalmente no es así. No sé porqué tantos negocios están cerrados.– Le respondió Káeli.
–Quizás estén celebrando una fiesta local.– Dijo Lyontari.
–Quizás; aunque no recuerdo haber oído de ninguna.– Respondió Káeli.
Tanto Káeli como Lyontari siguieron su camino hasta llegar a la estación de trenes. Para su sorpresa y desgracia, aquel día nadie trabajó o eso parecía.
–No hay nadie aquí tampoco…– Dijo Káeli con preocupación al ver la situación.
–Te lo dije, debe de ser un día festivo.– Le recriminó Lyontari a Káeli.
–Yo no dije que no te creyese, simplemente no recordaba que hubiese alguna, pero creo que tenías razón…– Le da la razón Káeli a Lyontari mientras sigue buscando con la mirada a alguna persona.
–¡Mira!– Llamó la atención Lyontari de Káeli mientras le señalaba con su dedo a una persona que estaba limpiando las ventanas de los trenes a lo lejos. –Ahí hay alguien.– Añadió Lyontari.
–Vayamos a preguntarle, de paso nos enteramos del porqué.– Respondió Káeli y ambos comenzaron a caminar hacia el sujeto.
–Buenos días.– Saludó Káeli al señor acercándose a él.
–Buenos días.– Respondió el señor. –¿Buscaban a alguien?– Les preguntó el señor.
–Nos preguntábamos porqué nadie está trabajando.– Respondió Káeli.
–Ah, eso, más al rato iniciarán, ahora mismo están formados porque hoy son las elecciones municipales para el alcalde.– Respondió el señor amablemente.
–Ahora todo tiene sentido…– Dijo Káeli. –Muchas gracias, esperáremos entonces.– Añade Káeli agradeciéndome al señor la amabilidad de responder a sus preguntas.
–No hay de qué.– Respondió el señor y siguió trabajando.
Káeli y Lyontari entonces se sentaron en unas de las sillas que había en la estación de trenes. El aburrimiento era especialmente llamativo en aquel momento; Káeli estaba notando que iba a ser otro de esos largos momentos en silencio que para ella se le hacían incómodos.
–Me pregunto que dirán cuando llegue a la capital, ¿será que pueda hablar con Elafee para que nos quedemos en casa hasta que consiga un nuevo departamento? No, no creo… Me fui sin siquiera despedirme de ella, ya de por sí no le caía tan bien, pero fue una grosería que me haya ido así porque sí.– Decía Káeli entre sus pensamientos mientras pensaba que excusa diría al llegar a la capital. –¿Y si le pregunto a Lyontari? Él tiene buena labia, quizás podría recomendarme algo.– Pensó y volteó a ver a su compañero que se encontraba totalmente inmerso en sus pensamientos, su vista se veía perdida. –¿Qué estará pensando? ¿Será que sea algo importante?– Se cuestionaba Káeli entre sus pensamientos. –No, no creo, lo mejor será primero preguntar y después meter en medio de la conversación lo que pensaba..– Pensó y se dirigió hacia Lyontari. –Oye, Lyontari, ¿en qué piensas?– Le preguntó.
–En nada.– Dijo Lyontari parpadeando y volviendo en sí. –¿Por qué?– Le preguntó a Káeli.
–¿Cómo no vas a pensar en nada? Se te veía muy pensativo.– Respondió Káeli.
–A ti también.– Le respondió Lyontari a Káeli.
–Bueno, es que yo sí estaba pensando cosas.– Respondió Káeli a Lyontari.
–Ah, ¿en serio? ¿Cómo qué?– Le preguntó Lyontari a Káeli.
–¡Ese no es el punto!– Respondió exclamando Káeli, aunque después recapacitó que en realidad, sí lo era.
–Pues… simplemente no pensaba en nada, mi cerebro estaba totalmente en blanco.– Respondió sinceramente Lyontari a Káeli.
–¡Eso es imposible! Algo tenías que haber estado pensando, no lo sé, la caída del Imperio del Rayo o algo así.– Respondió Káeli invalidando las respuestas de su compañero, aún cuando habían sido totalmente sinceras.
–Quizás…– Respondió Lyontari.
–¿Ahora me vas a decir que en serio pensabas en eso?– Le pregunto Káeli a Lyontari continuando sin creerle.
–Pues no sé qué decir, si te digo la verdad no me crees.– Responde Lyontari aún con un tono calmado.
–Es que eso no es posible. Como sea.– Respondió Káeli volteando a otro lado y respirando hondo. –Yo estaba pensando en qué podría decirle a una amiga para que nos deje hospedarnos cuando lleguemos a Reál Ufteró, la capital.– Le comenta Káeli a Lyontari.
–Pues dile que te deportaron y que me conociste en el camino.– Responde Lyontari.
–Creo que no me entiendes, mira: Lo que sucede es que me fui sin despedirme y tengo miedo que esté enojada conmigo por eso.– Respondió Káeli.
–¿Hace cuánto tiempo te fuiste?– Le preguntó Lyontari a Káeli.
–Unos días antes de conocerte.– Responde Káeli.
–Entonces si estuvo enojada contigo, seguro ya se le olvidó.– Respondió Lyontari.
–No lo entiendes, ella es especialmente rencorosa.– Le dijo Káeli a Lyontari rechazando esa idea.
–Entonces piensa en alguien más o discúlpate sinceramente con ella. Es todo lo que puedes hacer.– Respondió Lyontari.