Káeli abrió la puerta y lo primero que vio fue a Lyontari sentado en el sillón con la tenue luz de las velas apenas iluminando la sala; nada más él la reconoció, se levantó rápidamente y fue a abrazarla.
-Hola, Káeli, ¿cómo te fue?- Dijo Lyontari.
-Bien, nada a destacar.- Respondió Káeli mientras moría de la ternura por dentro, mas su tiempo estaba contado. -Oye, ¿qué fue lo que te pasó? Elafê me dijo que tú me dirías.- Agregó.
-La noche anterior... vi a alguien por la ventana, nos había estado vigilando desde la noche anterior a esa... Pensé que podría enfrentarla solo, alejarla, pero no pude. No recuerdo mucho, solo que llevaba un vestido rojo y que me dejó noqueado cuando menos me di cuenta.- Relató Lyontari.
Káeli se quedó aterrada ante aquellas palabras y un miedo profundo de no volver a ser perseguida la volvió a invadir.
-⸘Tenemos una acosadora‽, ⸘por qué no me dijiste nada al respecto‽- Preguntó disgustada.
-La primera vez vi la situación como una coincidencia y en la segunda noche no quería despertarte, era muy de madrugada.- Respondió apenado.
-Ay, tontito...- Dijo mientras intentaba asimilar la noticia. -¿Crees que aparezca hoy también?- Retomó.
-Lo dudo... y si lo hace, no será en el mismo lugar.- Respondió Lyontari.
-Quizás tengas razón.- Concordó. -Oye, necesitamos hablar de un tema aparte también.- Añadió.
Lyontari subió la ceja sorprendido por aquellas palabras.
-¿De qué?- Preguntó Lyontari.
-Solo es una pequeña duda...- Decía Káeli mientras movía la pierna horizontalmente por la ansiedad.
-¿Y bien?- Preguntó Lyontari esperando su respuesta, mas ella se tardó un rato más.
-En el Reino del Fuego los hombres acostumbran tener varias mujeres, ¿no?- Preguntó.
-Algo así, ¿por?- Quiso saber Lyontari.
-¿Tú estarías interesado en eso? No digo ahora, sino en el que caso que llegare, ¿te gustaría?- Preguntó.
-Káeli...- Dijo Lyontari mientras una pequeña sonrisa de ternura se formaba en su rostro. -No todos en el Reino del Fuego lo hacen, de hecho, solo he oído que lo hacen los políticos.- Respondió Lyontari.
-Entonces..., ¿a ti no...?- Quiso confirmar.
-No, Káeli.- Le aclaró Lyonhari para después mirarla fijamente. -La única que está en mi mente eres vos y nadie más puede tomar ese lugar.- Declaró.
A Káeli le empezaron a brillar los ojos mientras sentía que su corazón era incapaz de aguantar la paz y felicidad que le habían dado aquellas palabras.
-Gracias.- Respondió.
-¿Por qué la pregunta?- Retomó la conversación Lyonhari.
-Una tontería...- Respondió, menospreciando sus inseguridades.
-Dilo; si una tontería te hace sentir así, entonces no lo es.- Afirmó Lyontari.
Káeli se quedó pensando un momento mientras intentaba sacar bizarría de algún lugar para hablar con honestidad.
-Sucede que Ġazi sacó la conversación y, bueno..., me llegó a la mente la duda.- Confesó.
Lyontari vio a Káeli antes de dar una respuesta, parecía finalmente atar los hilos.
-No estarás pensando que me fijaría en la jefa, ¿verdad?- Le cuestionó Lyontari.
Káeli volteó a ver a Lyontari y aunque su cuerpo le gritaba mentir, logró romper el nudo en su garganta que le impedía expresarse.
-Tal vez...- Dijo, no rompiendo del todo esa barrera.
Lyontari suspiró hondo y volteó a verla mientras se veía en sus ojos la lástima que sentía.
-Eso no va a pasar, Káeli.- La calmó Lyontari.
Káeli sonrió mientras sus dudas finalmente terminaban. Se acercó más a su novio y se recargó en su hombro.
Poco después de eso, Elafê entró al departamento y le agradó ver a ambos chicos juntos. Les sonrió y se fue directo a su cuarto.
-Buenas noches.- Les deseó.
-¿No ibas a volver quizá hasta el lunes?- Le preguntó Lyontari.
-Los planes cambiaron un poco, saldré mañana..., quizá vuelva el lunes en la tarde.- Respondió Ġazi.
-¿No vas a cenar? Te estábamos esperando.- Le preguntó Káeli.
-Estoy llena, no se preocupen por mí.- Respondió y entró a su cuarto.
Káeli se quedó con la duda de si Elafê realmente estaría bien, pero el calor de su novio la hizo olvidarse rápidamente de todo y se quedó dormida en poco tiempo por el cansancio.
La noche la pasaron relativamente con normalidad, sin embargo, por la nueva preocupación Káeli se levantó a medianoche y se asomó por la ventana; efectivamente no vio a nadie.
A la mañana siguiente ambos tenían el día libre, pero no podían desaprovecharlo, Káeli tenía que dominar la magia del aire cuanto antes y había estado perdiendo mucho tiempo.
Káeli tomó la iniciativa de levantarse temprano junto a Lyontari para tomar un tren y llegar a una gran zona verde poblada por una inmensa cantidad de olmos que había en la ciudad: D'Alameda; un lugar ideal para poder entrenar los hechizos. Habían empacado algunos emparedados también, salieron sin despertar a Elafê.
Cuando llegaron Káeli invocó a su padre, hacia mucho tiempo que no lo veía.
-Buenos días, Káeli. ¿Lista para entrenar?- Preguntó su padre.
-Claro, he estado perdiendo mucho valioso tiempo todos estos días, así que no temas en ponerme ejercicios difíciles.- Pidió Káeli.
Su padre solo sonrió y Káeli se quedó extrañada por esa respuesta.
-¿Por qué te ríes?- Preguntó.
-Porque piensas que entrenando más duro un día puedes compensar varios días de entrenamiento normal. El entrenamiento constante es la clave, no castigarte por no hacerlo toda la semana.- Le explicó su padre.
-Pero... el trabajo me arrebata mucho tiempo como para entrenar.- Respondió.
-Tienes las noches, pues si realmente quieres mejorar, tendrás que comprometerte y entrenar al menos una hora cada noche.- Respondió su padre.
Káeli suspiró profundamente entendiendo que debía hacerlo, aun si no quisiese.
-Okay, me comprometeré de verdad a esto.- Declaró Káeli mientras se mentalizaba el tener que hacerlo.