54. Un encuentro no agresivo, mas igual de doloroso

Káeli finalmente había terminado de entrenar, al menos por ese día, más por órdenes de su padre, que hacía hincapié en que se trataba más de constancia que de esfuerzo; ahora se encontraba caminando junto a Lyontari por la ciudad en dirección al teatro.

–Mis piernas me duelen…– Expresó mientras caminaban.

–Ya falta poco, seguro ahí habrá lugar para sentarnos.– Respondió Lyontari.

–Ya sé, pero lo que yo quiero es dejarme caer en este momento.– Káeli suspiró, pero siguió caminando, motivada por la promesa de un descanso pronto.

Al llegar al teatro, se encontraron con una gran multitud. Parecía que la obra de esa noche era muy popular.

–¿Qué están presentando hoy?– preguntó Káeli, tratando de ver el cartel.

–Es una nueva obra llamada ‹Gardeẅaris dèd'Emeraldas›.– Respondió el encargado de la taquilla.

–Suena fascinante.– Káeli volteó a ver a su novio. –¿Quieres verla?– Le preguntó.

–Veremos lo que tú quieras.– Le respondió a Káeli.

–No quiero que veas algo que no quieras y luego te quejes de que fue aburrida.– Explicó Káeli.

–Estaré bien con lo que sea que elijas, no te preocupes por eso.– Respondió Lyontari.

Káeli cansada de que Lyontari no hiciese otra cosa más que ceder, en lugar de mostrar alguna iniciativa de interés, se rinde y compra los boletos para la obra. Entraron al teatro y encontraron sus asientos justo a tiempo para el inicio de la función. Las luces se atenuaron y el telón se levantó, revelando un escenario cubierto de lugares mágicos, mucho más fantásticos de lo que ya su mundo de por sí era.

La obra comenzó con una narración sobre un reino donde los sueños y la realidad se entrelazaban: Los protagonistas se debían embarcar en una aventura para salvar su mundo de una amenaza oscura.

Káeli estaba tan ensimismada dentro de la obra que milagrosamente perdió olvidando aquel mortífero cansancio, pero sobre todo, no se percató que alguien se había sentado a su lado, una chica que había llegado a último momento, un poco después de que la obra empezase.

La obra continuó con normalidad, sin embargo, durante el transcurso de la historia, se dio un fuerte giro de trama, pero debido a que la chica que había estaba al lado no estuvo en los primeros minutos de la obra, no se dio cuenta de ello.

–No entiendo porqué todos se impresionan…– Dijo en voz baja.

–Es porque el villano que acaba de aparecer, fue presentado al principio como su padre.– Le respondió Káeli en voz baja, sin voltear a mirarla.

La chica se quedó callada ante esa respuesta, por lo que Káeli pensó que había logrado resolver su duda.

La obra terminó con normalidad, Káeli quedó bastante satisfecha con el final, derrotando finalmente el héroe a su padre con un poderoso hechizo de gravedad, uno que no permitía ni a la luz escapar de ella, cubriendo el escenario de una intensa obscuridad que nos dejaba al margen del suspenso de lo que sucedería, mostrando al héroe malherido, pero victorioso con una gran sonrisa en su rostro, viendo las nubes despejarse y dejando escapar rayos de luz.

Káeli salió en compañía de Lyontari del teatro entonces, sin embargo, cuando se dio cuenta Káeli, ya no traía su bolsa.

–¡No puede ser!– Decía Káeli mientras inquieta buscaba por todos lados su bolsa.

–¿Qué pasa?– Preguntó Lyontari.

–¡Mi bolso! ¡No está!– Exclamó Káeli.

Lyontari rápidamente se da cuenta de lo ocurrido y empieza a correr adentro del teatro.

–Iré a buscarlo.– Le dijo.

Káeli se quedó ansiosa pensando en dónde habría quedado su bolso, sin embargo, repentinamente fue sacada con un pequeño susto de aquellos sobrepensamientos por unos pequeños toques en el hombro. Káeli se volteó y no se esperaba ver a quien estaba frente a ella.

–¡Ġazi!– Exclamó.

–Creo que esto es tuyo…– Respondió Ġazi extendiéndole su bolsa.

–¡Ay, gracias! ¿dónde estaba?– Dijo Káeli tomándola entre sus manos.

–La habías dejado en tu asiento, creo que no notaste que se te había deslizado de tu hombro.– Respondió Ġazi.

–Sí, supongo que es cierto…– Káeli entonces se percata de algo. –¿Estaba en el teatro acaso?– Le preguntó con curiosidad.

–Sí, estaba al lado de ti, pero creo que nunca me notaste, ni siquiera cuando me respondiste mi duda del porqué todos estaban sorprendidos…– Respondió Ġazi.

–¡Ay, lo lamento tanto! La obra me atrapó muy fácil y…– Káeli quería excusarse, sin embargo, fue interrumpida por Ġazi.

–No te preocupes por eso, no es la primera vez que he sido invisible para ti…– Dijo Ġazi tomando aire.

Káeli se quedó extrañada por aquel comentario, sin embargo, antes de que pudiese decir cualquier cosa, Ġazi continuó.

–¿No recuerdas alguna chica de cabello negro que iba contigo? Estuvo varias veces contigo en el cuadro de honor, pero tú siempre estabas interesada en el chico que estaba de abanderado…– Comentó Ġazi.

Káeli comenzó entonces a recordar y entonces sus recuerdos la llevaron a aquellas experiencias y casi como si un camaleón dejase de camuflarse, nuevamente apareció aquella chica que después de tantos años, había olvidado.

–¿Eres vos?– Preguntaba Káeli incrédula ante sus recuerdos vagos.

–Al principio tampoco te reconocí…– Volteó hacia otro lado. –Pero siempre me recordabas a aquella chica que conocí en secundaria, pero…– Volteó a mirar directamente a Káeli. –En aquel momento que te vi, en aquel mismo teatro, igual que cuando vinimos por una actividad escolar.– Dijo Ġazi acercándose a Káeli, vio fijamente sus labios y luego volteó la mirada resignada.

Káeli comenzaba a sentirse algo incomoda por todo lo que estaba ocurriendo, no se enteraba bien del porqué del comportamiento de su jefa.

–¿Hay algo que quieras decirme?– Preguntó Káeli buscando terminar la incertidumbre que había alrededor de esa situación.

–Sí, hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo.– Respondió Ġazi, tomando aire profundamente. –En la secundaria, siempre te admiré demasiado, pero también sentí algo más, algo que nunca me atreví a decirte.– Agregó.