Káeli despertó con los primeros rayos del sol filtrándose a través de las cortinas tras una noche larga e inquietante. Se levantó lentamente, tratando de no hacer ruido para no despertar a Lyontari, quien aún dormía en el sofá.
Mientras preparaba café en la cocina, sus pensamientos de la chica que los había estado espiando comenzaron entonces a distraerla de todo su alrededor: ¿Quién era y qué quería de ellos?; la incertidumbre la carcomía por dentro.
Lyontari apareció en la cocina poco después, con el cabello despeinado y los ojos aún medio cerrados, apagó la estufa, pues el ruido de la cafetera haciendo presión lo había despertado.
–Buenos días.– Murmuró, tomando una taza de las estanterías.
–Buenos días.– respondió Káeli, tratando de sonar más animada de lo que se sentía. –Disculpa por los ocurrido ayer.– Dijo mientras se agarraba el hombro.
–Ya no te preocupes por eso.– Respondió Lyontari y comenzó a servirse café. –¿Quieres?– Dijo acercándole la taza.
–Sí, gracias.– Dijo tomándola y comenzando a sorber.
–¿Tienes algún plan para hoy?– Preguntó Lyontari.
–¿Con esa tipa allá afuera? No estoy segura de siquiera salir.– Respondió. –Sin embargo, es necesario que salgamos: Como te dije, hoy son las elecciones y no puedo dejarte aquí.– Agregó.
–¿Tienes esperanza que cambien de gobernante?– Le preguntó Lyontari.
–La esperanza es lo último que se pierde, pero no lo sé, incluso con todas las carencias que tenemos, aún hay gente que apoya su partido.– Respondió.
–Bueno, vayamos, pero primero terminemos de desayunar.– Declaró Lyontari.
Mientras desayunaban en silencio, el sonido de la ciudad se destacaba por su silencio: Los vendedores ambulantes no estaban gritando sus productos y había menos tránsito entre las calles, incluso para ser una zona departamental. Después de terminar su café, Káeli se levantó y se dirigió a la ventana, finalmente comenzaban a oírse los murmullos y se podía observar a la gente que ya se dirigía a los centros de votación. La tensión en el aire era palpable; todos sabían que estas elecciones podrían cambiar el rumbo de la ciudad.
–Deberíamos irnos ya.– Se giró hacia Lyontari. –Cuanto antes votemos, antes podremos regresar, menos estaremos al alcance de esa chica.– Pidió.
–Sí, tienes razón.– Asintió, se levantó y se estiró.
Ambos se pusieron sus abrigos y salieron a la la ciudad. Mientras caminaban hacia el centro de votación, entre el bullicio, Káeli no podía dejar de mirar a su alrededor, esperando ver a la chica en cualquier esquina, pero la multitud era densa y todos parecían estar enfocados en llegar a su destino.
Al llegar al centro de votación local de su ducado, la fila era larguísima, pero avanzaba rápidamente. Káeli y Lyontari se unieron a la fila y esperaron pacientemente. Mientras avanzaban, Káeli notó a un grupo de personas discutiendo acaloradamente sobre los candidatos. La división en la ciudad era evidente.
Finalmente, llegó su turno. Káeli tomó la boleta y votó sin dudarlo por el partido opositor, esperanzada de su voto.
–Listo.– Le dijo ella a Lyontari al salir.
–Ahora, volvamos a casa y pensemos en nuestro siguiente paso.– Él respondió.
Káeli asintió, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Mientras caminaban de regreso, no podía sacudirse la sensación de que estaban siendo observados. La chica misteriosa seguía siendo una sombra en su mente: Necesitaba descubrir quién era y qué era lo que quería de ellos.
–Ya no tendremos que salir, ¿verdad?– Preguntó Lyontari.
–No exactamente.– Respondió Káeli. –Si cuentan rápido los votos, podrían dar resultados esta misma noche.– Explicó.
–¿Tantos resultados en una sola noche?, ¿no vive demasiada gente aquí para lograr hacer eso?– Preguntó Lyontari impresionado.
–Sí, lo es, normalmente cuando dan los resultados, el mismo pueblo es el que exige que se revienten y ahora sí dan los resultados unos días después. Es un desastre, así que me alejo del centro, porque siempre es igual.– Explicó.
–No sé porqué lo hacen mal si ya saben que el pueblo no es tan tonto.– Respondió Lyontari, confundido.
–Supongo que esperan que algún día se rindan, después de todo, no importa si los porcentajes son un poco más altos para el partido opositor, igualmente ganan.– Responde.
–¿A qué hora salimos entonces?– Preguntó Lyontari.
–Vendremos ya en la tarde y para la noche estaremos en casa.– Declaró Káeli.
Káeli y Lyontari continuaron su camino hasta llegar a casa, donde lo primero que hizo Káeli, fue dirigirse a la ventana, observando con atención cualquier movimiento sospechoso en la calle.
–Voy a preparar algo de comer: Necesitamos energía para lo que venga.– Dijo Lyontari, tratando de aliviar la tensión.
Káeli asintió, pero no apartó la vista de la ventana. La sensación de ser observada no la abandonaba. Mientras Lyontari cocinaba, ella repasaba mentalmente los eventos de los últimos días, tratando de encontrar alguna pista sobre la identidad de la chica misteriosa.
De repente, tocaron la puerta bruscamente, Káeli y Lyontari lo escucharon y ambos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.
–¿Quién será?– Preguntó Lyontari.
–No lo sé, Elafê dijo que volvería hasta en la noche.– Respondió Káeli levantándose.
Káeli se acercó lentamente a la puerta y miró por la mirilla: No vio a nadie, pero la sensación de inquietud persistía, así que abrió la puerta.
–¡Bu!– Gritó Elafê quien estaba al lado de la puerta.
–¡Ah!– Gritó Káeli ante el miniusto. –¿Qué haces aquí? Pensé ibas a salir de viaje.– Preguntó Káeli confundida mientras Lyonhari también comenzaba a acercarse.
–Te dije que eso se canceló, de hecho, iba a salir desde el viernes después que Lyontari despertase, pero la persona que nos iba a llevar de viaje ya no pudo.– Explicó Elafê.
–Ya veo…– Dijo Káeli, notando que había alguien atrás.
Lo primero que notó fue que traía una prenda roja que alertó a Káeli, lo que la hizo irse rápido contra ella, pero al tenerla enfrente, se dio cuenta que era solo una blusa que combinaba con un bluyín. La chica se sobresaltó y se hizo hacia atrás.