La cosa del más allá

Caos

Espero que hay alguien vivo para leer esto. Pero quien sabe, tal vez sean los monstruos los que queden al final de la guerra. En cuyo caso, tampoco se perderán mis palabras, pues me consta que varios de ellos saben leer. Al menos así sabrán lo que pensaba uno de los humanos que le servían de alimento.

Recuerdo como empezó, seria imposible que no lo hiciera, había ocurrido hace muy poco, pero todo fue tan rápido, tan... tan irreal.

Esa mañana todo había comenzado bien. Me levante, me puse mi uniforme y desayune mientras veía la television. Fue en el noticiero matutino donde destaparon lo que seria la primera probada del horror que se nos venia encima.

En una pequeña ciudad, en esta pequeña ciudad, ocurrieron varios ataque de los que algunos denominaron como un hombre sin rostro e implacable que mataba a todo aquel que se interpusiera en su camino. Causo una verdadera masacre.

Pero no era un hombre, decían algunos de los entrevistados, visiblemente alterados. Era algo más, un monstruo, un demonio surgido del mismo infierno. Nadie les creía, por supuesto.

Poco después se reportaron ataque de animales en la zona. No eran animales, eran hombres lobo, decían los entrevistados, ante la incredulidad y burla de los presentadores de televisión.

Pero la burla les duro poco a aquellos pobres diablos.

La última noticia que alcance a escuchar le podía poner los pelos de punta a cualquiera. Nos sacaron de la escuela en cuanto se enteraron. Nos dijéramos que fuéramos a casa hasta nuevo aviso. Incluso las calles se llenaron de militares en tan solo unos minutos.

Alemania había desaparecido.

No fue un ataque nuclear o alguna bomba ni nada por el estilo, nadie sabe lo que ocurrió, simplemente en un momento estaba ahí y al siguiente todo lo que existía en lo que había sido ese país, se había desmoronado en cenizas negras. Incluso el metal se convirtió en cenizas. Debería ser imposible, pero había ocurrido.

Después, cuando apenas había llegado a casa, empezó la masacre.

No se como explicar lo que vi. El aire... El aire comenzó a agrietarse y de ahí surgieron monstruos, verdaderos monstruos.

Una ser alado desgarro a mi padre, mientras que algo vagamente humano se comió a mi madre y hermanito frente a mi, mientras yo gritaba de terror.

A penas alcance a escapar, escuchando los gritos a mi alrededor.

A pesar de los alaridos que taladraban mi cabeza y los mares de sangre que inundaban las calles, quise reír, quise reír porque me di cuenta de que había escuchado de los seres que asolaban la ciudad, todo el mundo había oído hablar de ellos.

Eran seres mitológicos. De los peores que existían.

Los edificios eran derrumbados por enormes dragones con cuerpo de serpientes, gigantes arrasaban todo lo que hallaban a su paso, mientras qu e esfinges perseguían a las personas y destrozaban sus cabezas con las maza que portaban.

Incluso había un minotauro, un jodido minotauro.

Uno de los hombres que hasta hace poco paseaba por las calles, saco una pistola y le disparo a una de aquellas abominaciones, fue inútil, la bala rebotó en la dura piel del monstruo y esa cosa en venganza se lo comió.

Cuando todo parecía perdido, un ruido hizo que mi cabeza mirara hacia el cielo. Eran los jets del ejército. El cuerpo principal no debía estar lejos. Nos habíamos salvado.

No transcurrieron ni diez segundos antes de que mi ilusión se hiciera pedazos.

El cielo se ennegreció cuando dragones del tamaño de aviones comerciales aparecieron en las grietas que cubrían el firmamento. No tardaron ni un minuto en destruir a todos los jets.

En el suelo mas grietas se abrieron y de ella surgieron espantos que ni siquiera puedo nombrar. Habían arpías, estoy seguro y sátiros. Pero solo eso logre distinguir entre la masa asesina que surgió de aquellas bocas infernales.

No sé como lo hice, pero tras una larga travesía logre llegar al otro lugar que consideraba seguro: mi escuela. Un trayecto que siempre me había durado solamente diez minutos lo hice en seis infernales horas.

No era el único que había decidido ir ahí.

Ahora acabo de acordarme. Fue algo tan extraño que hasta hace un momento lo había dejado fuera.

Poco antes de llegar me encontré con una chica de cabellos rubios y con unos anteojos cuadrados, casi de mi edad. La reconocí enseguida, era Paula. Solamente que se suponía que ella había desaparecido hace casi seis meses, que estuviera ahí era raro, aunque bien podría explicarse, el como vestía y la forma en la que se comportaba no eran normales.

Su uniforme estaba en muy mal estado y ella iba descalza, pero con sus pies blanquecinos sorprendentemente limpios. Estaba sentada sobre la portezuela de un automóvil. Tatareando.

—Es hermoso, ¿no crees? —me dijo, sin mirarme.

No entendía a lo que se refería. En ese momento no podía ver nada "hermoso", todo a mi alrededor era muerte y destrucción.

—Si... El caos, lo mas hermoso que puede existir. Aquello que hace al universo un lugar impredecible.

Y entonces se puso a tararear.

Me acerque a ver que le ocurría, pensando que tal vez ya había enloquecido. Pero en cuanto mi mano toco su piel sentí un escalofrío horrible. Entonces ella me miro.



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En el texto hay: caos, ella

Editado: 07.12.2018

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