CAPIPTULO XII
EL REGRESO A CASA
La luz del sol, comenzó a entibiar mi rostro, tan pronto me acomodé en mi butaca pude notar los prados que de apoco me llevaban a mi pueblo natal, a lo lejos podía ver los pueblos aledaños y más allá me imaginaba la pequeña ciudad que yo había dejado atrás ya hace tanto tiempo. Refregué mis ojos y comencé a enderezarme, me impaciente por un momento, una sensación de ansiedad me colmo por completo. Me di cuenta que era lo que tanto necesitaba. VOLVER
Acomode lo más rápido que pude mi equipaje, el aeropuerto estaba totalmente cambiado, que habría sido de la pequeña ciudad en la que me había criado. Solo habían pasado cuatro años y entendí que podían ser suficientes como para cambiar a todo un mundo.
Si un simple aeropuerto se podía modernizar ¿que podían hacer cuatro años en las personas?, ¿en mis seres queridos?. Por un momento me detuve sin importarme en el lugar en el que me encontraba. Vi a las personas caminar ir y venir esquivándome, empujándome una y otra vez. El mundo había seguido su rumbo, y yo quería volver el tiempo atrás, que hubiera sido de mi si nada de todo esto hubiera pasado, que habría sucedido si lo hubiera perdonado, que hubiera sido de mi si no hubiera hecho nada de lo que hice, si me hubiera quedado. Miré otra vez a mi alrededor y me sentí sola.
Tome un taxi y luego de media hora los paisajes comenzaron por fin a ser familiares para mis ojos, al llegar al pueblo trate de ocultarme pensé por un momento que alguien podría reconocerme, luego me imagine que… ¿quién se acordaría de mí? El auto seguía su camino y al ver a lo lejos el cementerio le pedí que se detuviera tenía que verlo, a mi compañero aun después de la muerte que tantas noches me acompaño para descifrar que sentía para calmar mis ansias y para hacerme desde luego compañía.
Llegué al lugar con mi diario en la mano comencé a hojear las paginas donde decían su nombre FACUNDO.
Me baje del auto, y si mi memoria no me fallaba sabía exactamente donde se encontraba, divise el roble antiguo el que más sobra daba y allí fui. Las lapidas decían nombres desconocidos, hasta que su nombre resalto dentro de los demás.
FACUNDO “Facu” Delladova.
amado hijo y hermano.
NADIE NOS PERTENECE, PERO SI SU RECUERDO…
_Hola amigo…la lagrimas comenzaron a caer _tantos años de no vernos. Toqué la lápida y me senté sobre el césped. _Tenían razón tus padres a elegir el lugar, este es un sitio muy pacifico, aunque a ti debe resultarte muy aburrido- Reí- No sabes cuánto lo lamento. Y sin consuelo volví a llorar.
luego de un momento, después que me tranquilice, seque mis lágrimas y comencé a conversar con él con la misma familiaridad que nos caracterizaba. Como si todo siguiera igual, y su silencio era solo porque me escuchaba con atención
_Aquí estoy luego de cuatro años, regresé para ver cómo se casa Caleb –reí- ¡sí! Irónica verdad. Tú me lo dijiste. Y creo que la cague. Tendría que haberte hecho caso.
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Editado: 11.06.2020