La Cripta

#3 "Fuera de este mundo"

 

LA CRIPTA - ANHELADOS TEMORES -

Capítulo 3.

 

 

Los cuatro se bajaron del vehículo que había quedado aparcado justo al lado de los pertenecientes a la policía estatal. Después de todo, más allá de que alguien haya contratado los servicios de la investigación privada del departamento número cuarenta y uno, seguía siendo un caso que involucraba asesinatos, y el estado debía intervenir de manera obligatoria.

Justo antes de que pudieran acabar de bajar del vehículo, un hombre asaltó frente a sus narices a una anciana. Vieron claramente como el hombre le apuntó con un arma en la cabeza, tomó sus pertenencias, y la empujó contra la pared violentamente. Posterior a eso, comenzó correr.

 —¡Le robo a la señora! ¡Vayamos tras él! —dijo decidido Theodoro intentando bajar rápido del coche.

—¡Detente, Kummet! —le gritó el investigador superior Jacob Slash.

—¿Qué hace? —le preguntó Theodoro a Slash extrañado - ¡Bajemos rápido y persigámoslo!

—Déjalo ir. Mira, ya se acercó una persona. Parece ser que la anciana está bien —respondió señalando fuera del vehículo.

Theodoro no parecía comprender. Por eso, una vez todos se preparaban para bajar y la anciana se levantaba con ayuda de aquella persona, habló:

—¿Por qué no corrimos al ladrón? —miró fijamente a Slash.

—Somos investigadores privados contratados para un caso puntual que será remunerado económicamente si llegamos a tiempo. No somos super héroes. Hacemos nuestro trabajo, y eso es todo. –—dijo con confianza.

Benedict y Fred no parecían mostrarse muy de acuerdo con la decisión de Slash. Pero como la señora se encontraba a salvo, y entendieron que no hubieran llegado a tiempo a alcanzar al ladrón y hacer el trabajo sin descartar alguna, no contestaron. Theodoro tampoco replicó aunque se apretó los dientes.

—Parece que llegamos –—comentó el investigador superior Jacob Slash tras posar su pie derecho en la grisácea y francamente limpia acera. Frente a ellos, a unos cuantos metros, se encontraba el verdadero destino. Una alta estructura arquitectónica, comparable a un edificio de unos varios pisos, con una fachada teñida de un amarillo llameante, limpia, y muy bien cuidada, dejando ver solo una gran ventana redonda en toda la superficie ubicada en el medio exacto de la construcción. Justo en la entrada, a una considerable distancia de los cuatro recién llegados, donde se encontraba una larga puerta marrón que daba paso a la edificación y unas flores en el jardín, podían verse unas diez personas. Uno de ellos pertenecía a algún canal de televisión, pues acosaba a dos policías con su cámara y micrófono; el resto pertenecía al cuerpo policial estatal, exceptuando a otro que no se movía de la puerta de entrada a la casa y solo observaba.

—¿Qué está pasando aquí? Esto no se ve como esperábamos... —el investigador privado superior habló.    

—¿A qué se refiere? —preguntó Benedict apenas todos bajaron del vehículo.

Jacob Slash volteó a verlo y contestó:

—Es la casa amarilla. En la descripción que nos dieron del lugar mencionaba un pequeño bar donde se reúne la gente a ver partidos de futbol y a beber... pero esto no es nada similar —dijo entendiendo que claramente no podía ser el lugar equivocado.

El investigador Slash se veía estresado. Como si la revelación de esa casa amarilla hubiera opacado, repentinamente, su día entero. Justo cuando se llevó la mano a la cara y suspiró, Theodoro habló:

- Disculpe, pero... —los otros tres lo observaron —¿No significa esto que debemos reportar la operación como engañosa y no involucrarnos?

Se hizo un silencio. Si bien lo que había dicho Theodoro era lo que decía el reglamento respecto a operaciones con falsa información brindada, la intensidad de las miradas le hizo creer a Theodoro que estaba equivocado, por lo que se encogió de hombros y revoleó los ojos de un lado a otro totalmente nervioso.

—¿Tú de verdad quieres hacer eso? —le preguntó con calma Slash, rompiendo con el silencio.

—S-Si... ¿No debemos hacer eso? —respondió dudoso.

—No lo sé —dijo Slash con tono sarcástico —¿Quieres que hagamos eso?

Theodoro miró tímido a sus compañeros. Vio en ellos una mirada que no podía relacionarse con la suya excepto por un claro cruce sin similitudes respecto a la decisión tomada que no lo hacía sentirse apoyado. Sin más remedio, Theodoro repondió:

—Si.

—Theodoro Kummet... —comenzó Slash —valoro tu decisión y destaco que esto me da bastante información sobre tu forma de ser y de pensar. Sin embargo, no haremos eso. Debemos tomar igualmente el caso... ya te lo explicaran tus compañeros. Avancemos —finalizó el hombre como si tan solo por ver la postura corporal de Benedict y Fred pudiera saber que también querían continuar con la operación y tenían un claro motivo. Como ninguno de los dos lo negó, Slash tenía razón.

Sin una sola palabra de por medio ni dirigirse miradas entre ellos, los cuatro comenzaron a acercarse a la gran casa amarilla liderados por Jacob Slash tal y como una madre pato lidera la fila con sus pequeños patitos obedientes.

 Al llegar, tras evadir a los policías estatales y al reportero, se posaron los cuatro frente al extraño hombre que cubría la entrada como si se tratara de un guardia al que debías darle una contraseña para que te abra la puerta de una mazmorra.

—Buenos días. Somos investigadores privados contratados por Sigmud Van Strike, propietario de esta casa, y tenemos derecho a ingresar y comenzar nuestras investigaciones dentro —llamó su atención Jacob.

—Justificante.

—Claro —dijo Slash sacando de su bolsillo izquierdo aquella carta firmada por todos en el departamento antes de salir. Procedió a mostrársela mientras los otros tres solo observaban al hombre de la puerta leerla.

—Gabinete de asuntos no comunes, ¿eh? —dijo con tono de curiosidad —Para que un investigador superior en persona viniera, el señor Van Strike debe haber visto algo realmente interesante...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.