Todo estaba listo, eran apenas las diez de la mañana, partiríamos a las diez y media rumbo a la cueva y llegaríamos allá aproximadamente a las once, Pedro, Miguel y Marco habían traído todo el material y habían reunido a la gente de la aldea que verificarían que nosotros no ultrajáramos su sagrada tierra, además nos ayudarían a instalarnos ahí para pasar la siguiente semana, Mayra, que era la encargada de solicitar los permisos con el gobierno capitalino, no había logrado obtener un permiso mas prolongado, solo habíamos obtenido el plazo para una semana, que aunque no era mucho, al menos nos permitiría investigar un poco y tratar de obtener nuestros hallazgos y así hacer que nuestro reducido grupo de exploradores limitado a solo 6 integrantes, fuera reconocido y así comenzar una historia mas trascendental.
Como ya lo había mencionado, solo éramos 6 en el grupo, Pedro, Marco, Miguel, Mayra, Diana
y Yo.
Miguel y Marco, siempre eran los encargados de hablar con la gente de los pueblos para que nos dejaran explorar sus tierras y hacían ciertos convenios, en caso de que ya hubiera algún trayecto que visitaran los turistas, ellos hablaban con el guía, para que nos hiciera compañía y nos fuera mostrando los lugares, Además ellos junto a Pedro eran los que tenían el equipo mas sofisticado para la exploración, Mayra, como ya saben se encargaba de los permisos frente al gobierno y además era fotógrafa profesional, Diana y yo éramos simples aventureros, ella era una arqueóloga titulada por la Universidad Arqueológica de Yucatán, y yo era un estudiante del ultimo semestre de la Universidad de Ciencias Biológicas.
Ya cerca de las once, estábamos llegando a lo que seria nuestra grandiosa aventura, lo primero que hicimos fue instalarnos y comenzar a dialogar con los pueblerinos que muy amablemente nos habían hecho el favor de acompañarnos hasta la entrada de la cueva y nos habían ayudado a poner en pie las casas de campaña, además de ofrecernos algunas de las riquezas naturales de aquel entorno, nos prepararon de comer y comenzaron a contarnos historias que les habían contado sus antepasados.
Aunque nos encontrábamos algo retirado del pueblo al que pertenecían, ellos decidieron caminar cuesta abajo para llegar a sus casas y rechazaron la propuesta de Pedro para ser llevados a allá en la camioneta tipo sub con la que contábamos.
En Realidad el primer día no fue de gran cosa, pusimos alumbrado de la entrada de la cueva hasta donde estaba el cenote, donde haríamos nuestro sumergimiento hasta el día de mañana porque en el permiso estaba marcado el día 21 de noviembre y nos habíamos adelantado para poder instalarnos sin perder tiempo.
Mayra y Pedro se habían puesto a diseñan una red enmarcada, pera poder sumergirla y dibujar lo que encontráramos sin mover absolutamente nada, también traíamos banderillas de colores para ponerlas a un lado de las cosas importantes que encontráramos, Miguel, Marco, Diana y yo preparábamos todos los demás instrumentos, programábamos las cámaras y los monitores, conectábamos y desconectábamos cables, organizábamos los trajes de buzo y los tanques de aire, recabamos la papelería que debíamos portar en caso de que algún representante del gobierno y defensor de la cultura maya aparecieran, solo para tener el placer de callarles la boca inmediatamente, ya cuando menos acordamos la noche había caído, o al menos eso nos dejaba ver la única salida de aquella cueva, los pueblerinos regresaron, traían un poco de leña y unas vasijas, agua en unos botes y lo que parecía algo de comida, nos reunimos con ellos, eran solo dos, uno, el mas joven, traía todas las cosas cargando, mientras el viejo solo parecía hacerle compañía, se presentaron con el resto de nosotros, pues ya se habían familiarizado un poco mas con Miguel y Marco, dijeron llamarse José el mas joven y Francisco el señor como de ochenta años.
Entre José y Pedro prendieron la leña y comenzaron a cocinar unos frijoles en olla y un pollo que habían traído entre las cosas, mientras los demás nos preparábamos para nuestra primera noche dentro de la cueva, y algunos hasta nos cambiamos de ropa, por una más cómoda.
De pronto, nos vimos como si fuéramos unos niños, alrededor de la fogata, y "Don Paco" comenzó a relatarnos historias de la región, de fantasmas y ovnis, de brujas y de cosas por el estilo, entra las historias, llego un momento en que comenzó a contarnos sobre la cueva, donde se decía que había un tesoro escondido, además de información directa de los Mayas, también había leyendas que contaban que en las profundidades de aquel cenote, habitaba un demonio con forma de serpiente, otros decían que ahí abajo había especies nunca antes vistas y que en ningún otro lugar del mundo existían, se decía que había cadáveres de todos los rituales que los Mayas habían llevado ahí y que habían ofrecido a los dioses, había quienes decían que cada 25 de noviembre después de media noche se oían sonidos extraños que salían de la cueva, decían que eran los rugidos de la bestia que habitaba aquí, otros decían que solo eran el eco de las rocas moviéndose en su interior, otros solo decían que eran los sonidos guardados a lo largo del año y que se escuchaban con mas claridad porque día se le prestaba mas atención a aquella cueva.