La Cueva

Noviembre 23

Eran las cinco y veinte minutos de la mañana, aunque aun no salía el sol, me alegraba de que hubiera luz afuera, aire fresco y nada de neblina, mire a todos, seguían durmiendo, recordé que en la camioneta había una cajetilla de cigarros que Marco había comprado camino a la expedición, fui por uno y lo encendí, no eran de mi total agrado, acostumbrado a fumar rojos, no me apetecía mucho un cigarrillo blanco, pero en fin, no estaba en posición de reclamar nada, con el cigarro en la boca me senté en el capo de la camioneta, apoye mis pies sobre la defensa de la misma y mire las estrellas, el cielo comenzaba a esclarecerse, faltaba poco para que amaneciera, podía escucharse ya a lo lejos animales, perros, y gallos cantando, alguno que otro caballo relinchando y algunos pajarillos despertándose, se veían luces en las casas del pueblo, y es que aquí la gente acostumbra a madrugar, se respiraba un aire fresco, limpio, puro, el cielo dibujaba un momento romántico, estampado con miles de estrellas, comencé a divagar un poco, pensaba en algo que había escuchado de alguien mas, decía que había una teoría que hablaba sobre que lo que ahora nosotros conocemos como nuestro presente y nuestro entorno era el pasado de las estrellas, ósea que, las imágenes de las estrellas que nosotros veíamos en el cielo, no eran mas que imágenes del pasado de todas y cada una de las estrellas, se explicaba de la manera que un resplandor en una estrella que nosotros vemos, fue hace millones de años luz, porque imaginando la distancia entre la tierra y la estrella, tardaría año y años en viajar una sola imagen, un solo movimiento, me hacia sentir tan insignificante, tan pequeño.

El cielo en un abrí y cerrar de ojos se aclaro, el amanecer visto desde aquel sitio limpió de smog y altos edificios se podía vivir de una manera placida y tranquilamente, Miguel se acerco a mi, me había visto desde adentro y había salido solo a alimentar un poco las plantas de alrededor de la entrada, aun sabiendo que a solo unos veinte metros de la entrada a la cueva había un baño de pozo que los mismo pueblerinos haban hecho cuando nos paramos por primera vez con la noticia de que el gobierno nos había autorizado el permiso de exploración.

Miguel se dio una buena estirada, bostezo y luego se recargo en la camioneta a un lado mío.

- Dormiste Andrés?

- Si, que no parece?

- La verdad es que te veo muy cansado, angustiado tal vez, pero además te ves desvelado, creó que no has estado durmiendo muy bien que digamos.

- No, no, no, para nada, si he dormido y muy bien, es solo que hoy no pude conciliar bien el sueño por lo de Mayra.

- Si, te entiendo, yo me sentí muy frustrado de no poderla contactar después de estar hablando con ella, lo bueno es que ella esta a salvo y el equipo se sabe coordinar bien.

- No lo dudo, aunque hemos estado ya en varias exploraciones juntos y que ya llevamos mas de cinco años en esto, siento que apenas somos unos niños, jugando a descubrir cosas, jugando a ser un grupo de niños exploradores bastante creciditos.

- Jajaja, no lo veas tan así, es cómico, pero no hay que olvidar que eso fue lo que nosotros quisimos, el tiempo lo dice todo, deja que las cosas pasen como deban pasar, el destino lo tiene cada uno de nosotros ya marcado.

- Eso que ni que.

- Bueno, -soltó un gran bostezo- déjame veo que hay de desayunar, además quiero ducharme antes de comenzar a trabajar, día duro muchacho, que no se te olvide. –guiño un ojo-

- Si, Ok, ahorita entro para desayunar contigo.

Dio media vuelta y camino hacia adentro, supuse que iría por su ropa, se metería al agua del cenote y se cambiaria rápido, antes de que Mayra o Diana despertaran.

No pasaron ni quince minutos cuando lo vi parado en la entrada, traía en la mano un paquete de pan dulce, traía otro en la otra mano y me lo dio, lo abrimos y comenzamos a desayunar, comenzamos a dialogar tonterías, recuerdos de las exploraciones pasadas, y boberías que nos habían ocurrido en el camino hacia acá, no se si serian nuestras risas o que realmente se estaba comenzando a hacer tarde, pero Pedro y Marco salieron de adentro, Marco venia bañado y Pedro con una toalla en la mano, dijo que primero iría al baño y luego se ducharía rápido antes de que las chicas se levantaran, así que en lo que pedro iba al baño yo me apresure a bañarme.

El agua estaba helada, así que solo fue un pequeño remojón, rápido pero conciso, me comenzaba a cambiar cuando Pedro entro, y sin vergüenza alguna se metió al agua, salí, Miguel y Marco habían estado conversando sobre los planes del día, me uní a ellos comentándoles que talvez deberíamos ir acomodando las cosas, prender monitores y dar una ultima revisada a las cámaras, aceptando inmediatamente, cuando entramos, Pedro ya se había cambiado, estaba asaltando las bolsas de comida, y Marco se le unió, Miguel encendió los monitores y comenzó a ver las imágenes enviadas por medio de las cámaras, el sol afuera se dejaba ver con todo su esplendor, las aves se oían trinar tan fuerte y conciso como el día en que llegamos, Mayra y Diana salieron de la casa de campaña en la que dormían las dos, estaban hechas un desastre, parecía que habían bebido la noche anterior, se veían demacradas y muy soñolientas ambas dijeron que querían bañarse, que si por favor podíamos salir un momento de la cueva mientras ellas se bañaban.




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