La culpa es tuya! Marlon Alves

Capítulo 1

 

- Tamara, estoy harta quiero mudarme ya de casa. - La verdad que con veintisiete años y en casa todavía parezco una niña e papá y mamá.

- Busquemos un piso, venga. - Mirando el portátil nos dan las doce y nueve minutos, y seguimos sin encontrar nada, agotada caí rendida en los brazos de Morfeo. - Aurora, Auroraaaaaa... - Despierto sobresaltada, asustada.

- Queeee.... déjame dormir, mañana hablamos mamá. - Tamara entra en una carcajada que para seros sincero chicos desperté riéndome de mi misma.

Queridos lectores he de deciros que encontramos un piso mi amiga y yo. Si, por fin. Después de no sé ni cuantas horas dimos con un piso para las dos. Fue tan agotante que realmente he de deciros que hoy ya no tengo sueño, como veis son las tres y veintisiete minutos, y aquí estamos planeando como colocar nuestro futuro piso. Un pequeño piso en México. Si amores, vivimos en México. ¿Desde cuándo? Pues para seros sincera, desde que yo tengo uso de conciencia.

Bueno mis amores, que mañana os digo como nos ha quedado la casa y si puedo hasta os paso una foto.

PD. Tamara ya no está con Alex, y yo... pos ya sabéis el pato feo nunca encuentra novio ¿o sí? Nada, chicas que me dejo por su vecina Viviana.

Os digo la verdad cuando los vi salir de casa de ella y se besaron, si chicas se besaron y delante mía para ser más exacto. Pos eso que los pille en media pelea de lengua. Y no chicas, no salí corriendo, ni le di una bofetada, ni me puse a gritos.... Os parecerá raro pero realmente asta yo me sorprendí, mi carcajada fue bien sonora tanto que Tamara, si ella estaba allí en su coche esperándome se bajó por la ventana - literalmente - si, si, chicas, salió del coche por la ventanilla.

- ¿Qué pasa Aurora? - Así fue como Tamara hizo acto de presencia. Despeinada en pijama, en realidad las dos en pijama, fui a darle una sorpresa a Carlos pero la sorpresa me la llevé yo.

- Canija, al coche. - Les di un adiós con la mano a los dos y seguí con mi sonrisa hasta el coche. Tamara puso música y cantando a gritos con las ventanillas abajadas nos fuimos para nunca más volverlo a ver.

 

Bueno mis corazones, ya si os dejo, hay que dormir que mañana a las nueve debo estar en el trabajo puntal como siempre en mi cubículo.

 

 

 

 




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