La culpa es tuya! Marlon Alves

Capítulo 8

 

Llevo ya un mes en un gym, bailando y haciendo algo de ejercicio. El dueño dijo que el salón de baile algo chiquito de unos dos metros de ancho y largo, forrado con una pared de espejos y una cristalera que da a la calle. Nadie quiere usarlo porqué todo el mundo puede mirar y observar lo que las personas que ensayan en el lugar. Pero a mí no me importa ser vista u observada.

 

Una noche hará dos semanas con un moño mal recogido, unos pantalones cortos rosas Nike y una camiseta blanca con el logotipo de Jack Daniel, unas zapatillas de correr, la verdad es que esa noche salimos tarde del gym serian las nueve y cuarenta de la noche.

Tamara quería ir a tomar una copa y nos dirigimos a una pequeña discoteca que había a unos diez metros del gym.

 

Yo aprendí a bailar salsa y bachata cuando tenía doce años, cuando tenía veintitrés y me fui a España, por estudios y trabajo, fui a una discoteca llamada “La Latina”. Allí me sentía como en casa, siempre bailando, pero un día en una fiesta; os confieso amores que ese día aprendí algo más que solo bachata y salsa, aprendí a bailar funk y algo de break.

 

Tamara me sacó de mis pensamientos mientras tomaba un Vodka negro con fanta de naranja. Un grupo de chicos y chicas, crearon un coro. La música latina inundó mis oídos, canciones de Don Omar, Daddy Yankee, Ken-Y, Wisin and Yandel, Nicky Jam, y algunos cantantes Portugueses y Brasileños.

Me acerco a ver el movimiento, cuatro chicas delgadas y con un buen tipo que podrían ser modelos junto con tres chicos uno de ellos escondido tras una capucha de una sudadera y unas gafas de sol. Bailaban la canción de Gente de Zona, "La Gozadera". Pero a acabar, fueron bailando uno por uno una canción.

Una chica rubia de un metro sesenta y ocho más o menos, delgada con buen tipo, la verdad yo no puedo compararme con ella chicos, es mucho más guapa y tiene mejor cuerpo, yo tengo mis curvas pero a la hora de bailar no puedo quejarme.

Sonaba la canción de Daddy Yankee "Sígueme y te sigo". Al ver que nadie se atrevía a hacerle una batalla, yo me atreví y me metí al medio de la pista, sin importarme el qué dirán. La rubia al verme entrar en la pista se quedo quieta. Yo me giré y me moví por la pista como si estuviera en mi casa.

Un brazo arriba, la pierna contraria girando y así hasta que un chico con una capucha, el mismo que bailó antes con el grupo, empieza a miraba fijamente mientras daba vueltas alrededor de mí, mirándome fijamente y esa mirada que yo al mismo tiempo iba siguiendo, hizo que me corriera una electricidad por el cuerpo. Pero al terminar la canción, me paré en seco y huí del local.

Os quiero mis corazones.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.