La música sonaba y había gente bailando al otro lado de las ruedas, creando aquello como un escenario, colocado tras los bailarines, una banda de música.
Me giré como si me hubieran dado una bofetada. ¿Cómo es eso de que no está allí?
No podía creer que no estuviera. ¿Y ahora que haría yo sin él?
Aunque tan solo habían pasado tres días desde la última vez que la vi, para nosotras era como un siglo. Pero yo necesitaba verle, hablar con él, decirle lo que sentía, miré a Juan Luis, lo agarre de su camisa blanca y le grite muy alto, tanto que muchos se voltearon a mirar.
Un hombre con una camioneta dejaba algunas cajas con refrescos y bebidas, sin dudarlo me monte en ella, arranqué el coche y me fui por el camino hacia el faro.
Eran cuarenta minutos de camino, pero no me importaba, necesitaba verlo, necesitaba estar con él y quería estar al lado de mi brasileño.
La camioneta tenía una pequeña radio, cuando estaba a diez minutos de llegar al faro comenzó a sonar una canción de Gente de Zona, está me hizo pensar en todo lo que sentía por Marlon. Cada una de las frases que decía, más y más se metía en mi corazón, haciéndome pensar, nada más comenzar.
Fui cantándola, diciendo aquella estrofas que tanto me hacían pensar en él y en lo mucho que le amo.
“Hoy me levante recortándote.
Hoy me levante extrañándote.
Lo que viví con él no tiene nombre.
No hay duda que quiero ser su mujer y que él sea mi hombre, porque me robó el corazón.
Que aunque no está, no lo puedo olvidar, por más que lo intento.
Para olvidarme de él van a tener que matarme.
Para arrancarlo de mi corazón, van a tener que matarme,
Porque él me dio todo lo que me faltaba.
No hay un instante en que no piense en él.”
Por fin estaba en el faro, sólo me quedaba encontrarle. Estacioné la camioneta junto a unos estacionamientos y corrí al faro, pero no estaba, cerquita de la zona, se encontraba un pequeño refugio con algunas personas, necesitando saber donde estaba, saqué mi móvil y les pregunte a aquellas buenas personas donde se encontraba el chico de la foto.
Miles de cosas pasaron por mi mente, no podía evitarlo, - acantilado – repetía mi mente y mi corazón.
Efectivamente cerca de la orilla de aquel acantilado se encontraba él.
Fui acercándome lentamente, él no se movía, tal vez miedo a verme huir de nuevo, pero yo necesitaba tenerlo entre mis brazos más que nunca. Estaba por fin frente a sus ojos, estaban llenos de lágrimas, su barba era más grande y estaba dejada. Tome su rostro con ambas manos y sin dudarlo le besé, deseaba sentir sus besos, poco a poco su cuerpo rígido se fue suavizando y su brazos tomaron mi cintura.
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Editado: 28.10.2018