Hace unos dos años apareció una enfermedad con la que la humanidad está desapareciendo, más de la mitad de la gente del mundo ha fallecido. Los científicos se han rendido, ya no buscan una cura, buscan cómo sobrevivir y están construyendo una estructura para unas cincuenta personas que una vez cerrada no se abrirá hasta diez años más tarde. Está enfermedad extraña apareció en el norte de Europa por un suceso extraño del que nadie conoce el motivo y que fue extendiendo por todo Europa, Asia, Oceanía, África y gran parte de América. Sólo quedamos vivos las pocas personas de Sudamérica y desconocemos si la gente de la Antártida y del Ártico sigue viva. Ahora ya está empezando a propagarse por esta zona de América desde hace unos dos meses. La primera persona que se contagió fue mi primo, y al poco tiempo fue mi madre. Mi primo murió hará una semana y a mi madre no le debe quedar mucho tiempo. Todos los que se han contagiado los van encerrando en una especie de burbuja de plástico con camas y comida necesaria para que cada persona tenga lo necesario durante un mes. Llevó los dos años de la enfermedad estudiandola. He apuntado muchos datos sobre ella y creo que puedo encontrar la cura, pero sé que no podré salvar a mi madre, la echaré de menos… Pero ella estaría orgullosa de mi si lo consigo, lo sé. Mi madre fue la que convenció a mi padre para que me dejasen el garage para trabajar en mis estudios y teorías, en las que a veces me ayudaba ella. Mi padre siempre me ha dicho lo mucho que me parezco a ella con mis rizos y pelo cobrizo, con mis pecas y mi sonrisa contagiosa, con mi carácter fuerte y mi confianza en mí misma, y me cuenta, que mi madre siempre creyó en mí, yo siempre lo he sabido pero supongo que me lo dice pensando en cuando ella no esté, cuando la echemos de menos. Así que, mamá, te prometo que nunca te olvidaré ni renunciaré a la ciencia. Mamá, te prometo encontrar la cura.